La Pampa

El "Grupo de los 8": quién es quién en la foto ultravernista

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Recorridos y razones de un círculo íntimo. "Perico" Pérez Araujo, "el distinto": es el único de los dirigentes de la mesa chica que no pertenece a los bastiones del norte provincial.

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EL DIARIO digital

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Primero, la semana pasada, fueron los cinco apóstoles: la tropa legislativa que tiene el ultravernismo.

Este lunes la mesa no se agrandó pero hubo más personas invitadas: se armó un Grupo de los 8 alrededor del conductor de la Plural y exgobernador Carlos Verna. A su juego lo llamaron, desde ya: el hermetismo y las imágenes polisémicas, ideales para interpretaciones múltiples, son una debilidad de la construcción política de ese sector.

El ultravernismo es chúcaro y a la vez disfruta de tensar la cuerda hasta el máximo punto permitido. En eso está ese espacio, bajo la batuta del exsenador que el año pasado le sacó el cuerpo a la elección legislativa, cuando renunció no solo a ser candidato sino a ser gran elector. ¿A qué juega ahora? Es un misterio que quizá el futuro devele, pero que su círculo íntimo por ahora toma con entusiasmo.

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El Sur también existe

Ese círculo íntimo tiene una columna vertebral distintiva, que es por un lado fortaleza y por otro puede ser debilidad: la pertenencia geográfica de la mayoría del "riñón" es claramente norteña. Esa es la región donde el ultravernismo nació, creció y permanece casi hegemónico dentro del peronismo. El único "distinto" de la mesa, en ese sentido, es Hernán Pérez Araujo, actual diputado nacional y con raíces en el sur de la provincia.

Pérez Araujo es cercanísimo a Carlos Verna. Intensificaron esa relación, mucho más allá del amor por los colores de Independiente de Avellaneda, durante la etapa de gobierno 2015-2019, cuando "Perico" fue procurador y hombre clave en la disputa por el río Atuel. Pérez Araujo es abogado, futbolero (director técnico de fútbol) y se crió en General Campos, adonde llegó después de que su familia se viniera a trabajar a Guatraché (sus padres se conocieron en La Plata).

Como legislador nacional sigue respondiendo a Verna más que a nadie. Tiene 47 años. Supo hacerse de un relativo perfil propio, porque miró la agenda juvenil, de Género y ambiental. Su relación con el gobierno provincial fue siempre respetuosa pero distante de funcionarios y funcionarias. Marcó algunas diferencias y en la campaña legislativa del año pasado sintió alguna lejanía respecto del llamado "ziliottismo". Es uno de los dirigentes del vernismo que mejor mide, sobre todo a partir de que su figura quedó instalada en la campaña de 2019.

Halcón herido

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Otra de las caras nuevas (es una forma de decir) de la reunión del lunes fue la de Daniel Lovera, una especie de sol del ultravernismo: "aunque no lo veamos, siempre está". Tiene un recorrido fatigante y es uno de los grandes heridos del año pasado.

Lovera viene del sindicalismo, como secretario general del Centro de Empleados de Comercio en el norte provincial. También se arrimó a los tejes y manejes vinculados con la industria petrolera. Tiene 57 años y es un halcón de "El Barba".

Después de ser el capo de los 12 apóstoles que desde la Legislatura le complicaron la gestión a Oscar Mario Jorge, tuvo su cuarto de hora: llegó al Senado, fue presidente de la comisión de Trabajo, tejió altos contactos, aceitó conexiones también en base a su vínculo con Verna. Pero tiene un techo electoral: las encuestas que hace el vernismo lo posicionan muy a mitad de camino. En el norte es más conocido y pisa fuerte más allá de la imagen, pero en el resto de la provincia tiene más lastre que viento de cola.

Con ese argumento a mano el ziliottismo lo sacó de la cancha el año pasado. Sintió el golpe. Se ausentó de la campaña y no disimuló algunos resentimientos. Cultivó con paciencia la teoría de que a juego que tiene revancha no hay que tenerle miedo y ahora está muy visible como uno de los armadores de la estrategia ultraV.

Tato, otro soldado

El lugar que Lovera ocupó en el período 2011-2015, cuando estalló el tiempo de "La Pampa o La Cámpora", ahora lo ostenta Julio "Tato" González, que gestó su poder desde la intendencia de Eduardo Castex. Llegó a presidente de bloque en medio de algunos ruidos y sacando provecho que la imagen de Espartaco Marín quedó golpeada por asuntos internos y por aquella denuncia "trucha" en la Justicia Federal.

