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Otra denuncia contra Pernini: "cooptaba familias humildes, se volvía un ídolo y se apropiaba de los chicos, eran sus mascotas"

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Un sobrino y sobreviviente del religioso condenado por abuso, expuso públicamente otro caso de pedofilia católica.

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EL DIARIO digital

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"Mi tío coptaba a familias humildes, les conseguía trabajo, se volvía un ídolo para ellos y así se apropiaba de los chicos, siempre tenía uno, eran sus mascotas. Les hacía regalos, él siempre tuvo consumos caros, ropa buena, autos caros, dólares. Y todo el mundo sabía lo que hacía, pero se encubren. Hoy a él lo mantienen las familias poderosas de la misma iglesia, son las que pagan la defensa en dólares".

El que hace el relato es Cristian Jiménez, 36 años, sobrino del cura Hugo Pernini. él también fue sobreviviente del sacerdote condenado por abuso. Decidió en las últimas horas contar públicamente lo que sufrió, después de que durante el proceso judicial fuera citado como testigo y se quebrara en el momento de dar su testimonio.

“No es fácil, pero espero que estos pedófilos paguen, que él cumpla en cárcel común su condena. Mi mensaje para las víctimas es que se animen a denunciar”, redondeó su testimonio público.

Jiménez, oriundo de San Juan, contó su historia a www.radiokermes.com, que publicó un artículo con la firma de Cintia Alcaraz y las fotos de Dagna Faidutti (una de ellas es la que aquí se publica).

sobrevivientepernini

Foto: Radio Kermes

Pernini fue condenado el año pasado a 12 años de prisión por abusos sexuales agravados cometidos contra un adolescente de la comunidad de la parroquia “Nuestra Señora de Luján”. Esos hechos ocurrieron en los años 2007 y 2008. La abogada que representa a Pernini, Vanesa Ranocchia, apeló.

Testigo a pedido de su abusador

Cristian Jiménez explicó que decidió hablar porque el abusador lo ofreció como testigo en la causa. Pernini había planeado que Jiménez dijera que era un hombre de bien y que incluso se hiciera responsable del contenido pornográfico y los consumos prostituyentes que se encontraron en su su computadora.

La primera vez que Pernini abusó de Cristian fue en el año 1999, en San Juan, según contó. él tenía apenas 14 años y estaba en la casa de su abuela materna. Sus padres se habían divorciado y su estado de indefensión le permitió al cura, al tío, aprovecharse, cuenta el artículo periodístico.

En el año 2000, la familia completa se mudó desde San Juan a Santa Rosa por pedido de Pernini. Cristian, su mamá, un hermano y una hermana muy pequeña se instalaron en los departamentos contiguos a la parroquia de Luján y vivieron allí hasta el año 2004, cuando el Estado provincial les entregó una vivienda social en el barrio Plan 3000. Ese año, esa vivienda social que lo sacaba del ámbito de control del proveedor familiar y líder religioso, dio cierre a los abusos que habían sido continuos durante los cinco años previos.

En la parroquia Jiménez conoció a su compañera, Ayelén Bernardez, quien era una activa joven misionera en el grupo “Espíritu Santo”. Ahí también conoció a “Agustín”, que fue el primero que denunció formalmente a Pernini.

El testimonio judicial de Jiménez se concretó el 21 de diciembre pasado, ante el juez Gastón Boulenaz. Ese día reveló lo que llevaba oculto tanto tiempo.

“Yo había bloqueado a todo esto, formé mi familia con Aye en 2007 y me encerré en una burbuja. Tenía poca relación con mi mamá, con Hugo casi no hablaba. Cuando Agustín hace la denuncia en 2019, yo tenía a mi papá internado al borde de la muerte y ahí se me abrió una puerta en la cabeza, se me volvieron todos los recuerdos de los abusos de este ingrato. Seguí el juicio muy de cerca, veía que todo lo que decía Agustín era verdad y me sentía culpable por no poder ayudarlo. Entré en una etapa de angustia, de llorar, solo. Nadie sabía, tampoco mi compañera”.

El psicópata este me pone como testigo para ver si le reducían la pena. Fue ahí cuando empecé a armar mi estrategia. Hice corazón y tripa, el 21 de diciembre me senté delante del juez y me quebré, le dije que yo también era una víctima y que no le reduzca la pena. Le dije que todos los testigos que llevó mintieron, incluso mi vieja. Me sentí muy liberado, me saqué una mochila de 2000 kilos. Ahora estoy acompañado por profesionales de salud mental, tomo medicación para estar más calmado, pero la angustia sigue. él cumple su prisión domiciliaria en la casa mi vieja, sigue manipulando a todos”, contó.

Tiene el respaldo de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina. Lo acompaña la psicóloga Liliana Rodríguez. El movimiento “Derecho al Tiempo” promueve un proyecto de ley para lograr la imprescriptibilidad del delito penal de abuso sexual en la infancia.

“En la Red estoy muy acompañado por Lili, por otros compañeros que sufrieron abusos. Voy conociendo casos de personas que murieron sin poder contarlo. Es un sistema perverso, es una herramienta de control social, te lavan el cerebro y se encubren entre ellos”, completa Cristian Jiménez.

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