Escuchá esta nota
EL DIARIO digital
minutos

Sergio Ziliotto. El gobernador tiene derecho a golpearse el pecho con la victoria. Eligió los candidatos y puso todo. Le salió bien en cuanto a los resultados. La interna que marcó el año se disputa ahora a cielo abierto. Se abre un panorama en el que deberá definir pactar con el ultravernismo o fortalecer su propia línea.

La Libertad Avanza. El espacio libertario que no tiene en la provincia ninguna representación institucional se aseguró una banca y casi da el gran batacazo. Lo hizo con una construcción muy reciente y atado a un gobierno nacional que tomó decisiones incómodas para la población y atacó a la provincia.

El PRO. El sector amarillo estaba difuminado pero apostó fuerte en el último tramo de campaña, haciéndose visible y poniendo en primer plano a su candidata Adriana García. La realidad lo deja mejor parado que a la UCR, en una posición de relativa fortaleza y a tiro de negociaciones con LLA.

Luciano di Nápoli. El intendente de Santa Rosa logró la victoria en la capital provincial. Viene en ese sentido cuidando su territorio. Ha dado esa respuesta en distintas instancias. A su vez, hay una militancia y una dirigencia que le reprocha actitudes y supuestas agachadas en algunos tramos de la campaña.

Abelardo Ferrán. El exministro no tenía planeado ser candidato. Se lo notó fuera de "training". No escatimó esfuerzos, pero quedaron en evidencia algunas debilidades como postulante. Y nunca fue bien visto por el vernismo del riñón, que en General Pico sigue manejando el territorio como su bastión.

Lichi Marín. La diputada nacional conserva su banca tras haber dejado todo en la campaña. Aceptó que la pusieran en el segundo lugar de un retirado de la política. Demostró con hechos dónde está y quién es: su gestión legislativa fue una muestra de coherencia y perfil claramente peronista.

La UCR. Mordió el polvo de la derrota de un modo que ni sus peores pronósticos tenían en el radar. El partido queda altamente dañado y empezará un proceso en que se deslindarán responsabilidades: los que decidieron apostar por jugar la elección en soledad y -también- los que optaron por no ponerle el cuerpo a la elección. El golpe más fuerte lo recibe el intendente Abel Sabarots que impulsó la candidatura de Federico Guidugli y que perdió incluso en su pueblo, General Acha.

Carlos Verna. El exgobernador pateó el tablero y fustigó al ziliottismo. Sacó a cielo abierto la interna del PJ. Su rol fue tan ambiguo y confuso que no está claro qué ganó y qué perdió, porque dijo que el candidato de su partido era "una mala persona". Sigue teniendo poder. De daño, seguro, habrá que ver si también de construcción.