Opinion

Un índice de Desarrollo Humano que confronta con la mirada apocalíptica

Cifras oficiales de la ONU destacan el papel de La Pampa en el concierto nacional, y en un tiempo crítico, respecto de la Salud, la Educación o los ingresos. Sin embargo en campaña electoral hay sectores que creen que "vale todo" y se replican acríticamente los discursos resentidos e irracionales.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

La Pampa es la provincia que tiene el mejor índice de Desarrollo Humano, según las cifras que acaba de difundir la Organización de Naciones Unidas, y que pertenecen en realidad al año 2021.

Esa estadística, además, demuestra que la provincia mejoró su "performance" en los años previos para escalar en ese ranking que tiene en cuenta a todas las jurisdicciones del país y que esencialmente toma como columna vertebral aspectos vinculados con la Salud, la Educación y los ingresos.

La vida cotidiana de pampeanos y pampeanas aporta, necesariamente -y bienvenida sea- una mirada cuestionadora sobre esa realidad: es la ciudadanía, y no los organismos oficiales ni los documentos internacionales, la que permite ver avances y retrocesos, carencias y limitaciones, injusticias e inequidades.

Estas líneas suelen advertir sobre inconvenientes en el funcionamiento del Estado, porque también son su función y su expectativa: el posicionamiento crítico es el único que permite que los progresos no se detengan, salir de la inercia conservadora, aspirar a mejores logros sociales.

La Salud y la Educación de la provincia tienen sus problemas y episodios paradigmáticos negativos, en el marco de un tiempo complejo, en un mundo que cambia a una velocidad desacostumbrada y en el que se ponen en juego subjetividades de una diversidad en otros tiempos desconocidas.

En ese ambiente y esa circunstancia, después de una pandemia cruel, en el marco de una crisis económica mundial que sacude especialmente a la Argentina por muy diversas razones, con el peso de una macroeconomía dificultosa, el Estado pampeano -y puntualmente su Salud y su Educación- han estado en general a la altura de las circunstancias para contener y promover a una comunidad que tiene sus particularidades, como todas, en un territorio extendido y a veces incómodo.

Eso no implica dejar de atender las necesidades que de diversos modos se manifiestan, como no supone congraciarse con algunas posturas oficiales, ni ignorar las incompetencias de ciertos niveles del funcionariaje, ni dejar de señalar la posibilidad de debate respecto de la prioridad de las inversiones que se realizan.

Pero tampoco está mal que esas observaciones y cuestionamientos puedan reparar en los contextos, comparar con otros tiempos y otras geografías, entender que esos panoramas no son nunca una foto sino una película, salir de la lógica de la propaganda pero también de la del drama apocalíptico.

Muy dificultosa se vuelve esa posibilidad en plena campaña electoral, porque casi como si estuviera a la defensiva el gobierno intenta publicitar esas cifras mientras sectores opositores denostan hasta los mejores logros sociales, porque ya demostraron tiempo atrás que en afán de cumplir con ciertos objetivos para la toma del poder, son capaces de todo.

…y una de arena…

El diputado nacional Martín Maquieyra, en su rol de precandidato a la gobernación como delegado del PRO nacional y porteño, arremetió de tal forma contra los sistemas de Salud y Educación de La Pampa que se permitió desconfiar de esos índices de la ONU, o relativizarlos para considerar que su propia mirada de la realidad es más fiel indicadora de lo que está pasando y lo que no.

El ombliguismo es también una característica de ese centralismo porteño que, a veces sin distinción de fuerzas políticas, suele comandar la Argentina de espaldas al llamado "interior", aunque llenándose la boca con palabras como "federalismo" y "republicanismo".

También la memoria, en ese terreno, escasea: el PRO en el gobierno nacional directamente eliminó el Ministerio de Salud, del mismo modo que erradicó el derecho laboral de la docencia de tener una paritaria libre, y sin embargo esas medidas en contra del interés popular son disimuladas o directamente caen en el olvido merced también el trabajo fino que hacen los medios del establishment pertenecientes a grandes corporaciones.

Hubo un tiempo en que la actividad proselitista tenía ciertos límites en su desarrollo, sobre todo en territorios como el pampeano, donde incluso las personas que se postulan a cargos políticos forman parte de ese universo en el que "somos pocos y nos conocemos muchos".

Sin embargo, el desembarco de las lógicas porteñas, asociadas al impacto de las redes sociales, en un tiempo donde los discursos del odio y el lawfare pululan con inusitada potencia, permiten también en nuestra provincia la difusión de consignas extremas, o verdades no comprobadas que se basan más en el resentimiento que en la racionalidad.

Maquieyra usó en las últimas horas la muerte de un niño para arriar agua al molino de su campaña: relató un hecho del año 2021, que además se demostró equivocado y con interpretaciones desde la ignorancia, para atacar a un sistema de Salud que es ejemplo en el país -independientemente del rol que corresponda al gobierno- por la capacidad, el tesón y el compromiso de trabajadores y trabajadoras del sector.

No es azaroso que esos planteos del postulante hayan encontrado respuesta no en el partido del gobierno, sino en un profesional que sabe de lo que habla, porque día a día lidia con distintos aspectos de la vida de un sistema de Salud: Claudio Acosta, médico del centro de salud barrial estigmatizado por el candidato, lo expuso como mentiroso, cobarde y canalla, según los términos con los que calificó su operación de campaña.

Acosta está insospechado de defender al gobierno peronista, porque incluso es dirigente político y candidato de otro partido opositor, pero en todo caso lo que hace es practicar cierta sensatez elemental que corresponde a quienes todavía interpretan que la actividad política es una genuina herramienta de transformación y no solo un método de llegar a manejar el poder y el presupuesto en beneficio de los poderosos de casi siempre.

Pintar la aldea pampeana como si fuera apenas un rejunte de políticas atrasadas y dinosáuricas solo puede ser el resultado de una mirada absolutamente antipopular y alejada del interés de la comunidad, o el fruto de la mala intención puesta al servicio de los réditos electorales.

Así como en el nivel nacional un modo de hacer campaña es quejarse vivamente de "este país de mierda", hay una ofensiva local para instalar un discurso según el cual La Pampa es, también, una "provincia de mierda" de la que todos se quieren ir porque no hay trabajo, ni expectativas, ni esperanzas, ni nada bueno que hacer, digan lo que digan los números de la ONU.

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