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Caería la producción de cereales en la provincia

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Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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En la columna de hoy nos vamos a centrar en un problema que preocupa no solo a la provincia de La Pampa en particular, sino que amenaza a la República Argentina y al mundo entero. Se refiere al impresionante aumento que han tenido los fertilizantes, los cuales de alguna u otra manera siguen el precio de la energía (hidrocarburos).

Tal envergadura tiene este tema que hasta el mismísimo "Financial Times", un periódico destinado al mundo de las finanzas internacionales, hace poco publicó un artículo cuyo título decía: "La inflación mundial de los fertilizantes presagia una crisis mundial de suministro de alimentos".

Como sabemos nuestro país depende en gran medida de la exportación de granos y oleaginosas como fuente genuina de dólares para hacer funcionar la economía, de hecho 7 de cada 10 dólares que ingresan corresponden a las exportaciones agropecuarias. El impacto de este fenómeno mundial tiene 2 aristas bien diferentes, una favorable relacionada al aumento de precios internacionales de los "commodities" que significan más dólares para nuestra economía, y otra negativa que es el aumento de los insumos en general y de los fertilizantes en particular que tienen el efecto contrario (mayor salida de dólares). De este modo el mayor ingreso de divisas que teóricamente debería llegar por la suba de las cotizaciones de los granos no se hará efectiva porque será compensada por la caída en la producción que se espera por menor disponibilidad de tecnología a aplicar en la próxima zafra.

Tal ha sido la magnitud del aumento de los fertilizantes que, a pesar de contar con un precio récord del trigo en el mundo, en nuestro país existe la sería posibilidad de que experimentemos tanto una baja en el área implantada, como en los paquetes tecnológicos adoptados. Si este tándem llega finalmente a materializarse, la caída en la producción va a ser muy importante. Solo podrá ser amortiguada en parte si el año se presenta climáticamente muy favorable, pero si además de los expuesto el clima nos es adverso, la producción nacional podría retrotraerse a niveles históricamente bajos, dejando saldos exportables exiguos y un mercado interno con estrés de oferta.

Para que dimensionemos un poco de que estamos hablando vamos a ponerle números a esta realidad. Por una tonelada de urea cuyo principal nutriente es el nitrógeno se pagaba en años de precios históricamente bajos alrededor de 350 dólares por tonelada, mientras que en campañas de precios históricos elevados el mismo subía aproximadamente al doble. Actualmente la urea a granel puesta en puerto supera los 1.300 dólares por tonelada.

Si analizamos el otro macronutriente, "el fósforo", el cual es históricamente mas oneroso que el nitrógeno, costaba en años de bajas cotizaciones unos 600 a 700 dólares por tonelada, actualmente supera los 1.500 dólares la tonelada puesta en puerto.

Sabiendo que la producción agrícola muy dependiente de este tipo de insumos, no es de extrañar la alta preocupación y desconcierto que reina hoy en el sector.

Estos precios tienen un correlato con la guerra en Ucrania, lo que también ha elevado el costo del gas oíl. Como si esto fuese poco hay una cierta incertidumbre respecto a la capacidad que tendrá el país de proveer a los productores de la cantidad necesaria de estos insumos aun si lo quisieran pagar. Lo que agrega mucho mas ruido y riesgo a la hora de decidir qué inversión hacer y qué área implantar.

Si analizamos el Margen Bruto de trigo ya sea en campo propio o en aparecería de un treinta por ciento, vemos que los rindes de indiferencia son casi iguales al rinde objetivo, lo cual no da incentivo a la siembra (ver cuadro 1), pues nadie invierte para, en el mejor de los casos recuperar la inversión, sino que se exige una ganancia, la cual en el caso de la agricultura debe ser elevada por el alto riesgo asociado a la actividad. Este riesgo esta representado por los años que se tardaría en recuperar el capital invertido en una zafra con quebrantos.

Así las cosas, solo en los ambientes donde el trigo sea el único o casi el único cultivo posible seguramente se sembrará, pero a costa de una sensible baja en el paquete tecnológico empleado y por consiguiente en la producción resultante. Un ejemplo de esta zona puede ser La Pampa o el suroeste de Buenos Aires.

Sin embargo, en los ambientes donde se pueda implantar otros tipos de cultivos, más precisamente cultivos de verano, registraremos un resurgir de la soja. Esta especie tiene la capacidad de fijar el nitrógeno atmosférico gracias a la asociación con una batería, usando la energía de la fotosíntesis, lo que baja el requerimiento de fertilizantes, por ende la inversión necesaria para entrar al negocio y el riesgo aparejado al mismo.

En conclusión, de seguir esta coyuntura de mercado es altamente esperable que también experimentemos una baja en la siembra de maíz, el cual es aún mas exigente que el trigo en cantidad de fertilizantes. Actualmente parece haber un consenso por parte de los empresarios agrícolas que debe procurar estar atento a la rentabilidad y no tanto al volumen de producción. Es así que quizás este año convenga obtener un trigo de 1800 kilos por hectárea invirtiendo menos, en vez de tratar de obtener 3000 kilos por hectárea o más a costa de una alta inversión y riesgo asociado.

Mariano Fava - Ingeniero Agrónomo - (MP: 607 CIALP) Posgrado en Agronegocios y Alimentos @MARIANOFAVLP

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