Opinion

La dura resistencia al centralismo y un show de la politiquería

Los vínculos entre el fallo antifederal de la Corte Suprema y el comportamiento de la mafia judicial; el centralismo también practicado por dirigentes de nuestra provincia y un espectáculo preelectoral plagado de improvisaciones e irresponsabilidades.

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EL DIARIO digital

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Una de cal…

El presidente de la Nación y los responsables de las gobernaciones, entre ellos el pampeano Sergio Ziliotto, decidieron hacer una demostración de fuerza -siempre relativa- frente a una nueva ofensiva de la Corte Suprema de Justicia en su desembozada intromisión política, ocupando espacios que no le pertenecen y tomando decisiones que invaden a otros poderes constitucionales.

En medio del clima festivo por el campeonato mundial de fútbol, y sabiendo claramente que no es un tema que genere alerta en los sectores populares, la nueva decisión de quienes ocupan el máximo organismo judicial fue perjudicar al federalismo y las provincias y definir un obsceno privilegio para el centralismo porteño y más específicamente para el candidato presidencial del PRO Horacio Rodríguez Larreta.

La Corte le cede en bandeja al alcalde porteño el manejo de suculentos fondos públicos que pertenecen en realidad a la coparticipación del resto de las provincias, perjudicadas, marginadas y ninguneadas históricamente.

La decisión del Poder Judicial para beneficiar a ese territorio, a ese sector político y a ese dirigente se veía venir a partir de los indisimulados vínculos entre esos espacios involucrados, pero eso no implica que no se trate de otro comportamiento fuera de toda imparcialidad: justamente una de las situaciones institucionales más graves es la naturalización de este tipo de comportamientos.

Frente a semejante conducta del organismo que debiera ser ejemplo, pocas chances les quedan al resto de las instituciones de responder con decoro, sobre todo porque en el medio de ese tipo de procesos habrá interpretaciones de los medios del establishment, que dominan el mercado y la opinión pública, y que son voceros de las corporaciones: es una lucha desigual donde lo que aparece garantizado es el triunfo de los poderes antidemocráticos.

El Poder Judicial argentino necesita una urgente reforma que lo vuelva una institución de mediano prestigio, en la que las personas comunes puedan confiar, pero una y otra vez los intentos por generar esos cambios imprescindibles chocan con la infranqueable resistencia de sectores anquilosados que reproducen sus lógicas al margen del sistema democrático, que tienen sus propias reglas y que diariamente trabajan para garantizar sus privilegios.

Durante los últimos años se han expuesto infinidad de casos que demuestran no solo el machismo, el clasismo, la arbitrariedad y el centralismo, no solo la persecución de determinados sectores y personas, no solo los altos niveles de corrupción y protección de intereses espurios, sino que directamente han funcionado bolsones de una auténtica mafia judicial, que lejos de tener un lugar marginal en ese poder es centro neurálgico de su toma de decisiones, su funcionamiento y su posicionamiento ideológico.

Mientras tan luego el Poder Judicial se caracterice por esas formas, tome decisiones a su antojo, pase por encima de los Ejecutivos y del Congreso, invente causas y decida gobernar sin necesidad de votos populares, será poco menos que imposible imaginar un sistema saneado, donde esa palabra tan agitada en los discursos (el "republicanismo") pueda aunque más no sea acercarse a ser una realidad.

...y una de arena…

El cierre del plazo para la presentación de listas por parte de los partidos políticos con vistas a las elecciones del año que viene dejó un tendal de comentarios e interpretaciones, a partir de la prioridad que en el proceso tuvieron -especialmente en la alianza antiperonista- las chicanas, las maniobras y las desprolijidades.

Así, y mucho más allá de las cuestiones propiamente políticas que se dirimirán en su momento en las urnas, lo que quedó como consecuencia es una sensación de profundo desorden, una clara intromisión de los dirigentes porteños en la definición de candidaturas y una reafirmación de la falta de contacto real entre las dirigencias y los habitantes comunes, en este caso de La Pampa.

El desenlace de las llamadas conversaciones en el seno de Juntos por el Cambio terminó siendo un show lamentable, con insultos, empujones, sospechas de maniobras oscuras, falta de información y transparencia.

Tan vergonzosa resultó esa instancia para la dirigencia del radicalismo, que las propias primeras líneas de ese partido vivieron ese trámite, en las horas subsiguientes, como si fuera una derrota que genera pesadumbre, mientras el espacio "Nuestra Causa" se animó a poner en un documento la generalizada sensación reinante: "un triunfo de la improvisación y la irresponsabilidad".

Muy dificultosa le resultará a ese espacio presentar en sociedad una propuesta política que explique cómo mejorar los asuntos en que el actual gobierno provincial muestra limitaciones, carencias o directamente incompetencias.

El espectáculo de la política, lo que la ciudadanía observa de sus representantes, va mucho más allá de la acción cotidiana en las instituciones de las que formen parte: este despliegue de situaciones incluso bizarras, de muy dudosa legitimidad, termina por favorecer la desde ya equivocada pero muy arraigada idea de que la dirigencia política solo genera gastos y problemas, en lugar de aportar soluciones.

El radicalismo ni siquiera logró informarle a la comunidad cuáles son los candidatos y candidatas que propiciará en los comicios del próximo 12 de febrero: esos nombres siguen siendo un misterio, lo cual constituye la evidencia de una debilidad extrema pero también de una contradicción mayúscula con los discursos que agitan la transparencia.

El PRO intenta disimular sus feroces internas con una nómina presentada con mayor prolijidad, pero que responde centralmente a órdenes emanadas desde las oficinas porteñas, que se han tomado la costumbre de digitar no solo nombres sino políticas, también a partir de que los exitosos resultados del año pasado fueron, entre otras cosas, fruto de esa estrategia.

La pregunta que queda flotando es cómo harán los dirigentes locales de la esa fuerza política para defender los intereses provinciales si finalmente aceptan de modo tan pasivo ser parte de una trama cuyo guión es elaborado en territorios tan lejanos al nuestro, en todo sentido.

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