Tato había sido ministro clave de Verna: lo puso en el área de Seguridad cuando se decidió a sacarse de encima (otra vez y por lo visto para siempre) a Juan Carlos Tierno.

Responde a pie juntillas al líder de la Plural. Como presidente del bloque ahora se visibiliza alta su pertenencia a un sector interno y se le escucharon algunas observaciones justamente a la Ley de Seguridad Ciudadana, una normativa con la que Ziliotto piensa incluso entrar en la historia, puesto que sería modificar la actual normativa que rige desde tiempos dictatoriales y que ningún otro gobernador logró modificar por una ley democrática.

El vocero que no es

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Oscar Zanoli es uno (otro) que siempre está. A Verna le encanta repetir aquello de que no tiene voceros, pero si eligiera uno quizá optar por el actual diputado provincial. Al menos suele ser habitual que su discurso público represente tal cual las palabras que Verna anda con ganas de pronunciar.

Zanoli fue intendente de la norteña Ingeniero Luiggi y uno de los que más alzó la voz durante el agrietamiento plural del año pasado.

Sintió desde la Cámara de Diputados que el Ejecutivo provincial miró de rojo siempre a esos cinco apóstoles. En algún momento pareció hacer el intento de ser el candidato a senador del oficialismo en 2021, pero esos bríos duraron poco. No sacó los pies del plato, pero fue vocero de cierta rebelión. En Luiggi el peronismo perdió tanto en la PASO como en la legislativa general.

De la primera hora

Alicia Mayoral es una de la primerísima hora. Siempre con Verna, aunque tuvo algunos ruidos internos en algunas campañas en que al peronismo no le fue del todo bien en General Pico, cuando parecía tallar la figura de "El Colo" Carlos Mac Allister. Es diputada provincial e integra el consejo provincial del PJ.

Cuenta con el respeto de sus pares, tanto oficialistas como opositores. No cultiva un alto perfil pero todos tienen claro que pase lo que pase jugará siempre para el equipo de su jefe. Se la reconoce como una caminadora de las calles en campaña, especialmente conoce los barrios piquenses.

En la campaña del año pasado se la vio menos que en otras ocasiones, según la mirada "enemiga". Ella contestó en algún momento, cuando se puso del lado más ritual y folclórico de la política y se alejó de la nueva campaña instagramera con un "no me pidan tanto fotos y tanta cosita, tengo 61 años... no boludeo, trabajo, trabajo”.

Otra nueva invitada

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La otra "cara nueva" de la reunión fue la de la intendenta de Pico Fernanda Alonso, una de las que el año pasado jugó a fondo en el agrietamiento plural. Es vernista hasta la médula y pareció responder decisiones de más arriba cuando en el tironeo proselitista decidió pedirse una licencia en la gestión. Antes, había entrado en conflicto con el propio Verna: él la retó públicamente cuando ella se animó a especular sobre su destino político en función de su situación de salud.

La licencia de la jefa comunal en plena campaña fue un baldazo de agua fría para el peronismo piquense, o mejor dicho la frutilla que necesitaba el postre opositor para generar en la zona su triunfo electoral. Esa decisión le vale aun hoy críticas severas, pero a la vez el reconocimiento del ultravernismo por haberse animado a dar semejante paso.

Fue ministra de Bienestar Social de Verna y se sabe posicionada a partir de una serie de circunstancias notables: el peronismo tiene que volver a mirar para el lado de Pico si quiere reafirmar su poderío electoral (de hecho la Provincia empezó a agitar la posibilidad de incrementar obras para la región), y en las elecciones del año que viene es obligación que la fórmula provincial la integre una mujer, cosa que el PJ ha evitado en los últimos dos períodos.

La caja y el "interior"

Rodolfo Calvo, que fue intendente de Quemú, y Silvia Larreta, de Rancul, ocupan bancas en el bloque oficialista y son "plurales" y ultravernistas. En algún momento compartieron la tarea de manejar la caja del vernismo en su relación con las Intendencias y comisiones de fomento.

Fito Calvo en algún momento hizo el intento de tener juego propio: alineó a algunos jefes comunales para que lo propiciaran como candidato a gobernador cuando Verna anunció que no daría la pelea en 2019. Estaba claro que algunas variables no le daban para semejante desafío.

Desde que le tocó ser diputado no disimuló algunos enconos con el Ejecutivo. Esas tensiones fueron de ida y vuelta: Calvo y Larreta aprovecharon sus contactos en los municipios para tejer y arriar agua a su molino. El "ziliottismo" en formación en algún momento los despreció bautizando a ese espacio como "la mano de obra desocupada".

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