El desafío de las pulverizaciones agrícolas

Durante las últimas campañas de cosecha gruesa se viene repitiendo un tiempo extremadamente ventoso y cálido que complica los trabajos de pulverizaciones agrícolas, incluso hay semanas que la única manera de avanzar es haciendo los tratamientos de noche, cuando las brisas y la temperatura menguan su intensidad. Afortunadamente los equipos modernos guiados por banderillero satelital, o mejor aún con piloto automático, habilitan esta posibilidad que antes no existía porque el conductor debía guiarse "a ojo", lo que la oscuridad de la noche impedía.

Las máquinas para tales tareas, denominados comúnmente como "mosquitos" están en escasez. Esta situación afecta de manera más aguda a los pequeños productores, porque al tener superficies pequeñas de trabajo, quedan relegados a ser los últimos de la fila para la llegada del contratista. Esto obedece a que el prestador de servicio prefiere hacer primero los compromisos de más hectáreas, por la sencilla razón que les da mayor rentabilidad, al mejorar el aprovechamiento de la capacidad operativa de sus equipos.

Adicionalmente, en estas últimas dos campañas el aumento del área implantada con girasol ha complicado más la cuestión, pues los ingenieros agrónomos debemos ser muy cuidadoso de no afectas los cultivos por deriva. Se sabe que esta especie mencionada (el girasol), es muy sensible a los vapores de defensivos hormonales, aún en la versión "no volátil" de los mismos, los cuales son muy empleados en barbecho químico de maíz, sorgo e incluso soja para eliminar malas hierbas como "rama negra". "morenita", "lecherón" o "yuyo colorado".

Inclusive actualmente con la llegada al mercado argentino de la soja resistente a algunas versiones de 2 4 D en post emergencia del cultivo hace que aumente el número de lotes tratados con esta familia de herbicidas, y si bien tienen formulaciones de baja volatilidad como mencionamos anteriormente, debe ser empleado con máxima precaución para no afectar los potreros vecinos con cultivos susceptibles al herbicida, que pueden ser intoxicados por deriva del tratamiento.

La dispersión de las malezas resistentes a glifosato exige hacer controles de estas antes que los cultivos emerjan, con lo cual la concentración de trabajo se acentúa exponencialmente, porque todos los productores siembran en la misma época y la velocidad actual de siembra suele ir más veloz que las pulverizaciones.

En el pasado se podía implantar la soja, y controlar las malezas con el cultivo nacido. Hoy la necesidad de emplear algunas moléculas especiales para lograr tratamientos efectivos, exigen que los tratamientos se hagan antes de la emergencia de la planta. Como ejemplo paradigmático podemos mencionar la técnica del "doble golpe", la cual consiste en pasar un herbicida desecante total a un lote previamente tratado con herbicidas sistémicos, es decir los que las plantas absorben en su sistema, para lograr un efecto total, evitando el "escape de malezas" por falla de control, lo que suma estrés al ya saturado sistema.

Un equipo de pulverización al tener que trabajar alternando entre diferentes potreros de maíz, soja e incluso girasol, conlleva que se deban lavar los equipos antes de realizar un trabajo en un lote con una especie diferente a la que se venía tratando, eso también insume un tiempo importante, bajando la eficiencia de la capacidad operativa de los equipos.

Finalmente, la ocurrencia de lluvias que impiden la transpirabilidad circunstancial de caminos y potreros es la estocada final para que las hectáreas se acumulen y muchas veces los trabajos lleguen tarde, generando en casos extremos la perdida de cultivos, o el aumento de malezas a tal punto que afectan la productividad de estos. A favor tenemos los pronósticos del tiempo, los cuales suelen ser muy eficientes para predecir la ocurrencia de vientos, incluso con detalle de hora, intensidad y dirección de ocurrencia.

Quizás muchos lectores ajenos al negocio se pregunten porque no se recurre al uso de aviones pulverizadores para agilizar las tareas. Si bien la pregunta es excelente, la respuesta radica en que en general el uso de aviones esta relegado al control de insectos, ya que no afectamos a los cultivos vecinos. Adicionalmente el empleo de caldos con mezcla de varios herbicidas que hoy exigen las malas hierbas plantea un doble problema para las aplicaciones aéreas:

1.    Al trabajar con bajo volúmenes de caldo por hectárea, torna difícil mezclar varios defensivos sin generar el corte de la solución, impidiendo su atomización

2.    Al ser en general lotes pequeños de nos mas de 40 a 50 hectáreas, torna imposible trabajar si afectar el potrero vecino, a menos que hablemos de la misma especie con la mista resistencia a agroquímicos.

De lo expuesto se deduce lo complejo y estresante que resulta una campaña de siembra de cultivos de cosecha gruesa, donde se corre una carrera en desventaja contra el reloj, pues los días pasan, la ventana de siembra optima se va cerrando, y los factores climáticos hacen su trabajo para demorar mas de la cuenta el calendario de trabajo, que de por si ya esta abarrotado por la escasa disponibilidad de equipos.

En esta situación mucho tiene que ver lo costoso de estos equipos, lo complejo de conseguir mano de obra capacitada y la preferencia de los contratistas agropecuarios de no meterse en un rubro (aplicaciones de agro defensivos) que está siendo bastardeado. Es por ello que la tendencia actual es que los grandes productores tomen "el toro por las astas", comprando el equipo para uso propio, debiendo los contratistas trabajar con lotes más chicos, afectando la capacidad de repago de la máquina, generando un círculo vicioso que hace que cada vez tengamos menos pulverizadores disponibles y con menor recambio, afectando como siempre en mayor medida al pequeño productor, el cual hoy no tiene la tranquilidad de contar con el servicio de pulverización en los tiempos y calidad que necesita.

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP