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Sequía permanente: ¿Y si perdemos la tercera?

Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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La República Argentina viene de atravesar un largo periodo de tiempo con lluvias por debajo de la media histórica, fenómeno climatológico comúnmente conocido como "episodio Niña", lo que ha menguado la capacidad de producción del sector agropecuario en general. A la falta de humedad se le han sumado algunos eventos climáticos extremos tales como granizos, golpes de calor, heladas tempranas y tardías, que afectaron aún más a los cereales y oleaginosas implantadas. 

Este combo letal generó, por ejemplo, en la provincia de La Pampa, la pérdida o disminución drástica de la producción de las cosechas de trigo, maíz y soja 2022-2023, mientras que las perspectivas para el trigo 2023-204 empiezan a tonarse sombrías. Solo el girasol pudo sortear los efectos de un mes de febrero seco, gracias a un enero que se presentó húmedo.

Pese a los pronósticos de un evento "Niño" (lluvia por encima de la media histórica para una región) para el ciclo 2023-2024, las precipitaciones no llegan. Estamos transcurriendo la última semana del mes de septiembre y el tiempo de espera se está agotando. De no mediar una lluvia en los próximos quince días, los daños sobre los cereales de invierno van a ser irreversibles, pues se empiezan a "envejecer" y encañar, entrando al período crítico del cultivo (el cual transcurre entre 20 días antes y 10 días después de la floración), con un desarrollo vegetal exiguo, insuficiente para lograr rendimientos aceptables. 

La fecha media de floración en La Pampa es alrededor del 20 al 25 de octubre, es por ello, por lo que resulta vital contar con lluvias en los próximos días. Solo precipitaciones oportunas, sumadas a un octubre fresco (pero sin heladas), podrá revertir el pobre estado de la mayor parte de los cereales invernales pampeanos. 

En la misma problemática está inmersa la ganadería, la cual vienen sufriendo la falta de pasto desde el otoño, las pasturas"no tiran" por la falta de humedad, aun a pesar de la suba en la temperatura, complejizando la ya difícil tarea de "salir del invierno". El único recurso verde disponible actualmente son las alfalfas, y los episodios de timpanismo están a la orden del día. Sin duda, el invernador y el empresario mixto (agrícola ganadero), deberán pensar en algún mecanismo de ajuste rápido de la oferta forrajera, como pueden ser los verdeos de verano, tales como sorgo forrajero, moha o mijo.

En lo que respecta a la cosecha gruesa, el panorama más acuciante lo tiene el girasol. Este es un cultivo que normalmente se siembra más temprano que el maíz y la soja, siendo su principal ventaja en los periodos de sequía la capacidad que posee de extraer agua de capas profundas del suelo, gracias a su poderoso sistema de raíces. Para ello, claro está, debe disponer de esa humedad en el perfil edáfico, la cual se debió haber almacenado previamente, situación que en la presente zafra no se ha producido en la mayor parte de la provincia, simplemente porque no ha llovido lo suficiente. En lo que a napas freáticas respecta, las mismas han desaparecido en la profundidad de suelo al no haberse recargado, producto una vez más de las escasas lluvias.

Los registros pluviométricos que tuvimos en julio entusiasmaron a muchos productores e ingenieros agrónomos propensos a asumir riesgos, que buscan techos elevados de producción con estrategias productivas ofensivas, que los llevaron a fertilizar fuertemente con urea los cultivos. Sin duda que esos nutrientes no van a ser bien aprovechados, por lo que obtendrán un retorno bajo de semejante inversión realizada. 

Es este aspecto, aquellos empresarios y técnicos más conservadores, que abogaron por el control de gastos, buscando asegurar pisos de rendimiento, van a estar más protegidos, luego de dos campañas de pérdida de capital de trabajo.

En resumen, la situación agrícola ganadera en La Pampa es muy compleja. Si bien hasta el momento los quebrantos generados como consecuencia de un clima adverso están pagos gracias a que los empresarios locales han sido austeros, sabiendo guardar en épocas buenas para las épocas de "vacas flacas" como las que nos está tocando transitar. Sin embargo, "la parva de pasto" se achica, y la capacidad de sobreponerse a este nivel de quebrantos se está agotando. De generarse una nueva pérdida de cosecha ya no alcanzará con posponer inversiones y restringir gastos, la alternativa que quedará será la de achicarse productivamente hablando, lo que terminará impactando en un fuerte deterioro de los niveles de producción provincial, tales como bovinos destetados e invernados o toneladas originadas de los diferentes granos.

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) -Posgrado en Agronegocios y Alimentos- [email protected]

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