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La juventud, variable de ajuste: precariedad y sueldos mínimos

El ajuste económico aceleró el deterioro del mercado laboral juvenil. Según CITRA, la informalidad laboral entre jóvenes alcanzó el 56%, superando el promedio general. También crece el desempleo entre quienes sostienen hogares.

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EL DIARIO digital

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El modelo económico de Javier Milei profundizó las desigualdades estructurales en el mercado laboral. Los jóvenes son el grupo más afectado por la precarización, con un aumento de casi 10 puntos en un año. El indicador pasó del 48% al 56% (mayor incremento entre todos los grupos etarios) superando incluso al nivel general (52%).

Al respecto, un informe privado advirtió que la precarización en los varones jóvenes pasó del 46% al 54% (+8 puntos) y en las mujeres jóvenes registró un salto del 53% al 57% (+4,0 puntos), consolidándose como uno de los segmentos de la sociedad más precarizados. La medición fue realizada por el Centro de Innovación de las y los Trabajadores (CITRA) y busca dar cuenta del estado de situación de las principales dimensiones del mercado de trabajo mediante el cruce entre empleo, ingresos y distribución. De acuerdo con el último informe al que accedió este medio, "se evidencia una acentuación de las desigualdades estructurales y el problema continúa siendo especialmente crítico en la población joven".

Las condiciones precarias junto con el déficit de acceso al empleo y la pobreza de ingresos acentúan la fragilidad laboral en general: en el primer año de Milei se aceleró hasta el 37,2% y, a su vez, las y los jóvenes son las más perjudicadas del modelo (45,6%). En este escenario de crisis se evidenció, además, un aumento (del 49% al 57%) de personas desocupadas que son jefas o jefes de hogar evidenciando "un empeoramiento estructural de las condiciones de vida, ya que la pérdida del empleo y del trabajo afecta cada vez más a quienes tienen responsabilidades familiares directas, ampliando la vulnerabilidad socioeconómica de los hogares", destacaron.

Precarización a la orden del día

En la actual coyuntura económica crece la fragmentación laboral, tanto entre trabajadores con y sin derechos laborales básicos, como al interior de los primeros, dado que se profundizan las desigualdades, en un marco de retiro del Estado y mayor desprotección, y con condiciones más vulnerables frente a la pobreza. El índice de Fragilidad Laboral (IFL) se ubicó en 37,2% en 2024, ratificando la tendencia ascendente exhibida a partir del 2018. De esa manera, quedó apenas por detrás del 2020 con la crisis de pandemia por COVID-19 (40,4%) y, aun así, la variación interanual de ese año tuvo una suba más baja (2,0 puntos) mientras que entre 2023 y el primer año de gestión de la Libertad Avanza creció 3,2 puntos.

El informe elaborado por el centro CITRA-UMET dio a conocer los nuevos datos de este índice que sintetiza tres dimensiones: déficit de empleo (cantidad de puestos de trabajo), precariedad laboral (calidad de los puestos disponibles) y pobreza e ingresos (poder de compra de los ingresos familiares en relación con la línea de pobreza y su distribución).

Si se pone el foco en el cierre del año, se advierte "un deterioro generalizado en la situación laboral en Argentina". En lo concreto, el Déficit del Empleo se ubicó en 11,7% mostrando "un empeoramiento en términos de acceso insuficiente al empleo y a la estabilidad". A su vez la proporción de personas ocupadas en condiciones laborales precarias (Precariedad laboral) alcanzó el 52,4%, lo que representa un incremento de 3,9 puntos e implica que más de la mitad de la población ocupada se desempeña en empleos sin acceso a derechos laborales. Por su parte, el Índice de Pobreza e Ingresos se redujo de 42% a 40, sin embargo, aclararon los especialistas que "no fue una reducción homogénea entre los distintos grupos poblacionales, y debe leerse en el contexto de fuerte ajuste fiscal y caída del consumo, donde la mejora de los ingresos en algunos sectores puede no haber sido suficiente para reducir el empobrecimiento de los hogares".

El indicador busca, en ese sentido, dar cuenta de la distancia entre las condiciones deseables del mercado de trabajo y las realmente vigentes, considerando que no solo importa contar con empleos suficientes para la población activa, sino también que cumplan con las normas legales y sean capaces de brindar a las y los trabajadores y sus familias los ingresos necesarios para acceder a condiciones dignas de vida.

Sobre esto último, se destacó también que en los hogares de bajos ingresos la Canasta Básica Total (CBT) representó el 68% de sus ingresos, lo que muestra "una fuerte presión sobre su presupuesto". En cambio, en los hogares de mayores ingresos solo representó el 40%, lo que les deja más margen para otros consumos. Tal situación reflejó que "aunque la inflación se desaceleró, el alivio fue desigual y favoreció sobre todo a los hogares con mayor capacidad económica".

En este punto, un dato no menor tiene que ver con que la proporción de jefas y jefes de hogar dentro de la población desocupada se incrementó del 49% al 57% (+8,2 puntos porcentuales). Ello dio cuenta del creciente impacto del desempleo en los hogares, afectando a quienes suelen ser principales sostenes económicos. La proporción es singularmente alta entre las mujeres y registra un aumento que va del 61% al 69% (+8,0 puntos) aunque, en los varones, el aumento también fue del orden de los 8,6 puntos (de 41% a 49,6%).

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