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EL DIARIO digital
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Gisela Giménez, madre de dos niños de 8 y 10 años, compartió la angustiante situación que atraviesa tras la separación forzada de sus hijos, quienes fueron trasladados a Anchorena, San Luis, después de una denuncia por presunto maltrato. La mujer denunció que sus hijos, quienes no están siendo escuchados en sus deseos de regresar con ella, están siendo usados en un conflicto que no les pertenece.
"Mis hijos quieren volver conmigo y nadie los escucha", expresó Gisela en una entrevista con el portal EBDT, visiblemente emocionada. Aseguró que no tiene ninguna restricción para comunicarse con ellos, pero relató que, a pesar de intentar contactarse constantemente, la tía de los niños no responde sus mensajes. "Estoy angustiada, desesperada. Mis hijos están siendo usados en un conflicto que no es de ellos", agregó.
El caso comenzó cuando uno de los niños fue visto con moretones en la escuela. La denuncia fue realizada por la tía paterna, con quien Gisela mantiene un conflicto familiar. Según la madre, esta denuncia se realizó días después de que la Justicia obligara al padre de los niños a cumplir con la cuota alimentaria. "Había publicado una foto del nene con pantalón corto, tenía moretones porque juega al fútbol, anda en bici, es un nene. A partir de eso vino la denuncia", explicó.
A raíz de la intervención de la policía y los asistentes sociales, se ordenó el retiro de los niños del hogar materno. "Dijeron que el nene había dicho que alguna vez le di un chirlo. Pero no fue en ese momento, ni en las piernas. Fue una respuesta general a una pregunta, como cualquier mamá que alguna vez retó a su hijo", relató Gisela, defendiendo su accionar.
Los niños fueron trasladados a San Luis, donde permanecieron bajo la tutela de la tía denunciante. "Durante cuatro meses nadie me atendía. Acá en Pico me decían que el caso era de allá, y allá no me daban respuesta. No sabía nada de mis hijos. Me desesperé", confesó Gisela. Fue entonces cuando, con la ayuda de un abogado particular, el caso se reactivó y comenzaron los contactos supervisados, como videollamadas y encuentros, con el objetivo de lograr la restitución de los niños.
Otra denuncia
Durante las recientes vacaciones de invierno, cuando los niños visitaron Pico, uno de ellos presentó moretones nuevamente. Siguiendo las indicaciones de los asistentes sociales, Gisela llevó al niño al médico, quien realizó estudios completos y no halló indicios de maltrato. "El nene dijo que no sabía cómo se los hizo. Jugando, tal vez", relató Gisela. A pesar de esto, la tía volvió a realizar una denuncia.
Aunque el plazo legal de 90 días para definir la restitución ya había transcurrido, el proceso fue extendido debido a la nueva denuncia. En este contexto, Gisela reveló que uno de sus hijos lloró frente a la asistente social, expresando que no quería quedarse más en Anchorena y que deseaba regresar a Pico con su familia. "¿Por qué no lo escuchan?", se preguntó Gisela entre lágrimas, visiblemente conmovida por la falta de atención a los deseos de su hijo.
La mujer aseguró que ha cumplido con todos los requisitos judiciales: controles médicos, entrevistas, informes y seguimientos. Incluso pidió que le tomaran huellas para demostrar que ella no había maltratado a su hijo. "¿Qué más tengo que hacer?", se lamentó con impotencia.
Gisela denunció que, a pesar de que no tiene ninguna restricción para comunicarse con sus hijos, la tía no le responde los mensajes. "Estoy angustiada, desesperada", reiteró. La madre reclama que los niños sean escuchados, pues han manifestado su deseo de regresar con ella y su papá, pero, según su relato, nadie los escucha.
El caso de Gisela Giménez refleja las falencias del sistema de protección infantil, donde las decisiones, en ocasiones, no se toman basándose en pruebas claras ni en la voluntad de los propios menores. "Quiero que escuchen a mis hijos. Ellos ya dijeron que quieren volver con su mamá y su papá a Pico. Pero nadie los escucha. Nadie", concluyó Gisela, visiblemente devastada por la situación.