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Momento histórico y miserias a la vista

La promulgación de la ley que legaliza el aborto -con La Pampa como impulsora y relativamente pionera- aporta más libertad, igualdad y justicia; la falta de conciencia de algunos sectores en el marco de la lucha contra el coronavirus desnuda comportamientos irracionales, egoístas e ignorantes.

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EL DIARIO digital

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Una de cal...

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La jornada del jueves resultó histórica una vez más y fue quizá el acto de mayor contenido institucional en el largo proceso que deriva en la conquista de un derecho por parte de las mujeres y disidencias: la promulgación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo fue una nueva oportunidad de celebración de esa medida.

El presidente Alberto Fernández se dio el gusto de dar por cumplida su palabra de convertir en ley el aborto, aun cuando envalentonado en la emoción del momento haya exagerado cuando se jactó de "estar poniéndole fin al patriarcado", una meta más de fondo y que por cierto aparece hoy muy a mitad de camino.

Desde La Pampa, el Foro por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito fue muy oportuno al momento de definir lo que ese momento histórico deja como puntapié para el futuro: la medida aporta libertad, igualdad y justicia, y ni bien puesta en marcha alivia a casi dos centenares de mujeres que estaban increíblemente judicializadas.

Tampoco puede ignorarse que el nuevo camino apenas está iniciándose y que vendrá de ahora en más una lucha (legal, política, cultural) para que además de una ley, la interrupción voluntaria del embarazo sea una práctica de verdad garantizada por el Estado, asunto que en determinadas jurisdicciones será una lucha, así como en La Pampa parece no haber obstáculos.

Nuestra provincia ha tenido fuerte incidencia en la sanción de la normativa, que resulta de avanzada para Latinoamérica y propicia entusiasmos en el mismo sentido en Chile y México.

Además del rol clave que le cupo en el Senado Nacional a Norma Durango como presidenta de la Comisión de la Banca de la Mujer, que lideró el debate previo, el papel pampeano viene siendo faro desde la discusión de 2018, cuando en la Cámara de Diputados y Diputadas el accionar del ahora gobernador Sergio Ziliotto permitió aquella primera victoria, después contrarrestada por el retroceso senatorial que esta vez también se sorteó.

La Pampa es pionera en la implementación de este tipo de derechos y el nuevo escenario lo que termina de ratificar es que el peronismo y sus fuerzas aliadas han incorporado la problemática como base de sus políticas públicas, puesto que la votación y el impulso político no encontraron en este caso posicionamientos personales ni religiosos u objeciones de conciencia.

En cambio, la alianza conservadora de derecha ha hecho méritos, justamente, para ratificar esa orientación, ya que sus representantes -de distintas extracciones políticas, geográficas y generacionales- coincidieron en posicionarse como antiderechos y prefirieron atender vaya a saberse qué corriente ideológica antes de ponerse a la altura de lo que la historia estaba demandando.

…y una de arena…

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Por más que pasen las semanas y mucho más allá del impacto que tengan las cifras oficiales, buena parte de la comunidad –así en Santa Rosa como en el resto de la provincia y del país– sigue sin comprender que la necesidad de la hora es extender especialmente los cuidados en la lucha contra el coronavirus.

Sin embargo, aun con el dato alarmante de que en un mes se triplicó el número de ocupación de camas de terapia intensiva, hay sectores que juegan a que no pasa nada.

A esta altura de la situación es posible que ni siquiera un extendido congreso de sociólogos y sicólogos sociales esté en condiciones de explicar qué es lo que ocurre frente a lo que racionalmente asoma como tan evidente, pero que en la práctica –y desde ya que a partir de varios factores– es de alguna manera negado por las propias víctimas de ese accionar.

El Gobierno Provincial, que interpretó que no le quedaba otra opción política (y sobre todo económica) que flexibilizar aquella primera cuarentena, ha hecho para ponerles coto a los encuentros sociales no solo esfuerzos de tipo administrativo y burocrático sino comunicacional y hasta didáctico.

Una importante porción de la ciudadanía pampeana comprendió casi desde el inicio cuál era el escenario real, pero otros sectores han hecho supremos sacrificios –desde ya que con consecuencias dañinas– por jactarse de su ignorancia, o egoísmo, o las dos cosas a la vez.

La pelea contra esa falta de conciencia genera impotencia y es además muy desigual: no hay ningún secreto respecto de lo sencillo que suele ser destruir lo que se construyó con enorme inversión de organización, tiempo y otros recursos.

La falta de empatía es especialmente dolorosa con aquellos que son la otra cara de la moneda: el personal de Salud que trabaja a destajo, que sufre contagios cotidianos, que padece la tristeza de haber perdido en el camino varias vidas de compañeros y compañeras, ya no sabe qué estrategia pública adoptar para que el mensaje sea atendido por ese sector social al que muy bien apodó "la gilada" el mensaje nacional oficial que apunta a robustecer la "cuidadanía".

Todo esto no implica negar las responsabilidades que en este camino, y el que sigue, tiene el Estado: al contrario, es la demostración de que la eficiencia plena es dificultosa, sobre todo en un contexto absoluta y literalmente extraordinario, en el que funcionarios y funcionarias han cometido errores por desconocimiento, o por incompetencia, o por cansancio, o por ensayar alguna respuesta incorrecta, o por inevitables limitaciones.

Todas esas carencias del sistema de Salud, que a su vez vienen acompañadas de aciertos y de comportamientos solidarios, no justifican en absoluto la conducta cargada de desidia de quienes se dicen a sí mismos "libertarios", cuando en realidad son todo lo contrario: un ejemplo cabal, patético, de las miserias que pueden reinar en una organización social cuando se tiende a la deshumanización.

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