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EL DIARIO digital
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Una de cal
Los sectores políticos más institucionalizados, que además son los que más seriamente toman la relación del Estado con la población, salieron prontamente a abrir el paraguas ante la ofensiva de sectores ultras para conformar supuestas coaliciones políticas con una desesperada antelación.
La estructura del radicalismo y las intendencias que tienen dirigentes de Juntos por el Cambio se posicionaron con velocidad en ese sentido para derribar prontamente la operación política de espacios que hicieron confluir a posicionamientos ideológicos extremos con dirigentes marginales en sus propios sellos partidarios.
Contribuyó a esa rápida y ordenada reacción el hecho de que el vocero de una reunión que se pretendía secreta fuera nada menos que Pedro Pisandelli, un personaje que fue funcionario en el gobierno macrista y al que de pronto no se vio más en los lugares que solía frecuentar, porque se instaló en España, "con una mano atrás y otra adelante", según él mismo graficó.
Reaparecido en acción, protagonizó un curioso encuentro con agrupaciones partidarias volcadas a la derecha del mapa político, en el que estuvieron el Movimiento de Integración y Desarrollo, el Movimiento Federalista Pampeano y las figuras principales de La Libertad Avanza y de Comunidad Organizada, sectores que fogonean una extendida alianza antiperonista.
A esa runfla se sumaron dirigentes que en sus partidos son mirados de reojo o que no tienen real representatividad, como Pisandelli y Darío Casado en el PRO, o Federico Roitman y el exintendente Leandro Altolaguirre en la UCR, todas referencias que vienen apostando desde los extremos ideológicos a que sus partidos confluyan en un espacio común con el afán de vencer al justicialismo sin que tampoco importe demasiado con quiénes o de qué manera.
La precocidad de Pisandelli le jugó una mala pasada: ansioso de protagonismo personal, además en un contexto donde el ruido en el PRO implosionó en una guerra sin cuartel entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich, ventiló asuntos que sus interlocutores no tenían muchos deseos de hacer públicos y eso derivó en que la mentada movida para una supuesta alianza muriera antes de nacer.
Por otra parte, como pusieron de relieve las intendencias de la UCR y el PRO en la cumbre que hicieron en Quemú, el calendario todavía tiene tiempo de sobra para ocuparse de asuntos electorales y armados partidarios o de coaliciones, sobre todo en un tiempo en el que las dirigencias que tienen al mando cuestiones ejecutivas deben afrontar asuntos más importantes y más urgentes.
Hasta las referencias de Javier Milei en La Pampa salieron a rechazar la idea de un rejunte, aunque lo hicieron con las ambigüedades y contradicciones que ya caracterizan al espacio de la Libertad Avanza: dijeron por un lado que tienen el objetivo de asistir por su cuenta y en soledad a las legislativas de 2025, pero aclararon que también sueñan con un frente electoral al que se le sumen sellos sin chistar ni plantear disidencias.
y una de arena
La gestión de la Municipalidad de Santa Rosa volvió a quedar en el centro de la escena durante la semana que se fue a partir de varias cuestiones, pero fundamentalmente por la advertencia que hizo la Asociación de Trabajadores del Estado respecto de un "vaciamiento" en el Centro Municipal de Cultura complementado con situaciones de maltrato o "violencia institucional".
Aunque la responsable del área, Natalia Lara, salió a dar las respuestas del caso, enumeró algunas acciones y políticas y aseguró que el espacio estaba lleno de políticas y contenido, lo cierto es que la comuna suma un nuevo conflicto con sectores trabajadores, ante los cuales también suele ser parte de la respuesta una suerte de ninguneo de las organizaciones sindicales, o al menos una decisión de relativizar su protagonismo en los hechos.
La sucesión de enfrentamientos de ese tipo que ha tenido que afrontar la administración local pone en evidencia que es un asunto no del todo bien manejado por las autoridades, que frente a reclamos o planteos concretos a veces tienen la estrategia de dilatar situaciones o esperar simplemente que el tiempo calme las aguas, cuando en realidad en ese tipo de tensiones ocurre exactamente lo contrario: el paso de los días y semanas sin soluciones concreta genera más rispideces.
En Género, en la Radio Municipal, con el personal que controla el estacionamiento, con recolectores de residuos, o con otros sectores representados por el Sindicato de Obreros y Empleados Municipales (SOEM), la gestión de Luciano di Nápoli y Carmina Besga ha acumulado problemas que a veces ni siquiera parecen surgir por cuestiones de fondo, pero que extienden y exacerban malestares.
En ese marco no es extraño que la oposición política decida jugar a fondo con algunas de las herramientas a su alcance para seguir haciendo mella sobre la representación oficialista, y en ese sentido también es absolutamente comprensible que hayan surgido preguntas concretas respecto del sistema de estacionamiento medido que sufrió severas fallas, al parecer como consecuencia de un hackeo.
Es imposible no plantear al respecto algunas dudas, sobre todo porque en su momento se agitó la implementación de esa aplicación como una garantía de eficiencia, modernización y transparencia, características que quedan inmediatamente puestas en duda después de ocurrido el episodio que dejó al sistema directamente fuera de juego, y que según trascendió bien podría haber afectado a otros sectores del funcionamiento administrativo municipal.
También fue desprolijo el modo en que la aplicación volvió a implementarse, con usuarios y usuarias quejándose a viva voz porque encontraron desaparecidos los saldos que tenían en el momento previo a que se cayó la aplicación.