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Bolivia y su litio perdido: entre promesas rotas y una crisis económica que no da tregua

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Cuando Evo Morales se propuso industrializar el litio en Bolivia, la ambición era desmesurada: convertir al país en el "Dubái del oro blanco", el equivalente a Arabia Saudita, pero con litio. Sin embargo, casi dos décadas después, la promesa se ha desinflado y el país sigue sin lograr aprovechar su vasta riqueza en litio para superar una crisis económica que se agrava día a día.

El sueño boliviano comenzó en 2008, cuando Morales, acompañado por el magnate francés Vincent Bolloré, exploró la posibilidad de asociarse para producir baterías de litio para autos eléctricos. La idea de revolucionar la industria global del litio sonaba bien, pero terminó en un estrepitoso fracaso. Entre acuerdos rotos, contratos fallidos y promesas no cumplidas, Bolivia sigue sin poder industrializar su mineral más preciado.

Aunque Morales prometió que el país explotaría el litio sin depender de capital extranjero, la realidad es que el proyecto ha sido un desastre. En 2014, tras fracasar en varias rondas de negociación, Morales dio un giro y aceptó el capital extranjero, pero los acuerdos nunca llegaron a buen puerto. Y lo peor, la planta estatal que se levantó en 2017 produce tan poco que ni siquiera aparece en los registros internacionales.

Ahora, a pocos días de las elecciones presidenciales del 17 de agosto, el tema del litio ha vuelto al centro del debate, pero en medio de una crisis económica sin precedentes. Bolivia se encuentra con una inflación interanual del 25%, casi sin reservas de dólares, y con largas filas de personas buscando combustible y alimentos básicos. Mientras tanto, el gobierno de Luis Arce Catacora intenta impulsar un contrato con empresas chinas y rusas para explotar el litio mediante una tecnología llamada EDL (Extracción Directa de Litio), pero la propuesta ha encontrado una fuerte resistencia en el Congreso. Los opositores denuncian falta de transparencia, y el proyecto se ve cada vez más lejano.

El escenario se complica con la desconfianza de las comunidades indígenas que viven cerca del Salar de Uyuni. La preocupación por el daño ambiental, especialmente por el uso excesivo de agua en la extracción del mineral, y la falta de "remediación" (medidas para mitigar el impacto ambiental) es creciente. Para muchos, el litio ha pasado de ser una promesa de prosperidad a una utopía, mientras Bolivia se ahoga en su crisis económica.

La polarización política entre Morales y Arce ha contribuido a frenar cualquier intento de acuerdo efectivo para la industrialización del litio. Ambos se acusan mutuamente de no haber logrado avances, y las soluciones siguen sin llegar. Aunque Bolivia lidera las reservas de litio junto a Argentina, el país sigue sin aprovechar esta ventaja geopolítica. Los expertos sostienen que la falta de tecnología adecuada, la escasez de expertos, la falta de infraestructura y la gestión equivocada del recurso son solo algunos de los factores que han impedido que el país explote su riqueza en litio.

Con las elecciones a la vuelta de la esquina, el próximo gobierno tendrá que enfrentarse a un futuro incierto para el litio, enfrentando no solo la presión económica, sino también la falta de consenso sobre la mejor manera de abordar este recurso estratégico. Mientras tanto, Bolivia sigue esperando que, algún día, el sueño del "oro blanco" deje de ser solo un espejismo.

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