La Pampa

"La educación no se reduce a un Excel": un cierre de lucha frente al Colegio de la UNLPam

Con música, libros y palabras, se cerró este martes el paro universitario frente al Colegio Secundario de la UNLPam, La educación también se mide en proyectos de vida, en ciudadanía crítica, en la posibilidad de quedarse en la provincia porque hay futuro acá", dijo una docente.

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EL DIARIO digital

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El viento de septiembre atravesaba la calle 9 de Julio frente al Colegio Secundario de la UNLPam cuando empezó a sonar la banda estudiantil. Una batería, platillos y un par de guitarras  marcaron el inicio de una jornada de protesta que, lejos de ser solo un acto gremial, se convirtió en un ritual colectivo de afirmación: la comunidad educativa en la calle, unida, en el cierre del paro de 48 horas de la docencia universitaria.

Docentes, estudiantes, trabajadores y trabajadoras del colegio y de la Universidad fueron ocupando el espacio, entre pancartas, mates compartidos y abrazos. En un rincón se inauguraba simbólicamente una "biblioteca al paso": un estante improvisado en una heladera en desuso donada, con libros abiertos a quien quisiera llevarse uno o dejarlo.

Un docente de la universidad le dijo a una jubilada docente, del colegio, que el frente del edificio luce la pintura descascarada. "Hay que pintarol o", dijo. "No, está bien así. Es un símbolo de lo que nos está pasando", terció la profesora.

El profesor de Historia, Elvio Monasterolo, entre otros docentes, tomó la palabra y recordó, con una breve charla, la tradición de la militancia estudiantil, de la secundaria a la universidad.

El secretario general de ADU, Santiago Audisio, habló poco pero con firmeza: "La lucha seguirá", dijo, y anticipó que los universitarios volverán a marchar "si el presidente Milei veta la ley de financiamiento votada por el Congreso". Su advertencia arrancó aplausos y asentimientos entre el público.

Pero el centro de la tarde fue el discurso de Gabriela Sardi, profesora de Geografía en el colegio y en la UNLPam, que tomó al micrófono con la calma de quien está acostumbrada al aula y al mismo tiempo con la urgencia de un momento histórico.

"Me llamo Gabriela. Soy profesora en Geografía y, antes que eso, maestra. Toda mi vida profesional estuvo hecha de aulas, mapas, tizas y preguntas. Hoy no vengo a dar una clase. Vengo a compartir unas reflexiones en voz alta, como quien abre un mapa sobre una mesa y se sienta a pensar el camino con otros", comenzó, y enseguida su voz se confundió con un silencio atento que recorrió lel pavimento.

"La Pampa nos enseñó a mirar lejos. En la llanura el horizonte no se esconde. Por eso, cuando una comunidad hace una visibilización, cuando decide ponerse de pie para decir 'acá estamos', está haciendo algo muy importante: está señalando un rumbo claro en medio de la distancia".

Las palabras iban y venían entre metáforas y certezas. "No defendemos privilegios. Defendemos derechos", subrayó. "El derecho de cada chica y cada chico de esta ciudad a contar con maestras y profesores formados, con laboratorios que funcionen, con bibliotecas abiertas, con aulas seguras, con equipos que investigan sobre la vida real de esta provincia".

En otro pasaje, lanzó una crítica clara a las políticas de ajuste: "La educación pide cuentas, claro que sí, pero no puede reducirse a un Excel. Su resultado también se mide en proyectos de vida, en ciudadanía crítica, en la posibilidad de quedarse en la provincia porque hay futuro acá".

El público asintió, algunos con lágrimas contenidas, otros con gestos de bronca. Había docentes cansados, estudiantes con carteles caseros, investigadoras del CONICET, trabajadores del colegio. Todos escuchaban como si la geografía, de pronto, se hubiera vuelto un mapa de resistencia.

"La memoria nos dice de dónde venimos: de generaciones que apostaron por la escuela pública como camino de igualdad. El proyecto nos dice hacia dónde vamos: a una provincia que retenga a su juventud no por resignación sino por elección, porque hay oportunidades reales y un horizonte compartido".

A las y los estudiantes, les dejó un mensaje directo: "Su curiosidad es un bien público. Cuídenla. Pregunten. Lean. Discutan con respeto. Defiendan su derecho a una educación de calidad haciéndose cargo también de su parte. La escuela y la universidad existen para ustedes, pero también gracias a ustedes".

Y a sus colegas: "Gracias por sostener la tarea cuando el viento pega de frente. La Pampa conoce los vientos. Por eso sabe de anclajes. Nuestro anclaje es la convicción de que el conocimiento cambia vidas. No aflojemos esa cuerda".

El aplauso fue largo y cerrado. Algunos levantaron el puño, otros grabaron con sus celulares. En la vereda, la biblioteca al paso quedó como un símbolo discreto: un gesto de confianza en que el conocimiento circula, se comparte, resiste.

Así, entre palabras, música y libros, cerró la jornada de lucha frente al Colegio Secundario de la UNLPam. Un acto sencillo y potente, donde la comunidad educativa reafirmó que la educación pública no es un gasto ni un privilegio, sino —como dijo Sardi— "condición de dignidad, de trabajo y de democracia".

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