Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos
Una de cal...
La reacción de trabajadores y trabajadoras, la pelea sindical, los gestos a favor que dio la comunidad y la marcha atrás del gobierno provincial respecto del aumento en la alícuota de Ingresos Brutos permitieron que finalmente se garantizara el funcionamiento de las nueve sucursales del Banco Nación que habían quedado bajo amenaza de cierre.
El gobierno de Javier Milei, por vía del directorio de ese organismo, había puesto a andar la motosierra con la advertencia de que mocharía lo que ese banco significa para las localidades de la provincia, no sólo como fuente laboral y como herramienta facilitadora de la producción y de los servicios, sino también como símbolo de desarrollo y pertenencia.
Aunque el recálculo del gobernador Sergio Ziliotto desde ya tiene un costo político porque la oposición le echa en cara que falló en el camino elegido, es también una forma de reconciliar a la actividad política con la realidad, en un momento especialmente penoso para los sectores trabajadores, donde además la correlación de fuerzas perjudica todavía a los espacios de la producción.
Al gobierno nacional le importa de modo privilegiado y podría interpretarse que excluyente llegar al déficit cero, sin que tengan ninguna incidencia en ese caso los costos que deban pagar los mismos de siempre: los sectores vulnerados, las personas pobres e indigentes, los trabajadores comunes, las personas que estudian, los y las docentes, las personas jubiladas, por mencionar sólo algunos integrantes de la larga lista de afectados.
En ese panorama, el gobierno pampeano intentó aportar un poco de raciocinio y sensibilidad, aún cuando la medida pueda cuestionarse porque va a contramano de lo que había decidido antes y porque antes puede entenderla como una demostración de tibieza, que de todos modos asomaba como una de las pocas posibilidades de garantizar que los números cierren "pero con la gente adentro".
Luego del final, relativamente feliz pero que cargará sobre las espaldas del Banco de La Pampa nuevos costos al menos por cuatro meses, las lecturas se hacen también de acuerdo a conveniencias y expectativas, y los relatos se arman pensando en lo que vendrá.
Resultó al menos curioso que el primer anuncio formal lo hiciera Martín Matzkin, quien aceitó encuentros de legisladores opositores con el presidente del Banco Nación y después fue el primero en anunciar la decisión de que las sucursales sigan abiertas.
Matzkin es pampeano e integra las filas del gobierno libertario, pero en el ámbito del Ministerio de Seguridad que comanda Patricia Bullrich, por lo que su aparición en escena, y aunque faltan largos meses para las legislativas del año que viene, puede ser también la punta de un iceberg preelectoral.
...y una de arena...
Otros dos pampeanos del PRO también fueron noticia porque hicieron lo que de todos modos no sorprendió a nadie: como parte del arreglo de toma y daca que cocinó el macrismo con el gobierno libertario respaldaron con su voto el veto del presidente Javier Milei al financiamiento universitario que se había aprobado por ley y con un amplio consenso.
Los diputados nacionales Martín Maquieyra y Martín Ardohain, ya considerados "héroes" por el mismo personaje que los llamó integrantes de un "nido de ratas", sumaron una nueva contribución de peso al tremendo ajuste que viene castigando a los sectores populares y pisoteando asuntos de la soberanía argentina.
La prestación de Maquieyra y Ardohain se suma a su avanzada contra el mejoramiento del ingreso de las personas jubilados, ese otro veto de Milei que fue festejado con un asado por quienes intervinieron de manera directa en esa reducción del poder adquisitivo de los trabajadores de toda una vida.
Las argumentaciones falaces que han tenido lugar en las bocas que sostienen el relato oficialista respecto de las universidades causarían vergüenza si pudiera decirse que se trata de dirigentes que en algún lado la tienen.
El desvío de la cuestión de fondo que han hecho dirigentes y operadores mediáticos es insostenible y ofensivo, y sigue la línea de exacerbada violencia que el presidente viene ejerciendo desde lo verbal, gestual y discursivo en cada una de sus apariciones, llenando de tóxico el ambiente público y desconocimiento que a toda acción corresponde una reacción.
Ardohain sobreactuó para victimizarse una situación que debiera ser absolutamente lógica y normal: estudiantes y docentes lo esperaron en el aeropuerto local, haciéndole saber que en su territorio se granjea antipatías con sus procederes, lejos de cualquier manifestación violenta y sin que hubiera las "piedras" que Ardohain inventó en sus redes sociales, ya absolutamente cebado en la pronunciación de falacias y mentiras.
Estudiantes y docentes le querían entregar una nota, hacerle conocer su posición y, ¿por qué no?, plantearle que su proceder había sido una traición, pero Ardohain se sintió más cómodo buscando ayuda policial para encontrar una puerta alternativa y meterse en un patrullero, huyendo "como una rata", según la apropiada metáfora de una estudiante, que en realidad tomó el mote que el propio Milei ya había utilizado en forma institucional.