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Desalojo: "fallaron la Defensoría, la Municipalidad y la Provincia”

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“Nos dejaron solos. No vino nadie”, dijo María Ocares (60), al borde de la calle, sentada en el cordón. Su esposo, José Luis, Maya pasó la noche en el auto, con el carro de albañil de tiro. Se resisten a perder su hogar luego del desalojo de la vivienda de calle Macachín 2035 de Villa Parque, que ocuparon durante 19 años.

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José Luis Maya y María Ocares pasaron la noche en su auto, en la calle. Fue porque resisten a la pérdida de su hogar, luego del desalojo de la vivienda de calle Macachín 2035 de Villa Parque que ocuparon durante 19 años. Todavía no lograron recuperar sus pertenencias: la comida de la heladera, ni la ropa del nieto de 3 años y tampoco a Canela, la perrita más vieja de la familia.

“Nos dejaron solos. No vino nadie”, dijo la mujer, María Ocares al borde de la calle, sentada en el cordón.

familia desalojada

El abogado Pablo Pinto afirmó que el desalojo se hizo en forma intempestiva e insinuó algún ardid. “Quiero creer que les explicaron que el desalojo lo hacía la justicia y no la municipalidad. Nadie se va de la casa por un subsidio para alquilar y otra ayuda”, dijo el profesional.

Pinto confirmó que el Defensor de los Derechos de la Niñez, Juan Pablo Meacca no fue notificado a pesar que allí vivía un nene de 3 años, y otros dos adolescentes de 16 y 17 años.

En la casa desalojada vivían José Luis Maya (65, albañil) y María Ocares (60, cuidadora) junto a tres hijos Sebastián (21), Agustín (17) y José (16). Además, Macarena (novia de Sebastián) y madre de Thaiel (3) y Rocío (novia de Agustían). Ellos y ellas durmieron en la casa de una vecina, frente a la vivienda del desalojo.

Maya estaba haciendo una changa con su hijo de 21 (el padre del nene de 3 años) y Ocares estaba en Anguil cuidando a una anciana: tuvo que gastar el pago de esa tarea en el remise que la trajo urgente cuando le avisaron que estaban dejando su familia en la calle.

“Entraron cuando salió Macarena a buscar cosas para la comida del mediodía. Estaba Rocío que tiene 15 años y la apuraron le dijeron que se vistiera que tenía que salir”, contó.

El operativo se hizo con 8 policías hombres y 4 mujeres. También estuvo al Brigada, dijo el abogado. “Sé que los policías no quieren hacer esto. Se fueron mal al final del día. Yo vi a que a dos policías hombres se les caía una lágrima”, explicó.

La ejecución del desalojo fue ordenada por el juzgado civil N°5, a cargo de Adriana Pascual. Allí se radicó un expediente de la sucesión donde se presentó Graciela Rodríguez: entre los bienes de su abuelo, figuraba el terreno que los Maya tenían en forma precaria (otorgado por la Municipalidad de Santa Rosa en 1999).

Los Maya fueron asesorados por la Defensoría del Ministerio Público. “Nos avisaron cuando empezó el juicio. Después no nos llamaron más”, dijo José Luis Maya.

El hombre no ocultó su bronca por lo ocurrido. “Tengo una tenencia, precaria que me dieron en Catastro de la Provincia. me la dio Germán Perón en Catastro. Me mostró el legajo: este terreno no tiene escritura. Por eso me lo dieron”, dijo. Toda la documentación quedó adentro de la casa. Maya no entiende cómo avanzó todo el juicio que los dejó sin la casa que ocupan desde hace 19 años.

En Desarrollo Social le ofrecieron una garrafa y comida: “no quiere comida. Nunca tuve que pedir. Mis hijos nunca fueron a un comedor”, afirmó Maya.

Sebastián dijo que no le dejaron sacar nada una vez que estuvo la Policía. “Le pedí sacar las ponedoras, porque tenemos gallinas, pero no me dejaron. Me quedó un pájaro y Canela, la perrita. Cuando yo me movía, el policía me seguía por arriba del hombro”, contó.

Sebastián es albañil y se construyó su casa en la parte de atrás del patio donde vive con su compañera Macarena y su hijo Tahiel.

Los Maya están en la vereda. Ya no hay policías. Aseguran que van a llamar a los vecinos y hacer una protesta. “No vino nadie. El Defensor de la Niñez, nada. El canal tampoco, los únicos son ustedes”, le dice al cronista de El Diario Maya, con la boca temblorosa y un rictus de bronca e impotencia.

José y Agustín van al secundario del colegio Teresa de Calcuta. “A las docentes solo les tengo que agradecer. Nos han ayudado mucho”, dice Maya padre.

Es una situación rara. Cuando se hace un juicio de desalojo, las cosas de los desalojados quedan en la calle. Ahora desde la Oficina de Mandamientos Judicial y Notificaciones esperaron que la casa estuviera sola para meterse: fueron directamente hasta la pieza para apurar a la única ocupante de la casa. Los Maya están en la vereda y esperan.

“¿Esto es justicia?”, se pregunta el abogado Pinto cuando revisa el caso. “Acá falló la Defensoría, la Municipalidad y la Provincia”, remarcó.

El abogado anticipó que pedirán acceder a la casa para recuperar las pertenencias de la familia Maya. Además, solicitará que se recupere la vivienda.

familia desalojada 19

Sebastián Maya mira por debajo del portón: quiere saber si se escucha su perrita Canela. No se la dejaron sacar durante el operativo de desalojo.

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