Opinion

La alegría de la Salud, la amargura del "oposicionismo"

La inauguración del nuevo Hospital es un avance de un sistema público y de una lógica de Estado presente y trabajadores imprescindibles; algunas referencias opositoras al discurso legislativo del gobernador fueron serias y sensatas, otras derrapan hacia la irrealidad.

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EL DIARIO digital

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La Provincia vivió en la semana otra jornada en que se mezcló el anuncio institucional con la alegría popular y de los sectores trabajadores: la inauguración formal del hospital de complejidad creciente, con el nombre que homenajea a René Favaloro, fue un momento histórico, esperado y demorado, que incluyó definiciones sobre políticas públicas y abrazos cargados de emoción.

La presencia del gobierno nacional por medio de la ministra de Salud Carla Vizzotti se complementó con una nutrida asistencia de sectores de la oposición política y en general de la mayoría de las representaciones institucionales de la Provincia y de la ciudad, que interpretaron que el momento debía ser reconocido como inolvidable.

También estuvieron presentes, en forma presencial o en los discursos oficiales (incluso del gobernador Sergio Ziliotto), otras figuras públicas que cumplieron un rol para que ese hospital pudiera ser una realidad y pase a ser también una suerte de orgullo regional.

No es casualidad que en ese contexto el jefe del Ejecutivo provincial haya abordado en su discurso legislativo la cuestión de la Salud Pública como aspecto fundamental frente al cual el Estado debe dar respuestas, pero en un contexto histórico y actual en el que es sabido que la respuesta pampeana ha estado en general muy a la altura de las circunstancias.

Partiendo desde ya de la base de que cualquier desarrollo tiene carencias y limitaciones, atendiendo a planteos sensatos que pueda haber sobre defecciones regionales o de ciertas personas, resulta innegable -porque además es repetido en otras jurisdicciones- que nuestra provincia tiene un sistema sanitario que merece ser defendido, y ese es un mérito que excede a las autoridades y que es concebido con convicción por los propios trabajadores y trabajadoras.

Las respuestas que La Pampa dio durante la pandemia, pero otros numerosos aspectos de los últimos años que han puesto a prueba el funcionamiento del sistema -desde el aborto legal, seguro y gratuito hasta el descenso de los índices de embarazo adolescente, pasando por la histórica marca de mortalidad infantil- permiten concebir la existencia de un piso desde el que sería deseable plantear que "nunca menos".

Esa realidad, junto a otras surgidas del área educativa y de ingresos, es la que llevó a La Pampa a liderar el ranking de provincias con mayor desarrollo humano, según el índice elaborado por la Organización de Naciones Unidas en el año 2021, estudio que le permitió al gobernador jactarse de que "los pampeanos y las pampeanas gozamos de una calidad de vida infrecuente en el país".

Sin perder noción de todos los costados en que la provincia tiene que mejorar, y sin dejar de sostener una mirada crítica para que no se naturalicen aspectos negativos, mal pueden negarse o ningunearse los avances en el área de la Salud Pública: algunas posturas en ese sentido ni siquiera se comprenden en campaña proselitista y en boca de dirigentes que parecen competir para ser campeones del mundo de la oposición.

 

…y una de arena…

 

Cierto es que el gobernador usó su gestión y su mensaje para hacer campaña por su propia reelección, como citó la diputada María Laura Trapaglia, que también utiliza su banca y sus discursos como legisladora para autocandidatearse a la reelección en ese cargo.

La mirada culposa de la política, que es presentada muchas veces como un territorio de lo feo, sucio y malo, dispara sobre todo en las fuerzas macristas -más que nunca en estas horas conducidas desde oficinas porteñas- una tendencia a alejarse de la realidad e incluso a debilitar su propia construcción.

La burbuja en la que vive el macrismo pampeano, le permitía aventurar un triunfo en la interna contra el radicalismo bajo la convicción de que reina en el pueblo (al que llaman "la gente") una ola que reconoce al neoliberalismo como única salida, y bajo la creencia de que ya no tiene sentido la política tradicional de las visitas al territorio, las propuestas de políticas públicas o el diálogo con personas y sectores.

Aun tras la derrota, esas diferentes lógicas siguen en el candelero opositor: tras el discurso oficial, el jefe de la bancada radical Francisco Torroba expuso disidencias, algunas críticas fuertes, pero también coincidencias con determinados ejes que sostiene el actual oficialismo.

La oposición tiene muchos puntos de posible entrada sobre el discurso de Ziliotto: algunas de sus afirmaciones pueden ser puestas en duda, otras son discusiones ideológicas y metodológicas, hay en el medio varias medidas verdades que pueden ser debatidas, pero el PRO prefiere un tono en el que directamente propicia la destrucción de lo logrado y considera que nada hay de positivo en 40 años de gobiernos peronistas en la provincia.

Cuando esa crítica derrapa hacia el ninguneo de la Salud Pública, por ejemplo, es imposible no repasar que las voces que elevan el reproche son las mismas que acompañaron sin chistar al gobierno de Mauricio Macri que degradó al sistema sanitario al punto de dejarlo sin Ministerio.

El PRO llegó a sostener que el gobernador sostuvo algunas de las afirmaciones de su mensaje en "fuentes incomprobables", cuando basó la mayor cantidad de sus referencias no solo en estadísticas oficiales, sino en -nada menos- informes de la CEPAL y estudios de Naciones Unidas.

El afán de representar a la dirigencia centralista que busca la presidencia, encierra para el PRO el peligro de amesetar su crecimiento en territorios provinciales, si es que prefiere vivir del negocio de la grieta que venden los medios del establishment, en vez de reconocer ciertas realidades que están a la vuelta de la esquina y al alcance de la mano.

Eso no significa hacer seguidismo ni convertirse al oficialismo, pero a 40 años de democracia, el sistema político necesita que, para encontrar soluciones a los verdaderos problemas de la comunidad, las oposiciones también estén a la altura de esos desafíos y puedan ejercer su poder de crítica y de denuncia sin perder seriedad ni sensatez.

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