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Confirmaron la condena a un hombre que abusó de su hija y contra la abuela que encubrió los hechos

El caso de una niña santarroseña que conmueve
El caso de una niña santarroseña que conmueve.
La Justicia ratificó la pena de 14 años de prisión para el progenitor y de 10 años para la abuela paterna. La víctima, que sufrió los abusos desde los 11 años, tuvo un hijo producto de las violaciones. El tribunal valoró el desgarrador testimonio de la adolescente y las pruebas de ADN.

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"Al otro día volvió a suceder lo mismo, pero fue con más intenciones y ahí empezó a tocarme y penetrarme... Yo lloraba porque no podía gritar, no podía hablarlo, porque él me tapaba la boca". El crudo relato, vertido en Cámara Gesell por una adolescente santarroseña, es apenas un fragmento del calvario que vivió en su propio hogar. La Sala B del Tribunal de Impugnación Penal, integrada por los jueces Mariano Piombi y Paola Frigerio, confirmó la sentencia que condena a su padre a 14 años de prisión y a su abuela a 10 años por su complicidad necesaria.

La joven fue víctima de abusos sistemáticos por parte de su padre desde los 11 hasta los 14 años. Como consecuencia de las violaciones, quedó embarazada a los 13 años. El fallo no solo recae sobre el agresor biológico, sino también sobre la abuela paterna, quien fue condenada por saber de los abusos, callar y, según la denuncia, hostigar a la víctima para proteger a su hijo.

Entorno de encierro y violencia

La víctima detalló las precarias y crueles condiciones en las que creció. Vivía desde los dos años en la casa de su abuela, en un ambiente donde compartía habitación con su progenitor. "En ese momento no tenía a quien recurrir. Sufrí muchísimos golpes de parte de mi abuela, de mis tíos y de mi papá. Me quise matar muchísimas veces", confesó la joven ante los profesionales.

El relato judicial revela que, al enterarse del embarazo, el padre mantuvo una postura cínica: "Él decía que era abuelo, cuando sabía que era el padre de mi hijo". Incluso, tras el nacimiento del bebé, el hombre intentó continuar con los abusos hasta que la joven logró huir de la vivienda cuando su hijo cumplió ocho meses.

Complicidad y el rol del Estado

Uno de los puntos más graves de la crónica judicial es el rol de la abuela. Según el testimonio de la joven, la mujer llegó a sorprenderlos en una ocasión, pero lejos de auxiliarla, se rió del hecho y la amenazó: "Sé lo que pasa, pero mi hijo no va a ir preso por una pendeja atorranta como vos".

Tras el nacimiento del niño, la familia intentó arrebatarle el hijo a la víctima mediante denuncias falsas ante los organismos de Niñez, acusándola de "mala madre" para ocultar la verdad. Fue recién cuando la joven quedó bajo resguardo de un hogar de Niñez que pudo relatar lo padecido ante una defensora. Los estudios de ADN posteriores confirmaron de manera irrefutable que el padre de la adolescente era también el padre de su bebé.

Sentencia firme

Aunque la defensa de los acusados presentó objeciones formales y cuestionó las pruebas durante la apelación, el Tribunal de Impugnación Penal rechazó los planteos. Los jueces consideraron que el testimonio de la víctima fue coherente, persistente y corroborado por pruebas periciales biológicas.

El fallo ratifica la condena impuesta originalmente por el juez de Audiencia Carlos Besi, quien halló al hombre culpable de abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo y la convivencia, y a la abuela como partícipe necesaria, al considerar que su silencio y sus acciones fueron fundamentales para que el infierno se prolongara durante años.

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