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EL DIARIO digital
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Fue campeón de Jesús María en el año 2001 en la categoría gurupa sureña. En esa modalidad de doma el jinete usa un recado de oveja y tiene que soportar 10 segundos arriba del animal. "Es el Mundial de la jineteada", dijo el propio Ramos sobre el festival cordobés durante una entrevista con El Diario.
Pero tal vez su fama está atada a la de un caballo legendario, "El Zorro". Era un tordillo al que los jinetes no le aguantaban más de dos segundos. Alfredo Ramos, un día de octubre de 1990 le rompió el invicto de 20 años en la modalidad bastos y encimera.
Nació el 2 de mayo de 1967 en Guatraché. Su padre Alfredo Ernesto y su madre María Mossman, de origen alemán, quien aun vive. Fue el más chico de la familia de tres: su hermano mayor se llama Juan y su hermana, la del medio, Lucía. Y se crió en Santa Rosa. Vivió en la esquina de Antártida Argentina y Caseros. Iba a la escuela N° 314, en Duval y Antártida, frente al Club Argentino. "A gatas terminé la primaria, a empujones", recuerda.
Sus primeros contactos con el campo fueron en las vacaciones. "Nos subíamos al Chevallier que entraba en todos lados e íbamos al campo de una tía en Guatraché", cuenta Ramos. En el verano eran dos o tres meses y en el invierno los quince días de vacaciones.
Su abuelo Juan Ramos también fue un reconocido domador, al igual que su padre, Alfredo Ernesto "El Negro" Ramos. Pero fue Alfredo quien llegó a la consagración de Jesús María, en la senda de otro legendario jinete pampeano, Rafael Santiago Otamendi, el hombre de Quehué quien murió en febrero de 1996 después de ser golpeado por un caballo.
Esa dinastía de los Ramos la siguieron sus hijos, otros dos jinetes de talla nacional: Alejandro Cruz Ramos (campeón en 2017 y 2022) y Alfredo Ernesto "Tato" Ramos, tricampeón.
En la actualidad trabaja como encargado en una estancia, "La Paulina", en Arizona, San Luis. Hace 12 años que está de encargado. Trabaja junto a su esposa, Cielo y su hijo "Tato".
En su vitrina se amontonan cuatro premios Caldén de Plata y los que ganó en Intendente Alvear. Pero en el relato de su vivencia está lo más preciado que mezcla los valores del hombre de campo, el arte y la adrenalina de la competencia con los caballos que desatan su furia en un torbellino.
La primera vez que jineteó junto a su hermano, en una escapada a dedo hacia Ataliva Roca (incluido el reto de la madre), el recuerdo del "Rafa" Otamendi, el dinero y los malos momentos postrado en una cama por una lesión, contados por Alfredo Ramos en este reportaje.
- ¿Cuándo se subió por primera vez a un caballo?
- En el '81. Fue ahí en Ataliva Roca, con unos petisos. Había una jineteada. Mi abuelo era jinete, mi papá, mi tío. Estábamos con mis primos. Y no había celulares: el juguete era el caballo. Me hacían 'jinetear' de chiquito. Pero en el '81 subimos por primera vez en Ataliva Roca, en una jineteada con mi hermano.
- ¿Eran chicos?
- Sí, 14 años yo y mi hermano 15 o 16. Por ahí era. Después vino un parate, hasta los 15. Ahí arrancamos más firmes, todos los domingos. En Ataliva nos retó mi mamá, porque mi papá ya no estaba. Las madres en esa época no eran como las de ahora y te hacían sentir el rigor. Pero no pasó nada, solo un tirón de orejas. Nos escapamos con mi hermano, nos fuimos a dedo a Ataliva e hicimos lo que queríamos hacer. Eso nomás.
- ¿Por qué se empieza a jinetear? ¿por curiosidad, para demostrar, entretenimiento o por la plata también?
- Se empieza como todas las cosas: por gusto. Y bueno, uno va anhelando ganar una cosa, otra, otra y otra. Y sí, al final también por la plata. En esos años no era tan comercial -en el buen sentido- como ahora. Los premios eran chicos, por golpearse el pecho y decir "la pucha gané la jineteada en tal lado". Pero no era tan rentable como ahora en los últimos años donde veo hay premios más importantes.
