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EL DIARIO digital
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General Pico (Agencia) La segunda jornada de debate por el homicidio de Gonzalo Muñoz, ocurrido en la Alcaidía de Pico en marzo de 2024, se centró en testigos de la Fiscalía que reforzaron la hipótesis del ataque sin motivos aparentes a la víctima, aunque las defensas se encargaron de mostrar los hilos detrás de la versión y, al mismo tiempo, se remarcaron las graves fallas de control y cuidado de los detenidos.
En los dos primeros días del juicio quedaron de manifiesto las dos versiones de mismo hecho. El día uno, los acusados en líneas generales indicaron que Muñoz ingresó al pabellón con una faca y dispuesto a "limpiar" el lugar, lo que provocó temor en el grupo de reos que hasta ese momento mantenían una convivencia tranquila. Conociendo los antecedentes violentos de la víctima, algunos de los internos pensaron la forma de sacarlo del lugar y el detonante fue un supuesto grito del reo que estaba con Muñoz, por lo que corrieron hasta el lugar y lo atacaron con facas y golpes para arrástralo luego hasta la salida del pabellón.
Este miércoles, el detenido que estaba con Muñoz en la celda en el momento de la pelea, junto a los policías de guardia del pabellón, pintaron al fallecido como una persona tranquila que fue brutalmente agredida por un grupo de presos y sin motivos aparentes.
Compañero de celda
El primer testigo en declarar este miércoles fue Javier Aires, quien se encontraba junto a Muñoz en la celda 1 al momento del ataque. Dijo que la víctima ingresó al pabellón con "una punta" y un detenido de apellido Valdez lo invitó a pelear "mano a mano", pero Muñoz quería hacerlo "con faca y poncho", por lo que no hubo acuerdo y Valdez pidió retirarse.
Aires remarcó luego que Muñoz habló con casi todos los internos y les aclaró que estaba "todo bien", que él no haría problemas porque le quedaban días para salir. Y reiteró que, desde ese momento el pabellón "se planchó", aunque cree que en realidad los acusados le hicieron "la humilde", le dijeron que estaba todo bien para ganar la confianza de Muñoz y luego atacarlo por sorpresa.
Indicó que en la celda, mientras Muñoz estaba recostado, ingresaron y lo agredieron Schneider, Pérez Albornoz, Alcalde y Aballar, aunque este último no lo había mencionado en su primera declaración. Aclaró que la víctima no pudo defenderse.
Concluido el incidente y mientras peritos revisaban la celda, Aires recordó que le dijo a la policía y al fiscal que Muñoz lo había apuñalado en una pierna y el resto de los detenidos intervino para rescatarlo, versión que supuestamente le habían impuesto bajo amenaza los cuatro acusados. Al día siguiente, fue a Fiscalía para contar "la verdad" y relató lo mismo que este miércoles ante el jurado.
La sospecha de la defensa
Algunos tramos de los testimonios escuchados generaron indignación en los abogados defensores, que por momentos lo expresaron con vehemencia y fueron llamados al orden por el Tribunal. Y, entre afirmaciones y preguntas, los letrados dejaron ver los hilos hasta ahora invisibles de la acusación.
Según se pudo interpretar de los interrogatorios, Aires al momento de los hechos cumplía con prisión por un hecho de hurto. Consumado el hecho contra Muñoz, contó una cosa en sede policial y luego, en Fiscalía, contó una "verdad" que cerró una hipótesis con beneficios a tres partes.
El primer beneficiado sería el propio Aires, que tras su declaración de verdad en Fiscalía fue "protegido" con prisión domiciliaria y luego enviado a la que dicen es la Comisaría con mejor estadía de la provincia: Intendente Alvear. Y el beneficio podría ser extensivo con otra causa por "tentativa de homicidio", que podría pasar a "lesiones graves" con un acuerdo de partes a punto de firmarse.
La segunda parte beneficiada sería la Fiscalía, con una teoría que cierra ante las dificultades que representan lograr testigos creíbles dentro de un pabellón, y con cámaras solo muestran movimientos en pésima definición y sin imágenes en el momento crucial del hecho investigado.
Por último, la "verdad" de Aires pone todo el foco sobre cuatro presos, tres de los cuales ya cumplieron sus penas y aguardan este veredicto para saber su destino, y desvía la atención de las fallas de seguridad y cuidado de los detenidos por parte de la policía.
Guardias en el "detalle"
El segundo testigo en desfilar fue el sargento Daniel Juárez, quien se encontraba de guardia el 13 de marzo de 2024. El policía contó que fue Muñoz quien pidió ir al Pabellón 1 y dijo no recordar que el reo mantuviera problemas con otros internos.
Tras consultar con sus superiores, aseguró que sometieron a la víctima una requisa "al detalle", término que repitió al menos tres veces para ratificar luego que se le dio ingreso al Pabellón sin ningún elemento punzocortante. Dicho punto no solo contrasta con los testimonios de todos los presos, los videos que muestran a Muñoz blandiendo algo entre sus manos ante los internos, sino que también parte de los hechos descriptos en la acusación fiscal.
Explicó que Muñoz pidió "la pasada", término carcelario que significa solicitar permiso para vivir allí y que habilita la aceptación o rechazo del grupo, que se manifiesta con peleas o pedidos de expulsión a los guardias. Tras el incidente con Valdez y la supusta aceptación del grupo, el policía dijo que el Pabellón "se planchó" algunas horas hasta que se escuchó el ruido en el chapón, cuando los atacantes llevaron herido a Muñoz para sacarlo del lugar.
Juárez identificó en el chapón a Schneider, Pérez Albornoz y Alcalde, a los mismos tres que señaló -según las cámaras- ingresando a la celda, sumado un cuarto al que no pudo decir quién era.
Dijo que, cuando retiraron a Muñoz, en Enfermería lo revisaron y le encontraron una faca fabricada con una bombilla en un lugar "raro", portada sobre la espalda y no como habitualmente llevaría un preso, por delante a la altura de la cintura.
Ante preguntas de los defensores, el guardia admitió que los presos "siempre están haciendo facas", y reveló que en la Alcaidía hacían requisas "cada tres meses". Otro dato curioso de las garantías ofrecidas en encierro reveladas por el guardia fue que, cuando el preso pide el traslado de pabellón, debe firmar un papel donde "se hace cargo de su seguridad".
También declararon, en la misma línea que Juárez, dos guardias de turno.