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EL DIARIO digital
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El aumento sostenido de los casos de TEA en las últimas décadas impulsa un debate sobre sus causas y sobre la necesidad de adoptar un enfoque más inclusivo y empático.
En las últimas tres décadas, los diagnósticos de Trastorno del Espectro Autista (TEA) aumentaron de manera sostenida en todo el mundo. Lo que en los años '90 se consideraba una condición poco frecuente hoy muestra una prevalencia mucho mayor, al punto de ser considerado un fenómeno global por los especialistas en neurodesarrollo.
Aunque los avances en las herramientas diagnósticas y la mayor conciencia social explican parte del incremento, los expertos advierten que también podrían influir factores ambientales, sociales y biológicos que afectan el desarrollo neurológico desde edades tempranas.
Más allá de las cifras, el foco del debate está puesto en cómo la sociedad comprende y nombra al autismo. Crece la propuesta de reemplazar el término "trastorno" por Condición del Espectro Autista (CEA), una denominación que busca resaltar la diversidad neurocognitiva y no la patología.
El cambio de paradigma apunta a entender el autismo como una forma distinta de percibir y procesar el mundo, no como un problema a corregir. Desde esta perspectiva, la inclusión requiere acompañamiento, apoyos personalizados y entornos accesibles que respeten los diferentes modos de comunicación y aprendizaje.
Los profesionales insisten en que el lenguaje influye directamente en la percepción social: hablar de "condición" en lugar de "trastorno" ayuda a reducir el estigma y a promover la empatía. "Cuando desde la infancia se naturaliza la diversidad, la inclusión deja de ser una meta para convertirse en una práctica cotidiana", sostienen los especialistas.
En un escenario donde los diagnósticos siguen en aumento, repensar las palabras y los enfoques puede ser el primer paso hacia una sociedad más abierta, donde todas las personas con o sin diagnóstico puedan desarrollarse plenamente y sin prejuicios.