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¿La tele distrae a tu perro o lo estresa? La ciencia tiene respuestas sorprendentes

Un estudio en Estados Unidos reveló que los perros tienen hábitos televisivos definidos y que su personalidad determina cómo reaccionan a los estímulos de la pantalla. La clave está en conocer el temperamento del animal y no usar el televisor como única fuente de entretenimiento.

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EL DIARIO digital

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Un reciente estudio realizado en Estados Unidos reveló que los perros también desarrollan hábitos televisivos definidos, influenciados por su personalidad y por el tipo de estímulo que reciben desde la pantalla. Mientras algunos ladran, saltan o intentan interactuar con lo que ven, otros simplemente se relajan y observan con atención. Cada comportamiento parece estar profundamente relacionado con el temperamento del animal.

Los investigadores detectaron que los perros más activos tienden a seguir los objetos en movimiento como si fueran reales, reaccionando con entusiasmo ante figuras animadas o escenas dinámicas. En cambio, los que presentan niveles más altos de ansiedad o temor son más sensibles a los sonidos, especialmente aquellos que les resultan familiares, como timbres, bocinazos o ladridos.

Una de las conclusiones centrales del trabajo fue que la personalidad de los perros determina su forma de interactuar con la televisión. Aquellos con mayores niveles de emoción suelen estar más atentos al movimiento y a la acción, mientras que los más reactivos ante estímulos negativos tienden a reaccionar ante ruidos cotidianos, incluso si no hay imágenes asociadas.

Cada perro, por lo tanto, se comporta de manera diferente según lo que aparece en la pantalla, pero el factor determinante es su personalidad. En este sentido, especialistas remarcan que, aunque la televisión puede funcionar como una herramienta de enriquecimiento ambiental, no debe utilizarse como único recurso para entretener a los animales.

Desde la etología clínica también advierten que exponer al animal de forma sostenida a este tipo de estímulos podría generar frustraciones. Por ejemplo, si un perro observa en la pantalla a otro can o a una posible presa, no podrá completar su interacción instintiva, lo que puede derivar en trastornos de conducta si esta situación se repite sin supervisión.

Según el relevamiento, los perros que miran televisión lo hacen, en promedio, durante 14 minutos y 8 segundos al día. Sin embargo, la respuesta a ese tiempo de exposición varía notablemente según el contenido y la predisposición del animal.

El estudio buscó establecer si existe una relación directa entre el temperamento del perro y su respuesta a estímulos visuales y sonoros de la televisión. Para ello, se encuestó a más de 600 responsables de mascotas, quienes aportaron información sobre cuánto tiempo permanecía encendido el televisor en el hogar y cuánta atención real prestaban sus perros.

Como parte de la metodología, se creó una escala para estandarizar y comparar los hábitos televisivos caninos. De los casos relevados, 453 perros cumplieron con los requisitos del análisis, incluyendo animales de diferentes razas, tamaños y edades.

Entre los hallazgos más relevantes se destaca que el 45% de los perros reaccionan siempre ante sonidos emitidos por otros perros, como ladridos o aullidos. Este tipo de estímulo resultó ser el más eficaz para captar su atención.

Otras observaciones clave del estudio fueron las siguientes:

Los perros distinguen entre diferentes tipos de estímulos televisivos, y reaccionan de forma diferente según si lo que aparece es un animal, una persona o un objeto inanimado.

El temperamento influye directamente: los perros más excitables muestran conductas de seguimiento frente a la pantalla, mientras que los temerosos o ansiosos reaccionan con mayor intensidad ante sonidos no animales.

El tiempo de atención no depende necesariamente de la exposición previa, sino más bien del tipo de estímulo y la personalidad del perro.

Aunque la televisión puede representar una experiencia enriquecedora para muchos canes, también puede ser una fuente de estrés si no se ajusta adecuadamente a las características del animal.

La implementación de esta herramienta debe hacerse con precaución, observando reacciones individuales y considerando factores como el volumen, los contenidos y la sensibilidad del animal.

El trabajo también advierte sobre una limitación importante: las personas encuestadas eran en su mayoría responsables de perros que ya interactúan frecuentemente con la televisión, por lo que los resultados no necesariamente representan a toda la población canina.

El consejo final de los investigadores es claro: hay que adaptar el uso de la televisión a la energía, sensibilidad y preferencias de cada perro. Algunos animales disfrutan ver a otros canes en pantalla, otros se estimulan con ruidos y algunos prefieren simplemente ignorar el televisor. En cualquier caso, lo fundamental es prestar atención a las reacciones del animal y utilizar la tecnología como un complemento, no como sustituto del juego o del vínculo con sus cuidadores.

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