- ¿En esa época empezó a trabajar en el campo? ¿Cómo se las arreglaba?
- Sí, empezamos a trabajar en el campo. Y ya de chiquito nomás. Después más grande salí a hacer changas. Y después empecé a quedarnos en el campo y a relacionarme con los caballos que eran la pasión mía.
- ¿Cómo hacía en el trabajo? Porque lo de la doma no le gusta mucho a los patrones.
- Ja, ja No, por eso te digo. Los hacíamos por día a los trabajos. Y no era como hoy que hay doma todos los domingos. Había para las fechas patrias como el 25 de Mayo, 9 de Julio, 1 de Mayo. No pasaba nada, la patronal ni se enteraba. Te agarrabas el franco el domingo e ibás a la jineteada. ¿Quién se iba enterar? Ni radio había.
- ¿Qué pasaba cuando había un sogazo, una caída? Porque el lunes había que trabajar.
- Sí, pero el encargado te bancaba un poco. Y te curabas enseguida, un chico joven se cura enseguida. Unos días (de recuperación) y ya estás. Después cuando empecé a ganar y a tener otra movida, empezaron a haber más jineteadas y surgió lo de "El Zorro", cosas que no las conocíamos. Me dediqué solo a las jineteadas un tiempo. Y me fue bien gracias a Dios.
- ¿De qué año estamos hablando?
- El furor de las domas empezó en el '84, '85. Había domas todos los domingos. Ahí las agarraron el animador, el tropillero, y se hizo un comercio, domingo a domingo. Nosotros aprovechamos ese auge y empezamos a andar. Nos metimos en otro nivel y una cosa fue llevando a la otra.
- ¿Le enseñó alguien a jinetear? ¿Cómo se aprende?
- La jineteada no se aprende. El jinete no se hace ni se aprende, se nace. A mi ver, ¿eh? Porque no es una cosa sola. Te podés perfeccionar un poco. Yo te puedo decir cómo hacer, pero cuando te largan el caballo, sos vos.
- ¿Cuándo se dio cuenta que nació para ser jinete?
- De chiquito. Vos te vas dando cuenta. No te van volteando, ganás un premio, te toca un caballo malo y lo andás. Por ahí competís con un jinete bueno y le ganás. Esas cosas te van llevando a darte cuenta.
- ¿Pero qué es? ¿Fuerza, arte, maña?
- Es destreza, ¡qué se yo! Habilidad, vista...
- ¿Y fuerza?
- Fuerza también, pero no es algo decisivo.
- El caballo tiene más fuerza.
- No, claro. Ha habido grandes jinetes que no han tenido mucha fuerza. Y otros que son grandes pero no son tan buenos. Eso es como todas las cosas: lo que Dios te dio.
- ¿Cómo fue llegar a Jesús María?
- La ilusión más grande de los jinetes es Jesús María. Alguien dijo que es el Mundial de las Jineteadas. Y es cierto. Todo jinete, cuando empieza, dice: "Pueda ser que pueda ir a Jesús María". Después decís "pueda ser que esté entre en los primeros cinco", y después "'pueda ser que pueda ganar', porque es dificilísimo. Yo tenía expectativas porque le había sacado el invicto a "El Zorro", el caballo de la historia. Tenía 23 años. Clasificaba en Alvear y no se me daban las cosas. No me andaba el caballo, no andaba bien yo. Viste que tiene que coincidir todo. Hasta que pude ganar. A Jesús María fui ocho veces. Lo más fácil era ganar acá, porque se daban las cosas, no porque era mejor o peor, sino porque se daban las cosas. Y en Jesús María no se me daban las cosas. Salía cuatro, quinto, tercero, segundo. En el 2001 fui a Catamarca, gané allá y representé a esa provincia. ¡Y gané en Jesús María! En el 2002 fui y me apretó un caballo, me quebré. Y en el 2003 volví a ir, salí segundo para La Pampa. En el 2004 fui por última vez y salí cuarto en gurupa. Todo muy lindo con la gente de Alvear, en ese sentido somos privilegiados la gente de La Pampa.
