El agro, más prudente y menos "apalancado"

La República Argentina viene atravesando tres campañas con registros pluviométricos por debajo de la media histórica, fenómeno que se acentuó muy severamente durante los últimos 14 o 15 meses, lo que ha generado que asistamos a una de las peores cosechas de que se tenga recuerdo, tanto en lo referente a cantidad como a calidad de grano.

Para poder dimensionar de que estamos hablando, pongámosle números a la coyuntura. El fracaso de la producción inicia ya con la cosecha fina pasada, principalmente en el trigo, grano por el cual se pronosticaba una cosecha de un volumen cercano a los 22 millones de toneladas según el proyectado, tomando como base el producto entre rinde esperado, multiplicado por la superficie implantada. La realidad arrojó apenas 11,5 millones de toneladas de semilla recolectada. Un verdadero fracaso del cual el productor no se pudo recuperar, porque el gobierno pospuso los embarques al exterior, dejando todo el trigo para el mercado interno, creándoles a los molinos un coto de casa al no tener que pujar por el físico con la exportación. 

Como toda medida que toma el gobierno tendremos un sector que estará a favor y otro en contra, según del lado del mostrador en el que se encuentre, y en principio eso es entendible. Lo que agota es que el que paga los costos es siempre el sector productivo, como veremos más adelante, pues también cargará el saco más pesado producido por los efectos adversos de la sequía en el negocio del maíz. Esto es una realidad innegable.

La cosecha gruesa en curso tenía un proyectado inicial de producción tanto para soja como para maíz en el orden de los 50 millones de toneladas para cada grano. Es decir, que en tándem se esperaba la friolera suma de 100 millones de toneladas de grano. Desafortunadamente, hoy en día se espera recolectar 25 millones de toneladas (o menos) para la leguminosa, y unos 35 millones (o menos) para la gramínea.  

Pensando en que el agro genera 6 dólares de cada 10 que ingresan al país de manera genuina vía exportación, no es difícil advertir las vicisitudes por las que atravesará la economía doméstica. Situación que se vuelve más compleja por el contexto financiero internacional, y un clima político de cabotaje signado por un año de elecciones presidenciales. En conclusión, todas las cartas están en la baraja y cualquier puede salir. Es prácticamente imposible de predecir que comportamiento tendrá la economía, por lo cual la receta será la prudencia extrema en la inmensa mayoría de los negocios. Siendo desaconsejable cualquier intento por loable que parezca de caer en el voluntarismo o en un optimismo carente de ralismo que aumente la toma de riesgo empresario, el que ya de por si es alto por el clima de negocio actualmente imperante.

Para el agro se prevé una disminución del ingreso de insumos importados, principalmente lo que a fertilizantes fosfatados se refiere. Pero de una u otra manera todo lo que signifique ingreso de materia prima por el MULC (mercado único y libre de cambio) se verá fuertemente resentido y retrasado. En esto entran defensivos agrícolas, repuestos, y todo lo que deba cambiarse por dólares.

Así las cosas, y para finalizar diremos que la provincia de La Pampa se prepara para atravesar este año con una realidad que no escapa a las generalidades del resto del país. Afortunadamente durante el mes en curso se han registrado niveles de precipitaciones muy buenos, que pone los perfiles edáficos en condiciones de empezar a producir. Sin bien la porción norte provincial llegó un poco tarde para la implantación de pasturas y verdeos, no invalida que los mismos puedan llevarse adelante.

Nuestra provincia es muy grande y diversa desde todo punto de vista, siéndolo también en lo agroecológico. El estado de situación es bastante heterogéneo según qué región analicemos, cosa que haremos en una próxima edición.

(*) Ingeniero Agrónomo -(MP: 607 CIALP) Posgrado en Agronegocios y Alimentos- @MARIANOFAVALP