La Pampa

Crimen de Agustina: los vecinos del complejo viven con miedo y descreen del robo

Desde el 2 de julio pasado cambiaron hábitos y no duermen tranquilos. Además, descreen de la hipótesis del robo y afirman que el atacante entró con claras intensiones de matar a la joven.

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EL DIARIO digital

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El complejo de viviendas ubicado sobre calle Confluencia 1301 del barrio Las Calandrias, en Cipolletti, luce deshabitado. No hay movimientos de personas ni de autos. El departamento 1 de planta baja, único que cuenta con un pequeño patio interno, está vacío. Allí vivía Pablo Parra, y allí atacaron a la joven santarroseña Agustina Fernández.

"Es una zona muy tranquila, o era en realidad. Porque ahora cambió todo", comentó una vecina al diario La Mañana de Neuquén que en junio pasado instaló un negocio en la cuadra. Desde el ataque a la estudiante de Medicina ya no se olvida la puerta sin llave, observa detenidamente a todos los que pasan y evita cerrar tarde.

El brutal ataque a la joven pampeana cambió todo. Los vecinos del lugar comenzaron a implementar medidas de seguridad a su vida cotidiana que antes eran impensadas: instalación de rejas y mallas de alambre, puertas con llaves, control de las cámaras de seguridad, pero sobre todas las cosas atención a quiénes vienen y van.

"No dejo de sentir una sensación de inseguridad, de miedo constante. Me da pánico cuando tengo que bajar las persianas en la noche. Siento que la persona que la mató vuelve cada tanto al lugar. Puse una cerradura extra a la puerta y estamos instalando cámaras, porque, como sabemos, las que tiene el complejo no funcionan", dijo la comerciante, quien pidió reservar su identidad, a LM Cipolletti.

Omar tiene 43 años y vive con su familia en el complejo lindante de similares características y propiedad del mismo dueño. Hace tres meses se mudaron allí. El sábado 2 de julio no advirtió nada raro. "Los vecinos dicen que no fue un robo. Yo la verdad no sé. Lo único que sí sé es que desde ese día tengo mucho cuidado cuando entro el auto de noche. Miro tres o cuatro veces", contó al mismo periódico.

"Ese día justo salí con una prima a las 16, y cuando volví a la noche ya estaba la Policía. Nadie se dio cuenta de la situación. Todos pensamos que había sido sólo un robo, pero después me enteré lo que realmente había pasado", comentó Fernanda, una vecina.

Ella vive allí desde el 2018. En algunas oportunidades se había cruzado a Agustina en la vereda, y también a Pablo Parra. Sabía que eran vecinos, pero no más que eso.

"El departamento donde ocurrió el ataque lo conozco porque el año pasado me lo mostraron para mudarme. Parra ya vivía en el complejo, pero en otro departamento, y me ganó. Es el único en la planta baja que tiene un patio propio, chiquito, de unos 3 metros cuadrados. Un paredón alto, de más de dos metros y con rollos de alambre de púa da al patio de otro vecino, que linda con el descampado. Además, el departamento tiene un ventanal con rejas. Es muy difícil entrar", comentó la mujer.

Dijo que la zona siempre fue tranquila y segura, pero que todo cambió. "Ahora entro el auto más temprano, trato de que sea de día, y siempre mirando mucho. Tampoco saco la basura de noche. Pedí al propietario que pongan rejas a mi departamento y alambre de púa a mi paredón. Estamos todos muy atentos", indicó.

Dijo además que a nadie le cierra que haya sido un hecho de inseguridad. "Con el tiempo todos empezamos a descreer sobre el robo. Estamos muy confundidos", confesó.

En la despensa de calle Del Trabajador, lugar de encuentro obligado entre vecinos, se dio un debate improvisado. El comerciante Leo dijo que en 9 años tuvo un solo robo y que el lugar es muy tranquilo. También indicó que Parra solía comprar allí, y que tras el ataque no volvió.

De inmediato se sumó un hombre de la cuadra y apuntó directamente contra el amigo de Agustina. "Todos estamos seguros de que fue él (por Parra). La Fiscalía también lo sabe, pasa que aún no tienen pruebas", aseguró.

Luego detalló todo lo que había que hacer para poder entrar al departamento por la parte trasera. "Hay que cruzar una reja de dos metros, trepar un paredón de casi 3 metros, cortar el alambre, saltar, y todo sin que nadie te vea. Es muy difícil. Nadie cree que justo salió sin el teléfono, dejó a la chica sola y tardó tanto tiempo en volver. Acá nadie cree la versión del robo", contó el hombre.

Además, hizo alusión al vínculo entre ambos. "Ella era una nena, 19 años, que recién llegaba y quería hacer amigos para no estar sola. Este tipo, de 37, quería otra cosa y estaba obsesionado. No se bancaba que ella quería solo una amistad", acusó el hombre, mientras hacía las compras.

Los vecinos en general coinciden en que no se trató de un robo y que Parra tuvo algún tipo de participación, pese a que la Justicia, por el momento, no haya encontrado ningún indicio de esto. Peor aún, el análisis de ADN realizado al cuerpo de Agustina arrojó la presencia de material genético de un hombre en sus uñas que no coinciden con él.

El principal sospechoso para la Justicia sigue siendo el joven del identikit, que pese a los rasgos muy característicos y una recompensa de un millón de pesos, aún no logran dar con su identidad.

Cinco obstáculos

En la esquina de las calles Confluencia y Del Trabajador hay un descampado con un alambrado perimetral del tipo malla sima. Al fondo se logra observar el paredón que resguarda el patio del departamento, donde fue atacada Agustina, y una chimenea negra de la parrilla.

El primer obstáculo a cruzar es ese alambrado perimetral, para lograr saltar una reja de metal negra de unos dos metros de alto (segundo obstáculo).

Al cruzar, se ingresa al patio de una vivienda que su frente da a la calle Del Trabajador. Atrás se encuentra el paredón de unos dos metros y medio (tercer obstáculo) del departamento de Parra, donde se ve la chimenea de metal negra.

Tras subir ese paredón, el agresor debió cortar el rollo de alambre concertina para no cortarse (cuarto obstáculo), saltar y caer al interior del patio.

Luego, una vez que llegó a la parte exterior del complejo, tuvo que violentar un ventanal que tiene rejas (quinto obstáculo) para recién poder llegar al interior de la vivienda donde se encontraba Agustina.

En el complejo nadie escuchó nada, ni gritos, ni golpes. Trascendió que se encontró una escalera que habrían usado para trepar el paredón. Las cámaras, al no funcionar, no grabaron ninguna imagen.

Fotos: LM Cipolletti

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