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Girasol: ¿camino a un récord de siembra?

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Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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Luego de las abundantes y anticipadas lluvias de primavera de las que ya hemos hablado en esta misma columna, los empresarios agrícolas empiezan a asignar área de cara a la próxima "cosecha gruesa". Los años en los cuales septiembre es lluvioso suelen ser zafras de muy buenas perspectivas para este cultivo.

Como si esto fuese poco, la oleaginosa posee una excelente cotización por grano disponible (500 USD o más por tonelada) y futura (400 USD o más por tonelada). Estos valores son muy superiores a lo que hoy se consigue por soja, el competidor más directo por la superficie de siembra en La Pampa. Incluso si analizamos el girasol confitero podemos encontrar ofertas por encima de los 600 USD por tonelada. Con este panorama no es raro de entender por qué la avidez del productor por plantar girasol, a tal punto que ya no hay semilla en el mercado, al menos de los híbridos de mayor potencial de producción.

El anuncio de una primavera marcada por un evento de Niña débil, es decir con probabilidad de lluvias por debajo de la media histórica, genera preocupación sobre todo en los ambientes marginales para la agricultura, que es donde aún hay tierra disponible para elevar las superficies de siembra. Es en estos lugares donde el girasol tiene mucho para aportar como veremos unos párrafos más adelante. La campaña pasada la oleaginosa tuvo una excelente performance, con lo cual es de esperar que quienes tuvieron buenos resultados con un cultivo reincidan en él, incluso aumentando el área del mismo.

El girasol posee una gran plasticidad vegetativa y reproductiva. Si conocemos las distintas etapas de su crecimiento, y los momentos en que va definiendo los componentes del rendimiento (número de granos por metro cuadrado, peso de los granos y concentración de materia grasa), podemos tomar decisiones (fecha de siembra, ciclo del híbrido, etc.) que permitan incrementar la producción.

Un aspecto de superlativa importancia es conocer el período crítico del cultivo, es decir aquel momento del ciclo ontogénico del girasol en el cual un estrés, ya sea biótico o abiótico, afectará de forma muy importante el rinde. Conociendo esto, y pudiendo predecir el momento de ocurrencia en el tiempo, podremos hacer que el mismo coincida con una fecha en la que disponemos del mejor ambiente posible para el sitio en cuestión.

Para estudiar el ciclo del girasol podemos dividir el mismo en cuatro fases:

1. Siembra-emergencia.

2. Emergencia-iniciación floral.

3. Iniciación floral-floración.

4. Floración-madurez fisiológica.

Los factores ambientales que controlan dichas fases son la temperatura (en todas ellas) y el fotoperíodo (en algunas de ellas). En la fase 1 (Siembra-emergencia) la temperatura es el factor más importante, la temperatura óptima de germinación es de 26ºC, con un rango de temperatura máxima de 40ºC y mínima de entre 3 y 6ºC. Otros factores que afectan esta etapa son las condiciones hídricas del suelo, la profundidad de siembra y la calidad de la semilla (poder germinativo, viabilidad, vigor de plántula).

La fase 2 (Emergencia-iniciación floral) comienza con la emergencia de plántula y finaliza cuando el ápice de la planta (la punta) deja de producir hojas y empieza a producir estructuras que se convertirán en flores, para decirlo de una manera sencilla. Aquí se define la capacidad potencial del cultivo de producir área foliar, quedando definido el número de hojas, paralelamente se inicia la expansión de las mismas. En la región pampeana esto ocurre cuando tenemos alrededor de 6 hojas expandidas (20-30 días después de la siembra). La duración de esta etapa es menor a medida que tenemos mayor temperatura y radiación. Este es uno de los principales inconvenientes para tener plantas de buen porte en siembras de segunda de girasol, por ello se recomienda aumentar un 20% la densidad de siembra respecto de una fecha de implantación normal, para compensar en parte el menor desarrollo de porte de planta.

La fase 3 (Iniciación floral-floración) comienza con la aparición de los primeros primordios florales en el ápice (la punta de la planta) y culmina con la antesis (apertura) de las primeras flores, en la periferia del capítulo (al borde de la "cabeza del girasol"). A mayor temperatura, mayor diferenciación de flores, pero se acorta el tiempo de duración de la fase. Al final de la misma, queda fija la cantidad potencial de granos por capítulo, pues cada flor es un posible grano. Esto ocurre en nuestro lote alrededor de 35 a 45 días desde la siembra. La temperatura óptima para lograr el mayor número de flores está en el rango de 20-30ºC.

La fase 4 (Floración-madurez) comienza con la antesis (apertura) de las primeras flores alrededor del capítulo (cabeza de girasol) y finaliza con la madurez fisiológica, es decir, cuando los granos alcanzan su máximo peso seco, en otras palabras la planta no los "llena más".

Debemos resaltar que el componente de rinde más importante es el número de granos por unidad de superficie. El momento del ciclo del cultivo en el cual esto se define es alrededor de 30 días antes y 20 días después de la antesis, es decir, la apertura de las primeras flores. Cualquier estrés que tengamos en este momento (agua, nitrógeno, radiación, maleza, insectos, etc.) lo pagaremos con menor producción.

Un párrafo aparte merece la siembra de segunda de girasol, en general, este tipo de experiencias no son tan exitosas. Los atrasos en las fechas de siembra disminuyen hasta un 40% el rinde potencial, por efecto de menor radiación interceptada acumulada durante el cuaje y llenado de granos, lo ocurre porque hacia final del verano tenemos una menor radiación incidente, y además, por una mayor tasa de senescencia de hojas.

Se especula que un aumento de la densidad de siembra, acompañada del empleo de materiales rayados, que en general corresponden a germoplasmas algo más insensibles al fotoperíodo, podría mejorar la performance. Adicionalmente debemos presupuestar un buen protocolo de nutrición del cultivo, ya que al ser plantado sobre el rastrojo de una especie recientemente cosechada no "le damos tiempo" al suelo para que recupere nutrientes vía la mineralización de la materia orgánica, así la única fuente rápidamente disponible de minerales con la que contará el cultivo es la fertilización. El fertilizante empleado deberá contemplar los tres macronutrientes principales, que son nitrógeno, fósforo y azufre. Luego si el estado general del cultivo lo amerita, una fertilización foliar con boro, zinc y promotores de crecimiento podrían ser de mucha ayuda para elevar rinde.

Para finalizar diremos que los datos vertidos anteriormente funcionan tanto para el girasol tradicional como para las diferentes especialidades del cultivo (alto oleico, alto esteárico y confitero).

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) - Posgrado en Agronegocios y Alimentos - @MARIANOFAVALP

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