La Pampa

Los caminos de la Memoria

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Ecos del 24 de Marzo: un recorrido por la lucha por la Verdad y la Justicia, especialmente en La Pampa. Agachadas, avances, impunidades y cuentas pendientes.

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EL DIARIO digital

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Por JP Gavazza

El Día de la Memoria impactó con su potencia, en un 24 de Marzo que significó el regreso de las movilizaciones populares después de 2 años de pandemia.

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En La Pampa, el gobernador Sergio Ziliotto estuvo a la altura de las circunstancias para reafirmar algo que no es novedad, pero que cobra otro peso con la palabra institucional: la Policía provincial fue "brazo armado del terrorismo de Estado", dijo sin medias tintas.

Lo que parecía una aclaración casi innecesaria, puesto que la historia ilustra suficiente sobre el tema, se demostró sin embargo imprescindible, porque la brutalidad y el negacionismo alcanzan incluso a dirigentes de un partido que se jacta de democrático (ver aparte).

Hay una evidente complicidad con la dictadura, también en La Pampa, de sectores políticos vinculados al radicalismo y al Movimiento Federalista Pampeano (o después, Convocatoria Independiente): la mayoría de quienes ocuparon cargos pertenecían a esas fuerzas. Aunque en ningún caso las generalizaciones aclaran, sino que oscurecen.

Impacto hacia adentro

La afirmación del jefe del Ejecutivo respecto de la Policía también es un avance en la lucha por Memoria, Verdad y Justicia y tiene impacto hacia adentro del peronismo y del Estado: al PJ pampeano le costó aceptar con todas las letras esa verdad histórica, a la luz de los vaivenes políticos y de su propio rol en ese camino.

La contradicción tiene como efecto colateral el "ninguneo" de algunas víctimas del terrorismo de Estado, según las palabras que eligió en estas horas Raquel Barabaschi -querellante en sucesivos juicios por delitos de lesa humanidad- para describir un proceso en el que para acomodarse a las olas el PJ pampeano metió bajo la alfombra algunos episodios y algunas personas.

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No han llegado a juicio en nuestra provincia las complicidades civiles ni el rol de la dirigencia estatal antes de la dictadura: mientras en Bahía Blanca, por ejemplo, las audiencias hurgan en el papel de la Triple A del gobierno peronista de Isabel y López Rega, en nuestra provincia hay una deuda que en todo caso se ha quedado en el debate político.

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Hijo del pasado

El comportamiento del peronismo en el gobierno pampeano, desde el regreso de la democracia, ha sido hijo de ese pasado.

Cuando asumió la Gobernación en el ''''83 Rubén Hugo Marín mandó a conformar una comisión investigadora de algunos aspectos de lo ocurrido en dictadura (un paso que no se dio en otras provincias). Puso esa tarea en las oscuras manos de Juan Carlos Tierno. Hay, en consecuencia, preguntas que quedaron sin respuestas, entre ellas cuáles fueron los vínculos concretos del peronismo vernáculo con Ramón Camps, y quién le dio las "listas" de compañeros y compañeras que sufrieron la persecución.

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Antes del último de los golpes de Estado, Marín era vicegobernador de José Aquiles Regazzoli, contra quien conspiró. Marín era un joven abogado que había llegado a ese cargo desde la derecha sindical y con el padrinazgo del "buchón" Carlos Aragonés, un dirigente que ya era nefasto en la delación de los "sucios trapos rojos", y que sin embargo continuó en democracia con un papel preponderante en la vida pública pampeana.

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Más conveniencia que convicción

Más allá de aquella investigación de la dictadura en La Pampa, cuya profundidad e intensidad variaron según soplaran los vientos, después se reculó en chancletas: el PJ pampeano se recostó en la conveniencia porque no había convicción. También el gobierno nacional radical cayó en esa retranca: después del enorme avance que fue el Juicio a las Juntas, aparecieron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final para clausurar el proceso de Memoria.

En los tiempos de menemismo, globalización y "fin de la historia", el peronismo abogó por la "reconciliación" con los dictadores y suscribió la teoría de los dos demonios.

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Las víctimas, los organismos de Derechos Humanos y las militancias dispuestas a sostener ya en ese momento las banderas de la Memoria, la Verdad y la Justicia fueron abandonados a su suerte. En la Plaza San Martín de Santa Rosa unas pocas decenas de personas repudiaron el indulto menemista que garantizaba la impunidad. En las calles de la provincia todavía se daba por hecho que La Pampa había sido "una isla" y que Luis Baraldini era el señor amable que había contado el diario La Arena.

