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EL DIARIO digital
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La joven estaba en Buenos Aires desde mediados de mayo, acompañada por sus padres. El camino hasta el diagnóstico fue largo y angustiante. El 12 de abril, Guadalupe se descompuso en la casa de su novio. Al llegar, Gisela encontró a su hija desvanecida, con vómitos, muy pálida y con la presión baja. En la posta de atención médica no encontraron nada concluyente y la derivaron a la Fundación Favaloro, donde tras varios estudios detectaron una lesión cerebral.
El 6 de mayo fue operada en Santa Rosa, y la cirugía fue exitosa. Luego de recibir el alta, nuevos estudios indicaron la necesidad de tratamiento oncológico, y se gestionó su derivación a Buenos Aires. Actualmente, estaba siendo atendida por el oncopediatra Nicolás Palomar, quien coordinaba el tratamiento.