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Motociclista de UBER: "Es nuestro ingreso, la gente ya nos eligió"

Actualmente, su Motomel Blitz 110 se encuentra retenida por la Municipalidad de Santa Rosa, y la incertidumbre sobre el costo para recuperarla es alta: 1,5 millones de pesos.

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EL DIARIO digital

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"Los que tengan que decidir, que piensen en nosotros. Es nuestro ingreso, y la gente ya nos eligió", clamó Verónica Lobos, una motociclista que trabaja para Uber y que recientemente sufrió el secuestro de su herramienta de trabajo.

Actualmente, su Motomel Blitz 110 se encuentra retenida, y la incertidumbre sobre el costo para recuperarla es alta. Podría ascender a aproximadamente $1.500.000, sumando la multa, el acarreo y la estadía, según los valores que maneja el Juzgado de Faltas. Un abogado la asiste con los trámites, aunque no confirmó si la asistencia legal fue provista por la aplicación.

Verónica, de 49 años, es madre de una hija de 18 y un hijo de 23, con quien convive. Con su trabajo en Uber y el servicio de cadetería, es el principal sostén de su hogar.

"Tuve muchísimos trabajos. Hice de todo: atendía un comercio donde me pagaban por día, en negro. No me alcanzaba", relató. También cuidó adultos mayores y tuvo una feria de ropa con su hermana, enumeró. "Hice de todo", sentenció.

Un llamado a la regularización

Verónica hizo un ferviente llamado a la regularización de Uber. "Les pido que nos dejen trabajar. Lo que no hacen ellos -darnos trabajo-, que no lo frenen", enfatizó.

Durante el operativo en el que le secuestraron la moto, una oficial de policía le tomó fotografías a su celular mientras tenía la aplicación de Uber abierta. "Tenía la aplicación abierta. Y me sacó fotos al teléfono: no lo pude evitar", se lamentó.

Llevaba una pasajera, a quien la agente le preguntó si utilizaba Uber. "La pasajera contestó que sí", recordó Verónica, quien no guarda rencor hacia la pasajera: "Yo no quiero mentir. No quiero negar que hago Uber", afirmó.

Es consciente de las condiciones precarias en las que trabaja, sin cobertura ni protección. "En abril tuve un accidente. En la calle Juan XXIII agarré un pozo. El día anterior había llovido. Habían roto la calle por un trabajo municipal y dejaron todo abierto. Tuve las costillas astilladas", detalló.

Con ahorros, aguantó el mes de abril y las primeras semanas de mayo. Pudo arreglar su moto, las luces y la Revisión Técnica Obligatoria (RTO). "Empecé a trabajar otra vez con una faja", comentó, justo cuando estaba recuperando su ritmo, antes de que le secuestraran la moto.

Sus jornadas laborales son extensas, superando las doce horas diarias. Además de los viajes de Uber, realiza servicios de paquetería a través de la aplicación y también tiene su propio servicio de cadetería. Uber le permite conectarse a la aplicación por doce horas corridas, iniciando su jornada a la una de la mañana. Fuera de ese lapso, aprovecha para realizar sus entregas de cadetería personales.

"A mí Uber me sirve. No me conformo, pero me sirve", sintetizó Verónica, definiendo claramente su situación al cronista.

Antes de finalizar la entrevista, reiteró su pedido: "Lo que quiero pedir, a los que deciden, a los que tienen que ver, que se regularice. Somos 200 o 300 familias que vivimos de esto. La sociedad ya nos eligió. Le sirve a la gente porque gasta menos y nos sirve a nosotros".

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