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EL DIARIO digital
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Las personas optimistas y pesimistas muestran rasgos distintivos de personalidad y, según un estudio que se acaba de publicar en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, sus cerebros también funcionan de forma diferente. Lo más curioso es que los de los optimistas siguen patrones muy similares, mientras que los de los pesimistas presentan mayores divergencias individuales.
¿Es una simplificación dividir a los individuos en dos grandes grupos en función de su visión del futuro? Tal vez, pero es un punto de partida que sirve para enfocar el análisis. Además, hay que tener en cuenta que otros estudios, como el realizado por un equipo de la Universidad Carlos III de Madrid y publicado en Science Advances, revelan que la personalidad del 90% de la población se puede clasificar en 4 tipos básicos: optimista, pesimista, confiado y envidioso. Y este último patrón, el de envidioso, es el más numeroso, con un 30% frente al 20% de cada uno de los grupos restantes.
Diferencias entre optimistas y pesimistas
Según se desprende del estudio que se acaba de publicar, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Kobe (Japón), el hecho de que al pensar en acontecimientos futuros el cerebro de los optimistas funcione de manera similar -mientras que el de los pesimistas muestra una mayor diversidad- ofrece una explicación de por qué los optimistas son considerados más sociables: podrían compartir una visión común del futuro.
Así lo expone uno de los autores del trabajo, el psicólogo Yanagisawa Kuniaki: "Estudios recientes han demostrado que el cerebro de las personas que ocupan puestos sociales importantes reacciona a los estímulos de forma similar. Por lo tanto, es posible que quienes comparten una actitud similar hacia el futuro también lo visualicen de manera parecida en sus cerebros, lo que les facilita comprender las perspectivas de los demás".
Los investigadores contaron con la participación de 87 personas con diferentes grados de pesimismo y optimismo, a las que se les pidió que pensasen en diversos eventos futuros mientras registraban su actividad cerebral con la técnica conocida como resonancia magnética funcional. Este procedimiento permite evaluar en tiempo real cómo se materializan los pensamientos, comportamientos o actitudes en patrones de actividad neuronal.
De esta manera, se confirmó que cuando los optimistas pensaban en el futuro, sus patrones de actividad neural eran muy semejantes, mientras que los de los pesimistas mostraban una diversidad muy superior. En palabras de Yanagisawa, "los individuos optimistas son todos parecidos, pero cada pesimista imagina el futuro a su manera".
Yanagisawa y su equipo también descubrieron que existe una diferencia más pronunciada en los patrones neuronales al pensar de forma específica en eventos positivos o negativos. Según explica, "las personas más optimistas perciben una clara distinción entre futuros positivos y negativos en sus cerebros". Por lo tanto, "el optimismo no implica una reinterpretación positiva de los eventos negativos", sino que "las personas optimistas suelen procesar los escenarios negativos de una manera más abstracta y psicológicamente distante, mitigando así el impacto emocional de dichos escenarios".
En resumen, "la sensación cotidiana de estar en sintonía no es solo una metáfora. Los cerebros de los optimistas pueden, en un sentido muy físico, compartir una idea común del futuro". Pero esto plantea preguntas adicionales: "¿Es este mecanismo compartido algo innato o se incorpora posteriormente, por ejemplo, a través de la experiencia y el diálogo?". Es algo que tendrán que averiguar los psicólogos en futuras investigaciones.
Cómo influye ser optimista o pesimista en la salud
Una personalidad optimista o pesimista puede influir en la salud de diversas maneras. Por ejemplo, una persona con una actitud más positiva suele adoptar hábitos más saludables. En cambio, lo que no está demostrado es que una actitud optimista influya en una mejor o más rápida curación de enfermedades graves, como el cáncer.
Según un estudio publicado a principios de este año, las características de personalidad y comportamiento que conforman lo que se conoce como perfil psicológico influyen en el riesgo de demencia. Si se confirma esta observación, las personas con rasgos psicológicos más equilibrados y con una menor tendencia a angustiarse podrían estar más protegidas frente al Alzheimer. En todo caso, conviene recordar que este tipo de enfermedades neurodegenerativas son muy complejas y multifactoriales.