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Sorgo Granífero: su aporte a la sustentabilidad del sistema

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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Durante los últimos años se registran cada vez con más frecuencia problemas físicos en los suelos agrícolas de la región pampeana, los que se evidencian por una disminución de la capacidad de captación de humedad (infiltración), sumado a un aumento de la densidad aparente del suelo por pérdida de poros (compactación). Tales poros son indispensables para el intercambio gaseoso del suelo con la atmósfera. Tanto la compactación como la falta de infiltración son fenómenos que hoy están limitando severamente la producción, motivando un retorno desordenado a la labranza.

Si bien el laboreo mecánico de los suelos es una solución técnicamente correcta para las dificultades que acabamos de describirse, no representa una solución de fondo, sino más bien un recurso que se empela para lograr altas producciones de cereales en esos lotes, mientras recuperamos la fertilizad física del suelo con aportes de cantidades crecientes de materia orgánica (rastrojos), lo que si provee una solución definitiva estos problemas.

En esta misma columna hemos diferenciado lo que se conoce en Edafología, (estudio del suelo), como fertilidad física del suelo, de lo que representa la fertilidad química del mismo. La primera, está relacionada a la resistencia a la compactación, porosidad (intercambio gaseoso), captación y almacenaje de humedad, etc. Para mantener o mejorar la fertilidad física, debemos evitar la pérdida de materia orgánica del suelo, lo cual se logra con siembra directa y el aporte de grandes cantidades de rastrojo (carbono, que representa más o menos el 58 % de la materia orgánica edáfica).

La fertilidad química hace referencia a la disponibilidad de nutrientes (nitrógeno, fósforo, azufre, etc.) para los cultivos y microorganismos del suelo. Salvo el nitrógeno que se fija libremente del aire a través de las leguminosas (soja, trébol, vicia, etc.), el resto deben ser repuestos vía fertilizantes una vez que se baja a niveles críticos la disponibilidad natural provista por la roca madre.

A mayor producción de un cultivo por hectárea, mayor es la tasa de extracción de nutrientes. Sin embargo, toda moneda tiene dos caras, y el hecho de que un cultivo tenga un elevado rendimiento en granos, también generará mucho volumen de rastrojo de cosecha, lo cual contribuye a la fertilidad física. Por otra parte, si el cultivo tuvo una buena performance, seguramente el margen bruto por hectárea permitirá un buen paquete tecnológico, que contemple una fertilización balanceada, reponiendo la mayor proporción posible de los elementos exportados del lote vía granos, cerrando un ciclo productivo sustentable en el tiempo, económica y ambientalmente hablando.

Si bien todos los nutrientes son importantes, los mismos se agrupan en macronutrientes (nitrógeno, fósforo y azufre) y micronutrientes (potasio, boro, etc.). Hay uno que lo podríamos calificar como el mega nutriente, y es el "carbono". Este último, por más dinero que se tenga no se puede comprar en la agronomía y esparcirlo por el campo, como en el caso de los demás elementos que nos provee la industria de los fertilizantes. Por ello nos debe preocupar sobre manera, el "balance de carbono" de nuestro campo.

Si se parte de una situación de elevado contenido de materia orgánica en el suelo, debemos tener como objetivo de base un balance cero, es decir, reponer vía los rastrojos lo mismo que se pierde por un proceso natural, denominado mineralización. Esta se produce básicamente por acción de los microorganismos del suelo, que la consumen y liberan nutrientes para las plantas y dióxido de carbono a la atmósfera. La labranza y el pastoreo aceleran este proceso.

Si de aumentar la cantidad de rastrojo en el suelo se trata, el sorgo granífero tienen mucho para darnos, tanto sea por el aporte superficial o cobertura que provee, como el subsuperficial o masa radicular. Al tener una alta relación Carbono/nitrógeno y presencia de lignina en sus tejidos, tiene alta perdurabilidad, elevando el contenido de materia orgánica joven de los suelos.

Hace varios años que por distintas cuestiones el área de siembra de sorgo granífero viene disminuyendo, ocupando cada vez menos superficie en las rotaciones. Esto es una muy mala noticia, ya que como vimos, el mencionado cultivo cumple un papel indispensable como recuperador de la materia orgánica que pierden los suelos durante los procesos productivos. Por otra parte, está muy bien adaptado para prosperar en las regiones semiáridas.

El presente año se volvió una alternativa interesante, debido a diferencias de aranceles con el competidor principal que tiene por el área de siembra, "el maíz". Sin duda que promover la siembra de sorgo vía incentivos a este cultivo, sin castigar a los otros, sería una muy buena política agropecuaria a implementar, por una serie de cuestiones que seguidamente vamos a enumerar.

El sorgo es una especie económica de establecer comparada con otras opciones de cultivos similares, con una reconocida rusticidad a estrés hídrico, y como si esto fuese poco, tiene muy buenas aptitudes como destino forrajero, ya sea en pastoreo directo o suministrando el grano en dietas de bovinos.

Adicionalmente el poderoso sistema de raíces y al abundante rastrojo que produce, permite recuperar rápidamente suelos degradados a causa de la pérdida de materia orgánica. Con el auge de la soja y el maíz resistente al glifosato se han podido eliminar de muchos potreros las "malezas problema" como "gramón" o "sorgo de alepo", que dificultaban e incluso impedían el establecimiento exitoso del cultivo en cuestión.

También el mercado nacional ofrece sorgos resistentes a herbicidas de la familia de las imidazolinonas, lo que representa un salto tecnológico muy grande en materia de control de malezas. La otra opción para ampliar el espectro de control de malas hierbas es curar la semilla de sorgo con un antídoto que permite aplicar cloroacetamidas en preemergencia del cultivo, alternativa muy interesante y fácilmente disponible para el productor.

Finalmente están los herbicidas como atrazina, pendimethalin (en determinadas condiciones) y las clásicas moléculas para hoja ancha como dicamba o 2 4 D no volátil. Para más información y modo de empleo de esas herramientas químicas sugerimos la consulta a un ingeniero agrónomo.

En resumen, el sorgo es la gramínea estival más recomendable agronómicamente hablando para recuperar fertilidad física de suelos en las regiones semiáridas. Esto es debido a varias cuestiones, algunas de ellas son:

-    posee mayor cantidad de raíces secundarias que el maíz, mas finas y fibrosas, las cuales pueden llegar a extraer hasta el doble de agua aprovechable.

-    Tiene la capacidad de entrar en un período de latencia (dormición) en caso de sufrir un fuerte estrés hídrico, para luego retomar su ciclo cuando se produzcan las precipitaciones, obviamente, siempre y cuando las mismas no se demoren demasiado.

-    Otra estrategia de defensa contra la sequía son las células motoras que posee en la nervadura central de las hojas, que le permite enrollarla para evitar la pérdida de humedad, como así también, una capa de cera que limita la transpiración.

-    El sorgo precisa 2168 litros de agua para producir un kilogramo de materia seca, mientras que el maíz precisa 2976 litros, el trigo 4040 litros y la alfalfa 7064 litros por kilogramo de materia seca.

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP

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