Opinion

Una voz corporativa que añora un patriarcado intocable

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El Colegio de Abogados blanqueó su rol en el lobby para fustigar la perspectiva de género en los fallos judiciales.

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EL DIARIO digital

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El Colegio de Abogados terminó por blanquear lo que durante semanas se calló: el respaldo, cuando no una lisa y llana incitación, a las presiones ejercidas por un grupo de profesionales y una empresa mediática local para boicotear la aplicación de la perspectiva de género en los fallos judiciales.

De modo desembozado y contrariando incluso sus propias lógicas y costumbres, el organismo corporativo la emprendió contra autoridades de diversos ámbitos e incluso contra profesionales, trabajadores y trabajadoras del Poder Judicial.

Fue al difundir el documento que se supone síntesis de un "plenario" cuya sola convocatoria y organización ya era todo un mensaje respecto de cuál era el objetivo de esa juntada: arremeter contra los avances (aun así, insuficientes) que ha habido en el Poder Judicial durante los últimos años.

En el intento de no caer en una incorrección política más burda aun, el Colegio mezcla toda esa andanada con un planteo que sí es coherente, lleva largo tiempo de discusión y tiene aval generalizado: la necesidad de que los recursos de la Defensa Pública se puedan equiparar con los del Ministerio Fiscal, además de facilitar la autonomía del organismo, que formal y estructuralmente sigue dependiendo de la Procuración.

Ese punto es de verdad un asunto de genuino interés público, planteado hace tiempo, y desde la honestidad intelectual, por los propios conocedores de la realidad.

Pero en este contexto, quienes manejan la conducción de esa agremiación bastardean ese justo debate para meterlo en un cóctel en el que con retrasadas consignas salen a "sponsorear" los gritoneos de un minúsculo pero poderoso grupo de profesionales que agitó el tema en tándem con la empresa "La Arena S.A.", que desde hace tiempo hace bandera con su ataque a la perspectiva de género.

A fin de darle aire a esta campaña reaccionaria y pretendidamente restauradora, han sido notables la manipulación y las falacias que se han echado a correr en afán de defender a delincuentes sexuales y/o que ejercen la violencia de género.

Es probable que semejante confusión a la opinión pública sea el fruto tanto de alguna tendencia sicológica de ciertos protagonistas del micrófono, como la confluencia de intereses concretos de algunos actores, conveniencias de parte, una probable ignorancia respecto de algunos tópicos y -sobre todo- un indisimulable conservadurismo que añora los tiempos en que el patriarcado era intocable.

Esa reacción en defensa de históricos privilegios es hasta entendible de parte de actores privados, o de quienes hacen de la prensa un comercio, pero sí resulta grave que –incluso a contramano de lo que públicamente han advertido otros y otras profesionales- el Colegio haya elegido un camino de retroceso, abriendo la puerta además a las interpretación de que finalmente hay un grupo que maneja la agrupación gremial a su antojo.

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