Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos
La inteligencia no siempre se expresa en logros académicos o en la resolución de problemas complejos. Según distintos estudios científicos citados por la revista Cuerpomente, existen hábitos cotidianos, muchas veces vistos como poco convencionales, que pueden ser señales de una mente con capacidades superiores.
Uno de ellos es la preferencia por la soledad y el diálogo interno. Una investigación de la Singapore Management University reveló que las personas con mayor cociente intelectual tienden a evitar multitudes y buscar espacios tranquilos. En ese contexto, hablar en voz alta cuando están solas deja de ser un gesto excéntrico para convertirse en una herramienta cognitiva. El psicólogo Gary Lupyan sostiene que verbalizar pensamientos ayuda a mejorar la memoria y la concentración porque "al repetir una idea en voz alta, el cerebro procesa la información con mayor profundidad".
El desorden, tradicionalmente considerado negativo, también aparece asociado a la creatividad en individuos con alto nivel intelectual. Un estudio de la Universidad de Minnesota demostró que el caos puede estimular la innovación y permitir que las ideas fluyan desde perspectivas poco habituales. Para estas personas, un entorno desordenado no es un obstáculo, sino un estímulo que favorece la generación de soluciones originales.
Otro rasgo frecuente es la atracción por los desafíos intelectuales. Acertijos, problemas de lógica y juegos mentales resultan especialmente atractivos para quienes poseen una mente más aguda, ya que potencian la memoria, el pensamiento crítico y la resolución de problemas. La curiosidad constante y la autocrítica marcan a este grupo, en contraste con lo que describe el efecto Dunning-Kruger, identificado por la Universidad de Cornell: mientras los menos capacitados tienden a sobrevalorarse, los más inteligentes suelen subestimarse.
La nocturnidad también surge como un patrón común. Investigaciones del Imperial College de Londres sugieren que quienes prefieren trasnochar obtienen mejores resultados en pruebas cognitivas que los "mañaneros". Aunque la relación directa entre inteligencia y hábitos nocturnos no está completamente probada, la tranquilidad de la noche parece favorecer la concentración y la creatividad.
Así, hablar en voz alta, convivir con el desorden, disfrutar de retos intelectuales o preferir la actividad nocturna son conductas que desafían los estereotipos tradicionales. La ciencia advierte que, más allá de lo que la sociedad considera "normal", estos hábitos pueden ser las huellas cotidianas de una inteligencia superior.