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EL DIARIO digital
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Nuevas investigaciones confirman que el movimiento siempre aporta beneficios, pero advierten que se necesitan más de 225 minutos semanales para lograr una reducción real del peso corporal.
La cantidad de ejercicio necesaria para perder peso sigue siendo objeto de debate, pero la evidencia más reciente coincide en un punto: solo con rutinas prolongadas y sostenidas se logran resultados visibles.
Un análisis publicado en JAMA Network Open, que revisó más de un centenar de ensayos clínicos, determinó que la pérdida de peso comienza a observarse al superar los 225 minutos semanales de actividad física. Por debajo de ese umbral, los cambios en la composición corporal son mínimos.
El estudio señala que la combinación más eficaz incluye entrenamientos aeróbicos (caminar, correr, nadar o andar en bicicleta) junto con ejercicios de fuerza, una fórmula que permite quemar grasa, conservar masa muscular y evitar el efecto rebote.
El Colegio Americano de Medicina del Deporte recomienda al menos 150 minutos semanales de ejercicio moderado para comenzar a notar una reducción de entre dos y tres kilos al mes. Para una pérdida más significativa, aconseja extender la práctica a entre 225 y 420 minutos por semana, siempre adaptándola a la edad, el estado físico y las posibilidades de cada persona.
La constancia es el factor decisivo: no se trata de hacer mucho en poco tiempo, sino de mantener el hábito. Incluso quienes empiezan con sesiones breves pueden progresar si logran sostenerlas a lo largo del tiempo.
Los especialistas recuerdan que el ejercicio debe acompañarse con una alimentación equilibrada, un descanso adecuado y una buena gestión del estrés. La pérdida de peso, insisten, es un proceso gradual y multifactorial donde el movimiento tiene un papel central, pero no actúa en soledad.
En síntesis, superar los 150 minutos semanales de actividad y acercarse al rango de 225 a 420 minutos no solo ayuda a bajar de peso, sino también a fortalecer el corazón, mejorar el metabolismo y potenciar el bienestar emocional.
Moverse con constancia sigue siendo la receta más simple y más efectiva para un cambio duradero.