Cambió la historia

La historia la cambió Néstor Kirchner. El tema no aparecía en el radar del "poder" cuando pidió perdón en nombre del Estado y puso energías para la derogación de las leyes de impunidad. Modificó la mirada sobre la historia y puso a la Memoria en movimiento, en ejercicio activo y permanente, no como un ancla en el pasado, como describió en estos días Juan Carlos Pumilla.

Ese empujón que dio Kirchner obligó al peronismo todo a asumir un papel de revisión que nunca había tenido para sí mismo. Carlos Verna retaceó su presencia en la exESMA, en 2004, cuando el entonces presidente convocó a que los gobernadores acompañaran esa definición histórica y el espaldarazo a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.

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Aun con los dinosaurios como obstáculo, la Memoria se hizo imparable. Recién en agosto de 2010 llegó la hora de los juicios de lesa humanidad en nuestra provincia. El impulso, en La Pampa, no había venido desde el Estado sino desde las víctimas. Miguel Palazzani -mirado de reojo por el oficialismo- fue abogado en representación de las querellas.

El peronismo también jugó sus internas: Mireya Regazzoli, víctima durante la dictadura, hija del gobernador al que volteó el golpe y convencida de que Marín fue "buchón", también hizo "lobby" ante el juez Daniel Rafecas para que las causas judiciales pudieran avanzar.

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Nunca Más

A la corporación del PJ pampeano, en general, los juicios le incomodaban. Sacaban al sol algunos trapos, aun cuando habían sido peronistas la mayor cantidad de víctimas de esa persecución del terrorismo de Estado.

El gobernador de la época del primer juicio tardó en aparecer en las audiencias. Paradojas de la historia: fue Oscar Mario Jorge, que había sostenido un cargo como funcionario público durante la dictadura.

Entonces los melones empezaron a acomodarse en el viaje: los pasos hacia adelante que dio Néstor Kirchner no se podrían desandar nunca más. Eso: Nunca Más. El PJ pampeano, especialista en adaptaciones, comenzó un proceso de acomodamiento al nuevo escenario, que alguna militancia y dirigencia ya impulsaba -pero ninguneada e invisibilizada- desde hacía décadas.

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Tarde, pero imparable

Aun así, con casi 40 años en el gobierno de la provincia, el PJ pampeano no modificó la Ley Orgánica Policial, que es una herencia de la dictadura.

No es azaroso, ni un tema menor, que sea este gobierno el que haya dado los pasos necesarios para ese cambio, además en consulta con organismos de Derechos Humanos: ya no están en el manejo del Estado los grandes caciques del PJ, sino que el gobernador pertenece a una generación más joven, y obligada a atender otras miradas.

Ziliotto destacó a propósito en el discurso del acto oficial que él era un "adolescente" durante la dictadura. Que fue militar. Pero fue también cívica, empresarial, eclesiástica y comunicacional, con la idea de imponer un proyecto político y económico que sigue vigente, con algunas formas diferentes pero siempre aliado con el FMI y La Embajada yanqui.

Los pasos que vienen están mucho más allá de una persona: no dependen del deseo de un gobernador, porque la Memoria ya es imparable.

La historia oficial y el futuro

Las columnas más nutridas del acto nacional fueron las de La Cámpora. Su movilización fue impresionante. Es lógico: se trata de una generación dirigencial y de militancia que la tiene clarísima respecto del tema, no sufre compromisos directos con el pasado más oscuro y reivindica los liderazgos de quienes de verdad y para siempre cambiaron la historia, en alianza con Madres y Abuelas.

Eso no impide que ese peronismo relativamente renovado -pero que tampoco nació de un repollo- insista en su tendencia de contar una historia oficial, a veces negando o relativizando el rol de algunas personas, o de otros sectores políticos y sociales. Algunas víctimas sintieron que volvían a darles la espalda en el acto municipal de estos días.

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Nelson Nicoletti, también víctima del terrorismo de Estado, ha encontrado por eso mismo un papel preponderante en los actos oficiales de la Memoria. De algún modo le permite al peronismo consolarse a sí mismo. "Nico" -desde ya que legitimado para ello, y desde su honestidad intelectual- dijo con acierto el otro día que el Estado tiene que pedir perdón por lo que hizo en La Pampa en el ''''75. También tendría que pedir perdón por lo que hizo, por ejemplo, en los ''''90.

Así como el mejor modo de acercar la Policía a la comunidad a la que pertenece es describir su verdadero rol de brazo armado del Terrorismo de Estado y darle una de ley de la democracia, la mejor manera de hacer Memoria que tiene el Estado provincial -y el propio peronismo pampeano- es sacudirse impunidades, revisarse, autocriticarse y abrirse con grandeza a quienes pueden parecer a veces "en otra vereda" pero comparten estas luchas.

Si algo ha enseñado la Memoria es que lo que vale la pena no queda allá atrás, sino allá adelante.

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