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EL DIARIO digital
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Una familia oriunda de Corrientes denunció haber sido víctima de explotación laboral en un establecimiento rural cercano a La Maruja, en el norte pampeano. Llegaron con la promesa de un empleo digno, pero vivieron durante más de un mes en condiciones infrahumanas, realizando tareas sin horario, sin agua, sin camas y sin los pagos comprometidos. Terminaron abandonados en la terminal de General Pico, sin recursos ni rumbo.
El relato fue brindado por Raúl Aquino y sus hijos Santiago Javier y Sebastián Ramón, quienes describieron ante el portal En Boca de Todos HD el calvario que atravesaron: "Vinimos contratados como motosierristas, pero terminamos haciendo de todo: cargábamos rollos, trabajábamos hasta la madrugada, y dormíamos en un galpón con colchoncitos tirados en el piso", contó Raúl, de 60 años.
Según detallaron, el contratista identificado como José Maidana, de Buenos Aires les había prometido un salario de 800 mil pesos por persona. Sin embargo, al finalizar el trabajo solo les entregó 100 mil pesos a cada uno, argumentando descuentos por comida, traslados en remis y boletos de viaje. "Nos daba la comida, pero después la descontaba. Incluso prometió carne vacuna y solo nos dio jabalí", recordaron.
A la difícil situación económica se sumaron condiciones de vida precarias: sin agua corriente, sin electricidad estable, sin duchas ni camas, y con un panel solar que apenas cargaba los celulares. Además, relataron que la esposa y la hija embarazada de Raúl también fueron obligadas a trabajar cargando rollos. "Cuando se descompuso mi hija, él prometió ayudar, pero solo pagó un remis una vez", afirmó.
Sin respaldo ni protección
Tras un mes de trabajo, Maidana los trasladó a General Pico en un flete y los dejó en la terminal sin explicaciones ni medios para regresar a su provincia. "Sacamos un préstamo con la jubilación de mi padre para viajar a Buenos Aires, donde tenemos una hermana", explicaron. A pesar de todo, manifestaron su intención de quedarse en La Pampa: "Acá hay más oportunidades. Somos trabajadores y sabemos hacer de todo en el campo".
El caso de la familia Aquino refleja una realidad muchas veces invisible: el trabajo rural no registrado, sin derechos ni controles, en condiciones que rozan la esclavitud moderna. "No queremos volver a Corrientes a pasar hambre, pero tampoco podemos seguir así", concluyó Raúl, visiblemente conmovido.
Desde la familia hicieron un pedido abierto de ayuda o empleo, con la esperanza de poder reconstruir su vida en la provincia. Su historia es, además de un grito de auxilio, una advertencia: la explotación laboral en zonas rurales sigue existiendo, y requiere respuestas urgentes por parte del Estado y la sociedad.