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EL DIARIO digital
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La Casa Blanca volvió a cerrar filas en materia migratoria. La administración de Donald Trump anunció una ampliación del veto de ingreso a Estados Unidos y sumó cinco países más a la lista de prohibición total, además de endurecer las condiciones para ciudadanos de otras 15 naciones. El argumento oficial vuelve a ser el mismo: seguridad nacional, control de riesgos y verificación de identidad.
La decisión quedó plasmada en una proclamación presidencial que el Gobierno define como "basada en datos". Según Washington, el objetivo es reforzar los filtros de ingreso para viajes e inmigración, en un contexto marcado por el reciente arresto de un ciudadano afgano acusado de un ataque armado en el que resultaron heridos dos efectivos de la Guardia Nacional durante el fin de semana de Acción de Gracias.
El nuevo esquema mantiene sin cambios el veto total que rige desde junio para 12 países considerados de alto riesgo: Afganistán, Birmania, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen. Aquella decisión, anunciada a mitad de año, reavivó una de las políticas más polémicas del primer mandato de Trump.
Ahora, la lista se amplía con la incorporación de Burkina Faso, Malí, Níger, Sudán del Sur y Siria. De acuerdo con la Casa Blanca, estos Estados combinan inestabilidad política, presencia de grupos extremistas, sistemas débiles de verificación de identidad y elevados niveles de permanencia irregular tras el vencimiento de visas.
En la misma línea, se dispuso una restricción completa para quienes intenten ingresar con documentos de viaje emitidos por la Autoridad Palestina, citando la actividad de organizaciones terroristas en Cisjordania y Gaza y las limitaciones en los controles de identidad.
El endurecimiento no termina ahí. Laos y Sierra Leona, que hasta ahora estaban bajo restricciones parciales, pasan a integrar el grupo con prohibición total. En paralelo, se mantienen los límites parciales ya vigentes para ciudadanos de Burundi, Cuba, Togo y Venezuela.
Además, el Gobierno estadounidense incorporó a otros 15 países a un régimen de restricciones parciales: Angola, Antigua y Barbuda, Benín, Costa de Marfil, Dominica, Gabón, Gambia, Malaui, Mauritania, Nigeria, Senegal, Tanzania, Tonga, Zambia y Zimbabue. En estos casos, Washington apunta a las altas tasas de sobreestadía de visas, la escasa cooperación para la repatriación de deportados y, en algunos países caribeños, a los programas de ciudadanía por inversión que según la evaluación oficial complican la identificación de los solicitantes.
Como contracara, la Casa Blanca anunció un alivio parcial para Turkmenistán. Tras verificar avances en el intercambio de información y la cooperación bilateral, se levantó la suspensión para visas de no inmigrantes, aunque se mantiene la prohibición para inmigrantes permanentes.
El texto oficial aclara que existen excepciones para residentes permanentes legales, titulares de visas vigentes, diplomáticos, atletas y personas cuyo ingreso sea considerado de interés nacional. Al mismo tiempo, restringe las exenciones automáticas para visas de inmigración por reunificación familiar, aunque deja abierta la evaluación caso por caso.
Desde la administración Trump aseguran que esta política retoma y actualiza las restricciones de viaje de su primer mandato, que en su momento contaron con el aval de la Corte Suprema. El mensaje de fondo es claro: más controles, menos excepciones y presión directa sobre los países alcanzados para que refuercen sus sistemas de identificación y cooperación con Estados Unidos.