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Labranza conservacionista eventual prescripta

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Por Mariano Fava (*)

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EL DIARIO digital

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En aproximadamente un mes más se dará inicio a la nueva campaña de "grano fino" 2020/2021. Ni bien finalice la cosecha de soja el empresario rural deberá realizar los barbechos para la siembra de trigo y cebada. Con cotizaciones futuras que podríamos calificar de excelentes para trigo, alrededor de 300 dólares la tonelada en la posición enero/febrero, se espera una siembra muy importante de este cereal, pero con un paquete tecnológico mucho menor a la campaña pasada.

Para el caso de la cebada forrajera la posición diciembre/enero también ronda los 300 dólares, haciendo muy interesante el valor. Generalmente en zonas donde se tiene un flete muy importante a las industrias de la maltería, la producción de cebada queda prácticamente relegada al productor mixto, que usa este grano como forraje en la dieta de los bovinos, o para algún lote bajo y salino, ya que esta especie se comporta mejor que el trigo desde lo agronómico en esos ambientes.

Debido al impresionante aumento de los fertilizantes y a la escasez en el suministro de gasoil para llevar adelante las labores agrícolas, es que impera la prudencia en el sector agrícola, máxime si se contemplan otros aspectos de la economía y la política actual. Todo ello confluye en que el productor sea muy conservador respecto de qué monto invertir, ya que la única variable sobre la que se tiene cien por ciento de control es la de cuánto dinero gastar. En el resto poco puede influir, por ser un negocio que denominaríamos como "mercado de competencia perfecta", donde un productor por grande que sea no influye en el precio del producto que origina.

Como todos los años, identificamos una serie de variables alcistas y bajistas a la hora de asignar superficie de siembra. Entre las variables alcistas para la adjudicación de área a la de siembra de trigo identificamos:

1. Buen estatus hídrico.

2. Excelentes cotizaciones futuras por tonelada de cereal.

En cuanto a las variables bajistas podemos mencionar:

1. Riesgo de aumentos de retenciones.

2. Intervención del mercado doméstico de trigo.

3. Falta de financiamiento para capital de trabajo.

4. Alto costo de los fertilizantes.

5. Faltante de gasoil.

Ante esta coyuntura, se observa una marcada intención de los productores pampeanos, sobre todo de los más pequeños, de retornar circunstancialmente al sistema de labranza. El motivo es que requiere menor inversión en agroquímicos y fertilizantes para lograr un nivel de producción que podríamos denominar promedio histórico para la región agrícola de la provincia de La Pampa.

Plantar trigo en siembra directa requiere de un barbecho químico y una fertilización denominada "arrancador". Estas dos cuestiones llevadas a dólares por hectárea representan un nivel de inversión muy grande. En el caso de la labranza tradicional el gasto baja sensiblemente.

De lo expuesto se deduce por qué el productor tradicional, que realice las labores con sus propios implementos, piense sembrar trigo destinando más área a la labranza convencional en detrimento de la siembra directa. Este fenómeno será más importante a medida que más pequeño sea el productor.

Labranza prescripta

Hay una serie de variables de índole agronómica que favorecen y abogan por el uso de la labranza conservacionista prescripta, como una tecnología que permite superar algunos escollos agronómicos, disminuyendo el uso de agroquímicos, ya sea para el control de malas hierbas resistentes a glifosato como para evitar los daños por insectos, cuya incidencia aumenta mucho con los años de siembra directa y la acumulación de rastrojo en superficie, como puede ser complejo de gusano blanco, bicho bolita o caracoles.

Esperamos para este año un aumento de la labranza convencional por aspectos económicos y agronómicos que fueron mencionados anteriormente, para la implantación de trigo. Vale aclarar que ello no significa que se abandone masivamente la siembra directa como sistema de producción, sino más bien obedece a una labranza conservacionista eventual o prescripta cada un cierto período de tiempo, según el criterio de un ingeniero agrónomo.

Vale aclarar que este tipo de labranzas se deberá realizar siempre en cultivos de invierno, con implementos conservacionistas que disminuyan el peligro de erosión eólica, dejando una rugosidad importante en el terreno. A su vez, si se deja una cobertura de rastrojo superior al 70% se logrará también una mejora en la economía del agua.

No obstante ello, se recomienda limitar esta técnica a años donde la humedad acumulada al momento de la intervención mecánica permita soportar la pérdida extra de 20 a 40 milímetros que supone la labranza.

Para finalizar diremos que resulta evidente que muchos ingenieros agrónomos realizan esta práctica cultural de la labranza conservacionista prescripta en "voz baja", tratando de evitar quedar en el foco de críticas de un lobby muy grande que pretende acallar a quienes se atreven a proponer un nuevo paradigma, que busca sumar sustentabilidad al sistema de siembra directa y que denominamos "labranza conservacionista eventual prescripta".

(*) Ingeniero Agrónomo (MP: 607 CIALP) - Posgrado en Agronegocios y Alimentos - @MARIANOFAVLP

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