La Pampa

Ana María Resler, memoria viva de Embajador Martini

La Asociación de Descendientes de Alemanes en La Pampa homenajeó a la vecina de 97 años, última de diez hermanos, que mantiene vivas las tradiciones y recuerdos de la inmigración alemana en la provincia.

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El 4 de septiembre, Día del Inmigrante, fue ocasión propicia para que la Asociación de Descendientes de Alemanes en La Pampa renovara su homenaje a abuelas y abuelos descendientes que, con trabajo y valores arraigados, marcaron la vida comunitaria en distintos pueblos de la provincia. Este año, la distinción recayó en Ana María Resler, vecina de Embajador Martini, nacida el 24 de enero de 1928 en un campo de Winifreda, y protagonista de una vida que encarna el legado de la inmigración alemana en La Pampa.

Hija de Felipe Resler y Otilia Rainhart, inmigrantes que llegaron en barco con abuelos y hermanos, Ana María fue una de diez hermanos. Hoy, a sus 97 años, es la única que queda para contar cómo se vivía en aquellos tiempos. Relata que los varones trabajaban la tierra, arando, sembrando y ayudando a vecinos, mientras las mujeres cuidaban a los niños y mantenían vivo el calor del hogar. En esa rutina aprendió a cocinar recetas típicas de su gente, como el kaseknudel, el wickel nudel y la riwwel kuchen, sabores que se transmitieron de generación en generación.

La vida rural también dejó huellas en la memoria de Resler: recuerda cómo se construían casas de adobe con tierra y bosta, pisadas por caballos o por los pies de los niños, y cómo los techos de paja de trigo se renovaban cada cinco o seis años. Su hijo, Chiquito Hecker, recuerda con humor: "¡Pisábamos el barro con los pies!".

Entre sus recuerdos más entrañables aparecen las fiestas religiosas y comunitarias: su Primera Comunión en la primera capilla de Colonia San José, casamientos que se prolongaban por varios días, reuniones familiares y bailes rurales en los que la música y las risas quedaban flotando en el aire aun después de terminar la fiesta.

A los 20 años, Ana María unió su vida con Francisco Hecker, vecino de campos cercanos. Con él se radicó en Embajador Martini, donde trabajaron la tierra y formaron una familia con cuatro hijos: Aníbal Omar, Celina Florentina, Irineo Silvio y Ángel Osvaldo. Con esfuerzo y paciencia construyeron un hogar que se multiplicó en 12 nietos y 23 bisnietos.

Hoy, con casi un siglo de vida, Ana María Resler guarda mucho más que recuerdos: custodia un legado. Para sus descendientes y para la comunidad de Embajador Martini, su historia refleja el sacrificio, la fe y el amor de quienes llegaron desde lejos para echar raíces en suelo pampeano.

Desde la Asociación de Descendientes de Alemanes destacaron que rescatar estas memorias es también un acto de identidad y gratitud. "Cada adobe pisado, cada mesa compartida, cada canción entonada en los bailes rurales y cada palabra heredada del alemán son huellas que tejieron el presente", remarcaron.

Reconocer la vida de Ana María Resler es reconocer a toda una generación de inmigrantes y descendientes que, con sus manos y su espíritu, ayudaron a construir la provincia y transmitieron a hijos, nietos y bisnietos el valor de las raíces.

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