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León XIV pidió una curia "más misionera" y alertó por los "fantasmas de la división" en su primer saludo de fin de año

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En su debut en los saludos de fin de año a la curia romana, el papa León XIV ratificó este lunes que seguirá la senda reformista de su antecesor y exhortó a la administración central de la Iglesia católica a ser "más misionera" y a vivir una mayor unidad. En un discurso de tono firme ante cardenales, obispos, monseñores y laicos, advirtió sobre los "fantasmas de la división" y describió dinámicas internas vinculadas al poder, la desconfianza y el "afán de sobresalir".

La expectativa era alta por el contraste con las intervenciones navideñas de Francisco, en las que había señalado problemas dentro de la curia. León XIV, de estilo más cauto, eligió igualmente un mensaje con advertencias y definiciones, centrado en la misión y la comunión eclesial, e inspirado en el amor de Cristo.

El Pontífice alertó que los "fantasmas de la división" empujan a la "tentación de oscilar entre dos extremos opuestos" y advirtió sobre el "riesgo de ser víctimas de la rigidez y de la ideología, con las contraposiciones que ello implica", además de un clima general de desconfianza. En ese marco, planteó que algunas lógicas internas "les cuesta cambiar". "Quizás después de muchos años ofrecidos al servicio de la curia, notamos con desilusión que, a algunas dinámicas vinculadas al ejercicio del poder, al afán de sobresalir, al cuidado de los propios intereses, les cuesta cambiar", afirmó.

En uno de los pasajes más directos, se preguntó si es posible sostener vínculos de amistad en ese ámbito. "Y cabe preguntarse: ¿es posible ser amigos en la Curia Romana, tener relaciones de amigable fraternidad? En el esfuerzo cotidiano es hermoso cuando encontramos amigos en quienes poder confiar, cuando caen máscaras y engaños, cuando las personas no son usadas y pasadas por encima, cuando hay ayuda mutua, cuando se reconoce a cada uno el propio valor y la propia competencia, evitando generar insatisfacciones y rencores", sostuvo.

León XIV también llamó a un cambio personal para mejorar las relaciones internas. "Hay una conversión personal que debemos desear y perseguir, para que en nuestras relaciones puedan transparentarse el amor de Cristo que nos hace hermanos", pidió, durante la ceremonia realizada en el Aula de las Bendiciones del Palacio Apostólico, que estuvo decorada con dos árboles de Navidad.

Al inicio del encuentro, el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, leyó un saludo en nombre de los cardenales. En ese mensaje destacó la elección, el 8 de mayo, de Robert Francis Prevost y repasó hitos de los primeros meses de pontificado, como la afluencia de peregrinos por el Jubileo, un encuentro con más de un millón de jóvenes y un primer viaje a Turquía y el Líbano. Según el texto, no hubo mención al papa Francisco.

Al tomar la palabra, León XIV recordó explícitamente a Francisco y afirmó que continuará los procesos iniciados por su antecesor. "Deseo en primer lugar recordar a mi querido predecesor, el papa Francisco, que este año ha concluido su vida terrenal. Su voz profética, su estilo pastoral y su rico magisterio han marcado el camino de la Iglesia en estos años, animándonos principalmente a volver a colocar en el centro la misericordia de Dios, a dar un mayor impulso a la evangelización, a ser una Iglesia alegre y gozosa, acogedora con todos, atenta a los más pobres", dijo.

A continuación, sostuvo que retomaría dos ejes. "Inspirándome precisamente en su Exhortación apostólica Evangelii gaudium, quisiera volver sobre dos aspectos fundamentales de la vida de la Iglesia: la misión y la comunión", indicó. Sobre la misión, recordó el criterio de que "las estructuras no deben entorpecer, detener la carrera del Evangelio o impedir el dinamismo de la evangelización" y trasladó esa definición a la curia. "También el trabajo de la Curia debe estar animado por este espíritu y promover la solicitud pastoral al servicio de las Iglesias particulares y de sus pastores. Necesitamos una Curia Romana cada vez más misionera, donde las instituciones, las oficinas y las tareas estén pensadas atendiendo a los grandes desafíos eclesiales, pastorales y sociales de hoy, y no sólo para garantizar la administración ordinaria", afirmó.

Respecto de la comunión, definió que "es una tarea más urgente que nunca" y describió el riesgo de polarización interna. "A veces, detrás de una aparente tranquilidad, se agitan los fantasmas de la división. Y estos nos hacen caer en la tentación de oscilar entre dos extremos opuestos: uniformar todo sin valorar las diferencias o, por el contrario, exasperar las diversidades y los puntos de vista en vez de buscar la comunión", expresó. En ese punto reiteró la advertencia: "Así, en las relaciones interpersonales, en las dinámicas internas de las oficinas y los roles, o tratando los temas que se refieren a la fe, la liturgia, la moral y otros, se corre el riesgo de ser víctimas de la rigidez y de la ideología, con las contraposiciones que ello implica".

En la misma línea, subrayó la pertenencia común y citó: "Pero nosotros somos la Iglesia de Cristo, somos sus miembros, su cuerpo. Somos hermanos y hermanas en Él. Y en Cristo, aun siendo muchos y diferentes, somos uno: "In Illo uno unum'", recordó. Luego llamó, "sobre todo aquí en la Curia", a ser "constructores de la comunión de Cristo" y a configurarse como "Iglesia sinodal", con colaboración y cooperación en la misión, "cada uno según el propio carisma y el rol recibido". Agregó que esa construcción se sostiene "mediante gestos y actitudes concretos" en lo cotidiano, también en el trabajo.

En otro pasaje, evocó a san Agustín para volver sobre el problema de los vínculos personales: "Me gusta recordar lo que escribía san Agustín en su carta a Proba: «En todos los negocios humanos, nada es grato para el hombre si no tiene por amigo al hombre». Sin embargo, se preguntaba con una pizca de amargura: «¿Quién puede hallarse que sea tan buen amigo, que podamos tener en esta vida seguridad cierta de su intención y de sus costumbres?»".

En ese contexto, el Vaticano anunció la convocatoria al primer consistorio extraordinario del pontificado, una reunión de todos los cardenales prevista para los días 7 y 8 de enero, con el objetivo de "reforzar la comunión entre el obispo de Roma y sus máximos colaboradores".

León XIV también se refirió al contexto internacional y al clima social. Señaló que, en un mundo "herido por discordias, violencia y conflictos" y con "un aumento de la agresividad y la rabia, frecuentemente instrumentalizadas por el mundo digital y la política", la curia debía ser "un signo profético" en un escenario "demasiado fragmentado". En esa línea afirmó que el trabajo de la Iglesia se proyecta hacia un horizonte más amplio y concluyó: "queridos hermanos, la misión y la comunión son posibles si ponemos a Cristo en el centro".

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