Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos
La lista "Peronismo Pampeano" es el espacio que buscó y logró amplio consenso. Están amuchados en esa nómina los nombres más rutilantes del PJ, incluyendo al gobernador Sergio Ziliotto y al líder de la Plural Carlos Verna. Juntó nada menos que 11.000 avales, un alto porcentaje del padrón de personas afiliadas (45.111).
La lista "Renovación Peronista" hizo base en la aparición de caras relativamente nuevas, que justamente están fuera del sistema tradicional del PJ. Le adosó a esa imagen el respaldo de importantes sectores sindicales, y fundamentalmente de la CGT. Hasta cierto punto, la osadía también puede ser una carta que llama a la victoria.
Esas aparecen como las fortalezas de los dos espacios que competirán por la conducción del PJ pampeano hasta 2029. Lo hacen con objetivos distintos, en condiciones diferentes: el oficialismo tiene una fuerte estructura, que maneja desde hace años; el desafiante Luciano di Nápoli comanda el aparato municipal, que no es desdeñable pero es menor en comparación con el otro.
Para unos y otros, lo que es fortaleza también puede ser debilidad:
En el caso de Ziliotto y los suyos, la presencia de todas las líneas y sus dirigentes principales, puede ser visto como una repetición de las mismas caras de siempre, en un contexto general en que buena parte de la población apuesta al "cambio", a veces sin entender muy bien cuál es ese cambio. Es posible que ciertos apellidos sean interpretados como "la casta".
En el caso de Di Nápoli, la irreverencia que puede captar adhesiones puede sonar también a un arrebato temerario, una rebeldía inoportuna en un marco político en el que las verdaderas preocupaciones populares pasan por llegar a fin de mes, gambetear el hambre, cuidar el trabajo y el mango.
Ganar, perder, empatar
La lista de la "unidad" es claramente favorita para ganar las elecciones por la conducción del PJ. Corre con los caballos del comisario. Pero un triunfo o una derrota política no la define sólo la cantidad de votos.
Es complejo para Di Nápoli aspirar con esta movida a una victoria en la cantidad de sufragios, pero sí tiene la esperanza de un triunfo simbólico, que es político: encontrar un lugar, referenciarse como líder en su puja contra un gobernador que no tiene reelección posible. Si le sale bien, puede salir referenciado como "lo nuevo" en el peronismo. No es azaroso, para nada, que haya elegido para su lista el nombre de "renovación".
A la hora de los resultados, si Di Nápoli llega al mínimo requerido para la representación, es decir el 20%, se asegurará lugares en el consejo partidario, puede que más o menos de lo que las negociaciones dirigenciales le ofrecían. Casi un empate técnico. Lo que no mata, fortalece. Si supera el 30% o más y obtiene más sillas, será una satisfacción tirando a un golazo.
En el medio quedó masticándose la decisión de Ziliotto de convocar a elecciones, cuando la mayoría de las líneas le proponía una prórroga de las autoridades vigentes y no un llamado a elecciones.
El tándem Ziliotto-Verna
Ziliotto tiene entre sus fortalezas los recursos estatales y partidarios de su lado. A excepción de Di Nápoli, nadie sacó los pies del plato de la unidad que él gestó.
El gobernador puede mostrar, además de su consecuente pelea contra el ajuste de Milei, la capacidad que tuvo para armar un consenso extendido.
Verna y sus popes están en la lista, pero sólo la realidad -que es la única verdad- terminará demostrando hasta qué punto existe ese compromiso. La tensa relación de enemigos íntimos siempre es un fantasma.
Es probable que el espacio ultravernista también vea en una eventual derrota de Copete la luz para un candidato del espacio. Así como en el ziliottismo cocinan la postulación de Daniel Bensusán, el ultravernismo piquense tiene en las gateras a la intendenta Fernanda Alonso.
Si el tándem Ziliotto-Verna funciona aceitado y a fondo, es posible que vayan por el objetivo madre de superar el 80% de los votos. Sería un pisotón para las ambiciones políticas del intendente de Santa Rosa.
