Los uñeros y las uñas encarnadas son muy molestos y pueden causar infecciones si no se tratan a tiempo. Unos sencillos cuidados y una buena higiene contribuyen a evitarlos.
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EL DIARIO digital
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Uñero es el nombre coloquial que se utiliza para hablar del enrojecimiento, hinchazón y dolor de la piel que rodea a la uña en su zona proximal. “El término médico es paroniquia, que es la inflación de la piel periungueal, y es frecuente sobre todo en las uñas de las manos, más que en las de los pies”, indica la dermatóloga Lourdes Navarro, de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
La denominación uña encarnada se emplea para referirse a las uñas que se clavan en la piel. El nombre científico es onicocriptosis y es más frecuente en las uñas de los pies. Juan Carlos Montero, podólogo y vocal del Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad de Madrid, subraya que debe considerarse “un problema de salud que, si no se soluciona de forma adecuada, puede ser muy serio e infectarse, especialmente en personas vulnerables como las que padecen diabetes o tienen las defensas bajas”.
Los síntomas más frecuentes en ambos casos son el dolor, inflamación de la zona, enrojecimiento y aumento de la temperatura.
Principales causas de los uñeros y uñas encarnadas
El uñero es más común en los dedos de la mano dominante. “Se suele deber a la retirada o a la eliminación de la cutícula, por una manipulación excesiva de la piel alrededor de la uña, por contacto repetido con agua o sustancias alcalinas que alteren la barrera cutánea, por una infección por microorganismos (virus, hongos y bacterias), así como por determinados tratamientos por vía oral (quimioterapia, retinoides…), entre otras posibles causas”, explica Navarro.
La uña encarnada afecta fundamentalmente a los primeros dedos de los pies, especialmente al primero (el gordo). “En ocasiones puede ocurrir en los dedos de los pies que son más largos, como en el pie con morfología griega (el segundo dedo del pie es más largo que el primero)”, reseña la dermatóloga.
Montero señala que las uñas de los pies pueden clavarse por muy diversos motivos, entre los que destaca los siguientes:
Cómo evitar que las uñas causen problemas
El uñero se puede prevenir “evitando retirar y manipular la cutícula, utilizando guantes (cuando se precisen) para evitar la humedad constante en la zona y aplicando una buena hidratación de la piel que rodea a la uña”, aconseja Navarro.
La uña encarnada en el dedo del pie se previene cortando de forma adecuada las uñas. “Hay que efectuar el corte cómo va pidiendo la uña, que generalmente es de forma recta” (y no curva), puntualiza Montero, quien señala que aquellas personas que tienen problemas para agacharse y hacerlo por sí mismas pueden acudir a la consulta del podólogo para ello.
Otra medida importante para evitar que las uñas se claven es utilizar zapatos amplios, “con suficiente volumen para que no rocen”. La peor opción es el calzado “de puntera estrecha o muy rígida”. En el caso de los niños, lo recomendable es que no abusen del calzado deportivo.
El podólogo también aconseja seguir unos “buenos hábitos higiénicos, prestando atención al adecuado secado de la piel”. En este sentido, también es recomendable evitar que los pies suden, utilizando calzado transpirable y adecuado para la época del año, calcetines cuando sea necesario, etc. El verano es un momento propicio para el sudor, pero, por otra parte, el uso de calzado abierto, como las sandalias, libera las uñas.
Tratamientos más adecuados
La dermatóloga explica las bases del tratamiento para los problemas de las uñas: “Lo primero es eliminar las causas que los producen. Tanto en el uñero como en la uña encarnada, en las fases iniciales se utilizan antisépticos y antiinflamatorios. En ocasiones es necesario realizar el drenaje de la piel que está inflamada y con pus y prescribir un antibiótico por vía oral”.
En el caso de las uñas que se clavan en los dedos de los pies, Montero recalca que el proceso terapéutico “es muy sencillo, pero es importante hacerlo bien y el profesional más adecuado es el podólogo”. El primer paso es realizar el procedimiento que se conoce como espiculectomía, que consiste en “cortar el pico de la uña que se está clavando”.
En segundo lugar, además de valorar la necesidad de aplicar antiinflamatorios y antibióticos, si se aprecian complicaciones (la uña se sigue clavando, empeora la inflamación, se forma una especie de quiste conocido como granuloma…) puede ser necesario efectuar “una pequeña cirugía con anestesia local, en la que se limpia bien la zona”.
Otro tratamiento que se puede aplicar es la ortonixia, que está especialmente indicado para aquellas personas más propensas a padecer uñas encarnadas, con el fin de evitar que vuelvan a aparecer. “Es algo parecido a la ortodoncia de los dientes, pero en las uñas de los pies”, explica el podólogo. Se basa en la colocación de dispositivos metálicos, composíticos o resínicos con el objetivo de modificar la curva de la uña, de tal manera que se aplane y deje de clavarse.
Asimismo, en algunos casos se puede efectuar una reconstrucción ungueal, que permite devolver a la uña su aspecto normal. Esta técnica podológica no solo tiene fines estéticos, ya que también protege el lecho en el que crece la uña y, en definitiva, contribuye a evitar que se vuelva a hundir.