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Lluvias, la mejor "política" agropecuaria

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EL DIARIO digital

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Por Mariano Fava (*)

Apenas iniciado el mes de septiembre fue el momento elegido por la naturaleza para proveernos de las tan ansiadas y necesarias lluvias de primavera, no pudiendo las mismas ser más oportunas. En efecto, de haber llegado las precipitaciones sobre fines del mes de septiembre, las mermas en la producción de cereales de invierno hubiesen sido de una magnitud muy importante. De hecho los lotes de poca capacidad de retención de agua, ya sea por textura demasiado arenosa o por la presencia de un manto de tosca subsuperficial muy somero, evidenciaban daños significativos por la falta de humedad. Con esta agua seguramente se revertirán en parte esos daños, pero sin duda algún efecto adverso en el rinde perdurará, afectando la cantidad de grano producida por hectárea en ese tipo de ambiente.

Haciendo una estimación muy grosera, podemos decir que aproximadamente el 15/20 por ciento de la superficie tuvo algún daño por la escasez del lluvia y/o heladas, mientras que el resto del área está en condiciones de muy buenas a excelentes. Con estas precipitaciones la cosecha fina de la provincia de La Pampa se encaminará hacia la floración para segunda quincena de octubre con buenas perspectivas de éxito, sin bien aún falta mucho camino por recorrer. El mencionado mes (octubre) será definitorio para la suerte de la próxima cosecha fina. Si el mismo se presenta fresco y húmedo, sin duda que las variables están dadas para una cosecha buena a excelente.

Analizando los registros pluviométricos, llegaremos a la conclusión de que ha ocurrido lo esperable según el contexto climático en el que está enmarcada nuestra provincia, que no es otro que el de un ambiente semiárido a subhúmedo (dependiendo de la porción de la provincia que consideremos). Sus precipitaciones siguen un régimen en el cual la mayor proporción de lluvias se concentra en las épocas de otoño y primavera. En invierno es muy poco probable contar con aguaceros, y en verano, si bien precipita, las altísimas temperaturas reinantes durante ese período de tiempo hacen que el balance hídrico (aporte de agua versus pérdida de la misma vía evaporación o transpiración por parte de los vegetales) sea deficitario. No es casual que los productores esperen con ansiedad la tormenta de Santa Rosa pronosticada para el día de su Santa, (treinta de agosto); porque normalmente en esa fecha se producen las primeras tormentas de la primavera, como afortunadamente ocurrió puntualmente este año.

Con las recientes lluvias surge la pregunta del empresario rural respecto de si le conviene o no corregir la nutrición del cultivo vía fertilizantes, y la respuesta no es fácil, pues hay variables que favorecen tomar esta decisión como lo es tener buena humedad en profundidad y en superficie, habiéndose superado ya la incertidumbre de la lluvia temprana de primavera. Pero por otro lado subsiste una relación insumo producto desfavorable, de alrededor de 3 a 3,5 kilos de trigo por kilo de fertilizantes nitrogenado, cuando lo histórico deberías ser 2 kilos de trigo por kilo de urea. Así las cosas, pensar en fertilizar los trigos al macollaje parece ser una inversión basada en la expectativa de lo que acontecerá con la comercialización de la próxima cosecha.

Un párrafo aparte requiere el tema sanidad. Los hongos, fundamentalmente las royas, tienen condiciones ambientales favorables para desarrollarse. En lo que se refiere a roya amarilla ya se han registrado pústulas en variedades muy susceptibles en las provincias vecinas, en algunos casos incluso requirió de tratamiento químico. Para las variedades resistentes a tal patógeno aún no ha hecho falta una intervención con herramienta química. Para el caso de la roya naranja, la misma debe ser controlada cuando aparece en hoja bandera menos una, con lo cual aún es apresurado hacer algún comentario al respecto, pues esperamos una fecha media de floración para finales del mes de octubre.

Estas precipitaciones también son importantes de cara a la próxima zafra de cosecha gruesa, ya que permiten empezar a acumular humedad en los barbechos ya realizados, y para quienes aún no lo hayan hecho, les sugerimos hacerlos con la mayor celeridad posible. Quienes tengan que realizar barbechos químicos es muy probable que se encuentren con malezas en estados ontogénicos que les confieren alguna resistencia a glifosato. Como caso paradigmático podemos mencionar a la "rama negra". Con lo cual deberemos recurrir a mezclas de herbicidas, de por lo menos 3 familias de distinto sitio de acción, que permitirán por un lado disminuir la dosis por hectárea de cada ingrediente activo aplicado en el caldo (producto de la sinergia resultante de la mezcla de herbicidas), a la vez que evitamos tener fallas en los tratamientos.

Debemos recordar que no se puede fracasar en el primer intento, pues de lo contrario tendremos una maleza moribunda, la cual se las arreglará para seguir desarrollando, adquiriendo una mayor rusticidad a las posteriores aplicaciones de herbicidas. Por lo que si no ha quedado el barbecho todo lo bien que esperamos, se deberá recurrir al doble golpe. Técnica a la que ya nos hemos referido en numerosas oportunidades en esta columna, la cual consiste en aplicar un herbicida desecante total en el lote con fallas en la aplicación, unos diez a doce días posteriores al tratamiento base.

En resumen, las precipitaciones han sido una buena noticia que mejora sustancialmente la coyuntura por la que atraviesa el sector agropecuario en general, y el agrícola en particular. Una vez más, y como ha sido por los últimos 70 años en nuestra querida Argentina, el sector agrícola se puede sobreponer a todo, excepto a un clima adverso. Afortunadamente 2021, al menos hasta el momento, se muestra con "viento de cola" para la producción agropecuaria en la provincia de La Pampa.

Para finalizar diremos que el clima favorable por el que coyunturalmente atravesamos no debiera cargarnos de euforia, de la misma manera que aconsejamos en periodos de sequía no deprimirse, pues normalmente esos estados de ánimo no nos dejan pensar claramente y muchas veces nos apartan del foco de nuestro negocio agrícola, el cual es muy riesgoso por ser a cielo abierto.

Debemos tener clara la visión de que hacer agricultura en ambientes semiáridos requiere rotación de cultivos, generar cobertura, sembrar tanto cultivos de cosecha gruesa como de cosecha fina, ya que es muy riesgoso apostar todo a una alternativa en ambientes tan inestables; y finalmente, tener cuidado con los niveles de inversión, sobre todo con los valores de los alquileres, ya que si nos toca perder los quebrantos serán muy grandes. Sabido es que ningún productor por grande que sea maneja el valor de mercado de los cereales o insumos, tampoco podemos tener seguridad de cuánto grano vamos a cosechar, es decir que la única variable que se tiene bajo control en un 100 % son los costos, en consecuencia hay que ser muy prudente al incurrir en ellos para no arriesgar la seguridad económica empresarial y familiar.

(*) Mariano Fava- Ingeniero Agrónomo - (MP: 607 CIALP) - Posgrado en Agronegocios y Alimentos @MARIANOFAVALP

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