Ciencia

El agua de las represas desplazó el eje de rotación de la Tierra

Una investigación científica reveló que la acumulación de agua en represas construidas desde el siglo XIX provocó un corrimiento del eje terrestre y alteró el equilibrio global del planeta.

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EL DIARIO digital

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A lo largo de los últimos 200 años, la humanidad ha construido más de 7.000 represas en distintos puntos del mundo, desde pequeñas estructuras hidráulicas hasta megaobras como las de Hoover, Itaipú o las Tres Gargantas. Aunque su propósito principal fue almacenar agua para riego, energía o consumo urbano, una reciente investigación reveló un efecto colateral de alcance planetario: la acumulación masiva de agua en esos embalses habría desplazado el eje de rotación de la Tierra aproximadamente un metro.

El hallazgo pone de manifiesto cómo la intervención humana, aun sin buscarlo, puede modificar el comportamiento físico del planeta. El eje de rotación es la línea imaginaria alrededor de la cual gira la Tierra. Si bien su posición varía de forma natural por la redistribución de masas internas o glaciares, en este caso, el peso extra de millones de toneladas de agua contenidas artificialmente produjo una alteración mensurable.

Los investigadores estimaron que el proceso comenzó en el siglo XIX, se aceleró tras la Segunda Guerra Mundial, y tuvo su punto más alto entre las décadas del 50 y del 80. Durante ese tiempo, la construcción de represas en Asia y África tuvo un impacto particular, desplazando el eje hacia el oeste. Entre las causas principales figura la capacidad de almacenamiento que, sumada en todos los casos, representa un cambio gravitacional suficiente como para desequilibrar mínimamente la rotación terrestre.

El fenómeno no genera consecuencias visibles en la vida cotidiana, pero sí tiene efectos a largo plazo sobre el clima, el nivel del mar, los polos geográficos y los sistemas de navegación por satélite. Además, el desplazamiento del eje puede alterar registros históricos y obligar a recalibrar observaciones astronómicas y modelos climáticos globales.

Otro dato relevante es que esta redistribución de masas provocó una leve baja del nivel del mar global, estimada en unos 23 milímetros, ya que el agua que normalmente fluiría hacia océanos quedó retenida tierra adentro. Así, el efecto fue, paradójicamente, una especie de "compensación" ante el aumento del nivel oceánico provocado por el derretimiento de hielos.

El estudio también se suma a investigaciones previas que advierten que la extracción masiva de agua subterránea tiene efectos similares. Entre 1993 y 2010, se extrajeron más de 2000 gigatoneladas de agua del subsuelo, lo que ya había desplazado el eje de rotación cerca de 80 centímetros.

Este tipo de hallazgos refuerza la idea de que el ser humano ha dejado de ser un actor pasivo frente a los procesos geológicos o planetarios. A través de grandes infraestructuras, alteraciones del ciclo hídrico y explotación de recursos, también interviene –y transforma– dinámicas profundas del equilibrio natural del planeta.

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