Opinion

La casta avanza: autosalariazo y freno a la imprescindible obra pública 

El espectáculo del Senado da pena y va a contrapelo de una realidad en que la pibada más vulnerable de Santa Rosa ni siquiera puede ir al colegio; en la Legislatura provincial también tiran de la cuerda en exceso y se saca de escena lo que debe ser el centro de la escena: la realidad, que es la única verdad.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

 

En un contexto de penurias económicas historias, con un gobierno nacional dispuesto a ir a fondo en su andanada generadora de pobreza y desigualdad, integrantes de ese espacio que dio en llamarse "casta política" concretaron en la semana que se fue un paso que los distancia aún más de la sociedad a la que dicen representar.

El escenario fue el desprestigiado Senado de la Nación, donde entre gallos y medianoches senadores y senadoras de todos los espacios políticos arreglaron aumentarse sus dietas, ya millonarias, a contrapelo de una realidad social que estalla en las calles, en los barrios, en las oficinas, o en las ferias.

El autosalariazo senatorial contó con el aval de quienes representan a La Pampa en esa Cámara Alta, con distintas banderías políticas: el justicialista Daniel Bensusán se alineó con su bloque de Unión por la Patria, el radical Daniel Kroneberger fue uno de los principales impulsores del aumentazo y la macrista Victoria Huala, como el resto de quienes formaron parte de esa sesión, avaló de modo cómplice lo que se hizo por más que después de la reacción social intentó sacar un rédito oportunista, demagógico e hipócrita, según definieron sus propios colegas.

En el mismo momento en que legisladores y legisladoras concretaban su enésimo acto para garantizar y potenciar privilegios, en La Pampa unos 1.500 pibes y pibas se quedaban sin la posibilidad de ir a sus escuelas primarias porque un cortocircuito entre empresarios y Ministerio de Educación dejó sin transporte a las infancias más vulneradas de Santa Rosa.

Pocos ejemplos más claros de las tan distintas veredas en que parecen estar la comunidad que padece la realidad, como única verdad, y la dirigencia política que supuestamente "la ve" y es la que tiene en teoría la obligación de representar a la ciudadanía.

Para completar el colmo de ese descaro, algunos senadores y senadoras que habían respaldado el auto-salariazo salieron a hacerse los inocentones, a fingir demencia e indignación y propusieron un proyecto para dar marcha atrás con la medida que habían pergeñado sin decir nada, y que se votó en forma "canuta", sin argumentación, sin debate y sin dejar registro formal de lo ocurrido.

Muy dado al aprovechamiento de cualquier circunstancia en las redes sociales y ostentando como pocos su nivel de cinismo, el presidente Javier Milei vituperó el comportamiento "de casta", como si los representantes de La Libertad Avanza hubieran actuado de modo distinto, o como si no fuera él mismo el que hace algunas semanas se dio un millonario aumento que sólo revisó cuando lo encontraron con las manos en la masa.

En la misma semana, además, y para acomodar a los nuevos integrantes de la casta, el gobierno nacional también elevó a rango ministerio a sus mejores exponentes, como la hermana presidencial Karina Milei o el vocero Manuel Adorni, entre otros privilegiados del régimen, que ahora gozarán de mejores salarios, en el marco de un festival del nepotismo y el despilfarro mientras en la vida real el pueblo apenas si consigue para acceder a los servicios, para pagar un alquiler, para trasladarse al laburo o simplemente para comer.

 

…y una de arena…

 

Aunque incomparable en el grado de alejamiento que provoca respecto de la ciudadanía de a pie, en la Legislatura Provincial también tuvieron lugar escenas que en principio parecen distanciar a quienes ejercen la representación de sus representados: el malogrado debate para la aprobación de una emergencia en la obra pública terminó con posturas no del todo afortunadas y dos grandes bloques tirando de la cuerda.

La puja política que por razones naturales tiene lugar en la Cámara de Diputados y Diputadas, caja de resonancia de la democracia, es legítima hasta que empieza a derivar hacia la politiquería, cuando las posturas encontradas tienden a lo berreta y en lugar de priorizarse las necesidades de la población se privilegian los intereses partidarios, sectoriales y a veces hasta personales.

Si el oficialismo y un sector importante de la oposición fueron capaces de avanzar en estas largas semanas hacia una posibilidad de acuerdo, es incomprensible cómo después de esas aproximaciones propias de la negociación política terminaron otra vez tan distantes y haciéndose mutuas acusaciones, victimizándose y sacando del foco del asunto lo que nunca debió perder ese lugar.

La emergencia es planteada por el gobierno provincial a raíz del insostenible ajuste de un gobierno nacional insensible y brutal, que directamente cortó de cuajo con la obra pública, uno de los motores de cualquier economía, pero sobre todo de las provincias donde no precisamente abunda el llamado mercado, característica de La Pampa.

Ante esa situación, el Ejecutivo pampeano se comprometió a seguir realizando inversiones que se necesitan en comunas gobernadas por referencias de distintos sectores políticos, que generan mano de obra en medio de una ola de despidos en la Construcción y que activan el comercio local como ninguna otra actividad económica, además de concretar para la población emprendimientos imprescindibles o de valor a veces incalculable para el mejoramiento de la calidad de vida.

Ese es el centro de la cuestión y aunque a cada espacio le asiste un poco de razón en sus planteos, es el rumbo de debate que no debe perderse: después habrá tiempo para las chicanas, posicionamientos y pases de factura, que incluso pueden ser atendibles y bienvenidos, siempre y cuando se comprenda la necesidad de atender lo que no sólo es prioritario, sino además urgente.

La sobreactuación opositora denunciando la supuesta "gravedad institucional" de que un sindicalista tome la palabra desde las gradas y "fuera de reglamento" contrasta con la palmaria pasividad con la que esos mismos sectores vienen aceptando los constantes abusos de poder por parte del gobierno nacional y naturalizando las formas de violencia con las que el propio presidente Javier Milei se maneja en las redes y en sus conductas cotidianas.

 

 

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