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EL DIARIO digital
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Una de cal
El Concejo Deliberante le dio aprobación al proyecto que da estímulo y respalda al movimiento cooperativo de Santa Rosa, mediante el cual el municipio se compromete a priorizar la oferta de las organizaciones de la economía solidario que ofrecen productos y servicios que la comunidad necesita.
La gestión de Luciano di Nápoli se hizo eco, al atender esta demanda, de las políticas públicas exitosas que en ese sentido aplicaron los gobiernos nacional y provincial en los últimos años, antes del desembarco del presidente Javier Milei, quien ya se sabe que lidera una ofensiva para destruir el Estado, y también el mundo del trabajo y de las cooperativas, al que despectivamente llama colectivismo.
Justamente los colectivos que se crearon en los últimos tiempos, y que germinaron tareas y fuentes de trabajo, celebraron la aprobación de la ordenanza, en la semana que se fue, una normativa bastante básica y sencilla, que de algún modo imita el recorrido demostradamente exitoso del "compre pampeano", pero en ese caso haciendo foco sobre las entidades cooperativas.
Una de las sorpresas fue que la aprobación fuera por simple mayoría y que la viceintendenta Romina Montes de Oca tuviera que desempatar, porque no hubo nadie de la oposición que marcara diferencias y tratara despegarse del posicionamiento que esa sola actitud implica en el actual contexto: macristas, tiernistas y también radicales obraron en el cuerpo legislativo comunal como si fueran libertarios, buscando excusas para poner palos en la rueda del crecimiento de un sector que se ha demostrado honesto y competitivo.
Se descontaba que la oposición recalcitrante iba a sostener un posicionamiento contrario al de la propuesta del Ejecutivo, pero después de que en comisiones concejales y concejalas escucharan los planteos de las propias cooperativas y las aclaraciones y detalles del Ejecutivo respecto del sistema planeado, resultó por lo menos extraño que nadie se saliera del molde para acompañar el proceso, aún de manera crítica o con disidencias.
El sistema político está conmovido y naturaliza comportamientos culposos de sus propios actores, que se ven sobrepasados por el fenómeno Milei, todavía no alcanzan a entender el comportamiento del voto popular y toleran desde comportamientos y decisiones que en otro momento hubieran implicado escándalos, denuncias judiciales o pedidos de Juicio Político: esa suerte de pacto, tácito o explícito, empuja a determinados dirigentes hacia la crueldad.
Quizá no es tan grave como el ataque a los jubilados que concretaron en el Congreso de la Nación, pero el ninguneo que la UCR, el PRO y Comunidad Organizada le dedicaron en el legislativo local al movimiento cooperativo sólo puede explicarse en ese marco en el que la avanzada del odio ha logrado que todo acuerdo estatal con actores sociales -desde los Derechos Humanos hasta la alimentación- pueda primero que nada ser interpretado como un "curro" y con esa excusa se embanderan no sólo detrás de proyectos concretos sino muchas veces de identidades que están muy arraigadas en la historia y en los territorios.
y una de arena
El panorama incluyó en el caso de las cooperativas la oposición mediante un mensaje público del Sindicato de Obreros y Empleados Municipales (SOEM), o mejor dicho de su secretario general Omar Rojas, quien confesando su absoluta ignorancia sobre el tema prefirió vociferar un rechazo sin ton ni son.
Fue el propio dirigente el que dijo que no había leído el proyecto, pero sin embargo pataleó en su contra con un motivo insólito y que bordea la paranoia, ya que se le dio por interpretar que de ese modo se abría camino a que las cooperativas pudieran terminar desempeñando el trabajo que hoy hacen los y las municipales.
El SOEM llamó a un paro, no por esa razón sino por otras, que tampoco estuvieron muy claras, y encontró un muy escaso eco entre trabajadores y trabajadoras, aún cuando hay quienes sienten real molestia con algunas decisiones y conductas de la gestión municipal: la representación sindical de Santa Rosa viene dañada desde hace tiempo no sólo porque no cambian las caras sino por los vaivenes y cambios de rumbo.
Esa realidad vuelve todavía más innecesario el proceder de las autoridades comunales, si es que de verdad apretaron a quienes querían adherirse a la medida o piensan descontar el día de paro como si no fuera un derecho del sector trabajador reclamar de esa manera.
La conflictividad sindical de todos modos es un signo inevitable de la hora, como son inevitables ciertas contradicciones o ambigüedades, que muchas veces ni siquiera se pueden endilgar a los y las protagonistas, sino directamente al tiempo que se vive: tal vez por esa razón la Intersindical volvió sobre sus pasos, después de convocar a un paro contra el gobierno provincial, ni bien se abrió una nueva puerta para el diálogo.
Que los gremios y el gobierno hubieran llegado a ese punto de aparente no retorno no tenía sentido en un proceso en el que, como dijeron estas líneas, las distintas partes comparte diagnóstico y objetivo, y lejos están de ser responsables de la realidad patética que padecen los sectores más vulnerables a partir de las decisiones del régimen libertario.
En esas circunstancias el comportamiento y las decisiones del gobierno provincial han estado a la altura, proponiendo incrementos salariales más altos que en cualquier otro lugar del país y promoviendo una carga impositiva para los sectores enriquecidos en beneficio de quienes sufren la emergencia alimentaria.
En cambio, otros actores de la política vernácula no dudan en atender a los espacios privilegiados de casi siempre, perjudicando casi de modo festivo a los sectores populares: los macristas Martín Ardohain y Martín Maquieyra, oficialistas de La Libertad Avanza, se tiraron con el bolsillo de los jubilados y dejaron en el arcó de los recuerdos su mentado republicanismo para bancar ahora el veto que Milei ya agita a los cuatro vientos, reafirmando sus modos imperiales y haciendo notar de qué sería capaz si le dan facultades especiales.
En este caso, a contramano de lo ocurrido en el Concejo Deliberante, la radical Marcela Coli no cayó en la trampa: tuvo suficiente lucidez, decencia y dignidad como para apartarse de la alianza de la crueldad y votar a favor de jubilados y jubiladas.