La Pampa

Cosecha fina: espera y desespera por la tormenta de Santa Rosa

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En su columna agropecuaria, el ingeniero Mariano Fava aborda el período de sequía que registra este invierno en la provincia y el impacto en los cultivos.

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EL DIARIO digital

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La Pampa viene atravesando un invierno que podríamos catalogar de seco. La última lluvia importante y generalizada en la provincia ocurrió a fines del mes de mayo. Si bien es normal que durante esta estación del año las precipitaciones sean escasas, el mes de junio suele dejar algún registro pluviométrico, pero este año no ocurrió.

Con los días alargándose y el aumento de la demanda de agua por parte de los cultivos, se genera en el empresario agrícola una preocupación muy importante por la demora en las precipitaciones, y el impacto que esto pueda llegar a tener en los cultivos.

Sabido es que la primavera es definitoria en cuanto a la suerte del trigo se refiere. En general, los años con lluvias primaverales tempranas son zafras con buenas producciones. Sin embargo, no es lo mismo que las precipitaciones acontezcan a fines de agosto o en la primera quincena de septiembre que si las mismas hacen su aparición sobre el fin de este mes. Si bien el intervalo de tiempo parece escaso, hace una gran diferencia en cuanto a la respuesta del cultivo.

Dicho esto, si bien agosto se presenta seco y la necesidad de lluvia se hace sentir en los cereales de invierno, hoy en día representa más un problema al no poder fertilizar de manera adecuada los cultivos, debido a la falta de humedad para la incorporación de los nutrientes, y para el tratamiento de algunas malezas como avena fatua.

Si bien sería toda una bendición algún registro pluviométrico durante agosto, actualmente la gran mayoría de la superficie pampeana plantada con cereales de invierno puede atravesar el mes sin lluvias. Sin embargo, cuando las lluvias se empiezan a demorar, es común recibir la consulta de algún productor preocupado, deseando conocer cuánto tiempo es capaz el cultivo de "aguardar la lluvia" sin afectar sensiblemente su rendimiento.

Para responder esta pregunta vamos a analizar brevemente los aspectos del desarrollo del trigo que más importancia relativa tienen en la generación del rendimiento.

Numerosas evidencias científicas concuerdan en que de los dos componentes del rinde, granos por metro cuadrado y peso de los mil granos, el que más peso relativo tiene es el primero mencionado.

Esto se debe a que si bien el peso de los granos varía, el mismo se define en un período muy corto de tiempo, que va desde la floración hasta la madurez fisiológica (momento en el cual el trigo deja de acumular materia seca y solo pierde humedad, este coincide aproximadamente con un 37% de humedad en grano).

Además, en caso de algún estrés en este período el cultivo es capaz de completar el llenado de grano con fotoasimilados generados en etapas anteriores, y que mayormente se alojan en el tallo. Se ha estimado que hasta el 30% del peso de los granos puede ser aportado por removilización de fotosintatos, con lo cual luego del cuaje es poco probable que un estrés pueda afectar de manera importante el peso de los granos, y consecuentemente el rendimiento, a excepción de un golpe de calor que podría producir el fenómeno del "grano chuzo" o arrugado, donde sí pierde calidad panadera y rendimiento.

De lo expuesto anteriormente se deduce que debemos dirigir los esfuerzos a lograr la mayor cantidad de granos por metro cuadrado si queremos obtener altos rendimientos. Este componente del rinde queda definido en una ventana de tiempo mucho más amplia que la anterior variable analizada.

Podemos decir que prácticamente empieza con la siembra, pues en ese momento según la densidad de siembra utilizada será el número de plantas por hectárea, que luego del macollaje nos dejará definido el número potencial de espigas por metro cuadrado, por ello a medida que atrasamos la fecha de siembra debemos aumentar los kilogramos de semilla por hectárea utilizados, pues contamos con menos tiempo para el macollaje.

Vale aclarar que no todos los macollos llegan a desarrollar una espiga, en general varios de ellos mueren, y los asimilados que poseen son removilizados por la planta. A su vez, la espiga del trigo que todos conocemos está formada por varias espiguillas, las cuales a su vez tienen varias flores, y de la cantidad de flores diferenciadas, de cuántas sobrevivan y cuajen, dependerá el número de granos por metro cuadrado.

El período de tiempo más importante para este proceso es "20 días antes y 10 días después de la floración". Si convenimos que la fecha media de floración de los trigos en La Pampa es el 15/20 de octubre, veremos que podemos esperar las precipitaciones hasta mediados de septiembre sin preocuparnos porque algo grave le pueda pasar al rendimiento de nuestro cultivo, esto obviamente si logramos oportunamente un buen estand de plantas y un aceptable desarrollo de la sementera.

Para ir finalizando es importante mencionar cómo afectan al desarrollo del trigo las variables ambientales radiación y temperatura. La primera lo favorece, es decir, a mayor radiación mayor tasa de crecimiento del cultivo, mientras que la temperatura lo afecta negativamente acelerando el desarrollo del cultivo (a mayor temperatura, menos duración de las etapas de desarrollo). Es decir que la mejor combinación para el trigo sería una primavera soleada y "fresca" con lluvias a fines de agosto o en la primera quincena de septiembre.

En resumen, los cereales de invierno se han sembrado con muy buenas condiciones de humedad. Paralelamente se ha registrado la suficiente cantidad de heladas necesarias para retardar el desarrollo de las sementeras, favoreciendo el enraizado. Solo hace falta que inicien las lluvias para poder corregir nutrición y evitar una merma en el rendimiento de los cultivos pampeanos.

Mariano Fava - Ingeniero Agrónomo - (MP: 607 CIALP)- Posgrado en Agronegocios y Alimentos @MARIANOFAVALP

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