Opinion

Salvavidas en la tempestad

La presencia estatal en auxilio de la producción, un alivio que a la vez es insuficiente, porque las políticas de fondo dependen de niveles nacionales e internacionales.

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EL DIARIO digital

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El empresariado en general reaccionó positivamente ante el anuncio del gobierno provincial de que extenderá y reforzará el programa mediante el cual el Estado hace un aporte durante un tiempo para que cooperativas, firmas industriales, comerciales o de servicios incorporen trabajadores y trabajadoras de manera regular.

En este caso el Estado pampeano anunció que se hará cargo de hacer una inversión mensual por persona incluso mayor a la que se venía dando, con el objetivo de que las empresas durante los tres primeros meses de esa relación puedan afrontar un lógico período de formación y capacitación con quienes se incorporan a su planta.

Desde ya que la reacción de quienes son beneficiados por la idea iba a ser positiva y expectante, pero además del aprovechamiento de ese virtual subsidio también causó buena impresión el diagnóstico que se hizo a partir de los resultados obtenidos con el programa durante el tiempo que lleva desarrollándose.

En ese sentido, el oficialismo explicó que el financiamiento a cooperativas y pequeñas y medianas empresas permitió la creación -en este período crítico- de 1.231 puestos de trabajo.

No es nada menor otro dato concluyente: más del 86% de las personas que ingresaron a un trabajo mediante este programa siguen sosteniendo ese empleo, lo cual le permite al gobierno interpretar su aporte como efectivo y a la vez poner en evidencia las posibilidades de éxito cuando hay una tarea conjunta entre el Estado y el sector privado.

El mecanismo implementado por la Provincia va de la mano con otras herramientas del mismo tipo que se han puesto en marcha, fundamentalmente desde el desembarco de la pandemia, utilizando al propio gobierno, a sus áreas destinadas a la Producción y al Banco de La Pampa, con préstamos para sostener incluso costos fijos de las empresas o para estimular el consumo de la ciudadanía.

Aun así, algo se cae de maduro: se trata, en todos los casos, de auxilios y parches, que son los que pueden estar al alcance de un gobierno provincial en una época de crisis donde las soluciones de fondo dependen de decisiones que se tomen en el nivel nacional, o incluso de variables internacionales.

El combo que atraviesa la Argentina, y en el que desde ya La Pampa no es una isla, requerirá en algún momento de políticas de fondo y a mediano y largo plazo, después del gobierno anterior que castigó a la industria, achicó el poder adquisitivo y desarticuló varios mecanismos a la mano para incidir en la economía; de la pandemia que paralizó la actividad y de la frutilla de ese amargo postre que significa la guerra en Ucrania, que contribuye a incrementar la de por sí descontrolada inflación.

En ese contexto doloroso y preocupante nunca está de más tampoco repasar que la presencia estatal, aun en aspectos regionales, provinciales y locales, sigue constituyendo para algunos sectores un salvavidas -que alivia el riesgo pero de ningún modo garantiza la subsistencia, y mucho menos la calidad de vida- en medio de estas tempestades violentas y de destinos impredecibles.

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