- ¿Y después de "El Zorro" tuvo más montas?
- Claro. Después de ahí hice más montas especiales por haberle sacado el invicto a "El Zorro" que por haber ganado Jesús María.
- ¿Se salvó con la doma?
- No nos salvamos pero criamos seis hijos con mi compañera. Hice una buena casa y pude tener un vehículo, que no era poco para la época. Vivimos digna y honradamente y sin molestar a nadie con la jineteada. Gané un 0 km en 12 segundos, no es poca plata para un laburante. Saqué mucho premios, más de 600. Sacaba un promedio de 30, 35 por año. Una vez en General Acha saqué cuatro premios: monté cuatro veces y gané cuatro veces.
- ¿Cómo cuidaba el cuerpo?
- Fui muy metódico y tuve mucha conducta. Me cuidé muchísimo, fui una persona delgada. Pero no me cuidaba en las comidas. Nunca tomé ni fumé. Sufrí muchas quebraduras, pero como estaba liviano me sanaba. Andaba mucho. Nunca fui de quedarme quieto. Y alguna vez le metí algún trote cuando me preparé para "El Zorro".
- ¿Hasta que edad montó?
- Me retiré en La Reforma, hace 10 años. No estaba montando, estaba parado. Me quebré dos veces en un año y ya no quería montar. Y me hicieron una despedida muy linda, Hugo Colado y la familia Sánchez.
- Recuerda al 'Rafa' Otamendi, también ganador de Jesús María.
- Si, un gran jinete. Fui a algunas jineteadas con él. Muy buena persona. Fue un grande de verdad. Ganó dos veces: en 1974 y 1986. Fue un hombre que se mantuvo.
- ¿Cómo fue ver que sus hijos se dedicaban a la jineteada?
- Tenemos seis hijos con Cielo, mi compañera: Cristal, Micaela Guadalupe, las mellizas María Belén y María Luján y los dos varones, Alfredo "Tato" y Alejandro. Tenía una quinta en Guatraché y ellos empezaron a montar ahí. Iban a la jineteada conmigo y montaban los petisos. Después ganaron un premio y bueno.., ya está. Es tomarle el gusto y el tema de la 'monedita'.
- Cuándo mira montar a sus hijos ¿tiene miedo o está curtido?
- Seee Nunca se termina de curtir uno. La jineteada es un deporte peligroso. Pero lo llevo bien gracias a Dios. Si bien uno siempre anda llamando por teléfono, esas cosas quedan. Alejandro tuvo un accidente grosso, se lastimó una vértebra. "Tato" también tuvo un accidente y dos operaciones grandes. La corrió fea pero se pudo levantar.
- Y en el tiempo de las lesiones graves y de las menos graves ¿Qué pasa por la cabeza?
- ¡Uh! Tenés que en el caso mío tuve muchas quebraduras. Tuve una muy grosa que me llevó a estar internado. Se me infectó la rodilla. Tenía 38 años creo. Tuve el apoyo de la familia y de los chicos que eran chiquitos. Estuve muy complicao, sin moverme. Es un tema que no es fácil. Tenés que pensar que fuiste el domingo a la mañana trabajando, caminando, haciendo todo, y a las cuatro horas no podés levantarte ni moverte. Se te viene el mundo abajo. Con el apoyo de la familia y el acompañamiento se va pasando.
- ¿Cómo es la relación con el animal? Mi imagino que usted lo quiere el animal.
- Claro. El caballo y el perro es una cosa del paisano. No debe haber ningún paisano que no quiera al caballo y a un perro. No podría estar un día sin mirarlo, darle la ración, o andarlo.
- Cuando está el caballo para jinetear, a punto de salir, ¿usted lo presiente? ¿Sabe si le va a ganar o si lo va a tirar?
- La precisa no la tiene nadie. Creo que el animal percibe. Tiene un sexto sentido. Y presiente la fuerza del hombre. Me han demostrado que ante mi monta se han achicado. Eso es lo que aprendí. Por ahí va la cosa.