Santa Rosa, pelea capital
Para seguir en el candelero, Copete necesita de modo imprescindible ratificar su dominio de la capital. Ya mostró su potencia en elecciones de distinto tipo. Pero es la primera vez de una interna para autoridades partidarias. El "consenso" le armó una lista para el Consejo de Unidades Básicas en la que puso toda la carne en el asador y colocó como líder a Lucas Ovejero, un concejal de su propia gestión.
Otros aliados de Di Nápoli en Santa Rosa están en la vereda de enfrente. Y la gestión es desgastante también en ese sentido: dirigentes que fueron de su riñón, como la ex viceintendenta Paula Grotto o el exconcejal Mariano Rodríguez Vega, ya reportan a otro campamento.
La figura de "capitalino" le puede jugar en contra en otros puntos de la provincia, donde además no cosechó grandes representaciones: tal vez la más importante haya sido la del exintendente de 25 de Mayo, Abel Abeldaño, de todos modos una cara de la derrota en su ciudad.
Di Nápoli alzó el Copete entre los gremios
Di Nápoli sí pisó fuerte en el sector sindical. Además de incluir en su lista como vice a la cara nueva de Shirley Bustos, que alzó su perfil durante el conflicto por el cierre del Banco Nación, tiene de su lado a barones de la CGT como Aníbal Schmidt y Luis Faggiani. Y sumó a referencias importantes de sectores gremiales como Farmacias, Sanidad, AFIP, Docentes Rurales, Sanidad.
Copete seguro soñaba mejores apoyos territoriales y se quedó con las ganas: sumó apenas a un intendente, Manuel Feito, de una localidad pequeña como Lonquimay, y que además apareció bizarramente en las dos listas. No pudo presentar avales del departamento Maracó, que es el segundo más poblado y el que incluye al bastión peronista de General Pico.
Sin embargo, Copete tiene una fortaleza que va por debajo de la mesa: dirigentes de distintas líneas, incluso integrantes de la lista rival, le reconocen razón a buena parte de sus planteos, y en todo caso le reprochan las formas y la oportunidad de la pelea. Admiten que no tiene en el PJ la representación que merece, y que puso sobre la mesa temas que estaban metidos bajo la alfombra.
Grises, paradojas y asuntos pendientes
Como en casi todos los ámbitos y problemáticas, hay grises. Y asuntos que no están del todo explicados.
Para concretar esta movida, Di Nápoli no sólo se subió a la misma insolencia que lo llevó a tener la representación que tiene, sino que dio un giro en su trayectoria. De ser el intendente que llegó con la camiseta de La Cámpora, aprovechando la ola de Cristina y acompañado de la centroizquierda, ahora es el que modificó esas alianzas, pactó con sectores ortodoxos y le dio un portazo al espacio de Máximo Kirchner y Luchy Alonso.
Completó ese volantazo haciendo visible en su espacio al Grupo Matzkin y diciendo que ya no es kirchnerista, una forma de renegar de su propia historia. Raro: era justamente Néstor Kirchner quien agitaba como virtud política la "audacia", que a Di Nápoli no le ha faltado. La cara Matzkin en su grupo es la de David, que en 2023 fue referencia de Juan Schiaretti y Florencio Randazzo, pero que funciona como clan político con el resto de los Matzkin: el viejo Jorge "Toto" Matzkin del menemismo y el "nuevo" Martín "Facha" Matzkin, mano derecha de Patricia Bullrich y pretendida referencia libertaria en la provincia.
Gran paradoja es que la lista de "unidad" empoderó a La Cámpora, pero a último momento también prefiere invisibilizarla. Ziliotto sostuvo sin dubitar a Luchy Alonso como vice, en reconocimiento a los tiempos de gloria en que ese sector acumuló votos y poder. Pero a la luz de la poderosa ola "anti-K", sobre el cierre de listas también el sector de la "unidad" quiso relativizar esa preponderancia. El argumento puede funcionar hacia afuera, pero dentro del PJ los reproches por esa inclinación sonaron hace rato.
La histórica interna del PJ pampeano refresca a la política como arte de lo posible y siempre dinámica: quienes proponían "La Pampa o La Cámpora" hoy la abrigan y el joven dirigente que llegó al poder con esa identidad, hoy reniega de ella.