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Piel artificial: un avance revolucionario en el tratamiento de quemaduras graves

Investigadores de la Universidad de Granada han desarrollado una piel artificial que ha demostrado ser eficaz en pacientes con quemaduras severas, ofreciendo nuevas esperanzas en la medicina regenerativa.

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EL DIARIO digital

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La piel humana desempeña un papel fundamental más allá del aspecto estético. Este órgano actúa como una compleja interfaz entre el cuerpo y el entorno, recolectando información sensorial decisiva para la supervivencia. Temperatura, presión y dolor llegan al cerebro a través de millones de neuronas extendidas en su superficie, encargadas de transmitir señales de contacto, alerta o bienestar. 

Durante la última década, se han multiplicado los proyectos dedicados a recrear las funciones de la piel en laboratorios de todo el mundo. Sin embargo, la dificultad para trasladar su capacidad sensorial a materiales sintéticos se mantuvo como un reto persistente. Replicar la sensibilidad, la versatilidad y la respuesta precisa del tejido natural ha exigido combinar descubrimientos en electrónica, química y biomedicina.

Uno de los proyectos recientes que marca un salto en esta carrera es SmartCore, una iniciativa respaldada con fondos europeos. Su objetivo consiste en desarrollar una piel artificial que no solo sustituya el tejido dañado, sino que iguale o incluso supere ciertas capacidades sensoriales de la epidermis humana. 

El equipo investigador apostó por un diseño que integra sensores capaces de detectar simultáneamente cambios de presión, temperatura y humedad, ampliando la resolución sensorial a escalas inferiores a un milímetro cuadrado.

Para lograr estas prestaciones, SmartCore recurre a materiales innovadores. El sistema emplea un polímero inteligente posicionado en la capa externa, preparado para captar variaciones térmicas y de humedad. Este polímero transfiere presión sobre una base de óxido de zinc, material clave que responde a los cambios físicos generando señales eléctricas que imitan la comunicación nerviosa. 

De este modo, la piel artificial consigue reconocer estímulos múltiples de manera coordinada y transmitirlos a un sistema central, abriendo posibilidades para aplicaciones médicas y robóticas.

Superar el desafío del área de detección también representó un avance sustancial. Mientras la piel humana distingue objetos a partir de una superficie mínima de un milímetro cuadrado, SmartCore puede identificar estímulos en áreas de 0,25 milímetros cuadrados. Este grado de precisión apunta a usos tan variados como la asistencia a pacientes con grandes lesiones cutáneas hasta el perfeccionamiento del tacto en manos robóticas.

El equipo implementó además un sistema inalámbrico capaz de registrar y analizar las señales eléctricas generadas ante los distintos estímulos. Prevé así integrar la superficie artificial en dispositivos más complejos, poniendo el acento tanto en la automatización de prótesis médicas como en el desarrollo de robots con capacidades sensoriales sofisticadas.

El proyecto también abordó la cuestión de la compatibilidad con medicamentos, un aspecto crucial para su uso como implante en seres humanos. Los polímeros seleccionados permiten liberar fármacos bajo ciertas condiciones, lo que podría facilitar la integración de la piel artificial con tratamientos médicos existentes. 

Esta innovación representa un avance significativo en el campo de la medicina regenerativa y la robótica, ofreciendo nuevas posibilidades para el tratamiento de quemaduras graves y la mejora de prótesis con sensibilidad táctil avanzada.

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