La Pampa

Veinte años de kirchnerismo en La Pampa: amores, odios y reconciliaciones impensadas

El acto del 25 de mayo en la Plaza, a veinte años de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia, abrió paso a balances y recordaciones. Qué pasó entre el kirchnerismo y el peronismo pampeano en esas dos décadas. Una reseña.

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EL DIARIO digital

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Este 25 de mayo se cumplieron veinte años de la asunción de Néstor Kirchner como presidente del país. Fue el presidente del 22 por ciento. Y desde ese piso armó una corriente dentro del peronismo que gobernó el país durante doce años. La década ganada, dicen

Hasta hoy, son veinte años de kirchnerismo. Un kirchnerismo que tuvo amores, odios, discordias y concordias con el peronismo pampeano en las diferentes etapas de estos tiempos.

Los primeros K, de carambola

El primer dirigente pampeano que adhirió al kirchnerismo lo hizo de carambola. Fue un exgobernador, Néstor Ahuad, que en 2003 jugó en la elección nacional con la única fórmula presidencial que estaba libre en la provincia, el Frente para la Victoria de Kirchner, porque el resto de la dirigencia local apoyaba a Carlos Menem o Adolfo Rodríguez Saa. Lo dijo el propio "Turco", con una metáfora ferroviaria: "es el andarivel que quedaba libre".

En la pelea por la gobernación, Ahuad quedó en una lejana tercera posición, detrás del ganador, Carlos Verna, y Francisco Torroba, el postulante del FRAP (radicales más socialistas y Fregen).

El kirchnerismo creció con la gestión, mientras "sacaba del infierno" al país y en La Pampa hubo una buena relación con el gobernador Carlos Verna, cimentada en fondos constantes y sonantes que llegaban por coparticipación, aunque sin un acompañamiento firme en algunas políticas, como la de derechos humanos con la anulación de las leyes de impunidad y la reapertura de los juicios.

Kirchner vino a un acto a Trenel durante ese período y fue recibido por Verna y Rubén Marín, que era senador y recuperaba una relación casi de amistad forjada durante la década de los noventa, cuando viajaban juntos en avión para ir a pedir aportes en la época del menemato. 

El kirchnerismo pampeano "puro", minoritario, apostó a una transversalidad que fogoneó el entonces presidente y con el tiempo quedó trunca. Con la pérdida de fuerza de esa idea, se fue diluyendo: Ahuad terminó expulsado por los propios por falta de convicciones.

Billetera mata galán

En 2007 Verna hizo su primer renunciamiento, cuando se bajó de la reelección porque se adivinaba que era inexorable el triunfo de Cristina –sucesora elegida de Kirchner-, con quien había tenido un agrio enfrentamiento en el Senado de los noventa. La leyenda cuenta que la mandó "a lavar los platos", aunque el episodio terminaría desmentido formalmente en 2019.

Marín intentó recuperar el liderazgo y la hegemonía en la provincia, en una interna contra el delfín de Verna, Oscar Mario Jorge. En esa campaña llegó a mostrar una foto con Kirchner en medio de la campaña, sin que hubiese un apoyo explícito del pingüino. Pero mordió el polvo de la derrota.

Hubo dos años de Verna en un retiro sabático y de un Jorge manso a partir de la chequera del gobierno nacional que garantizaba fondos para gobernar La Pampa. Billetera mata galán. De todos modos, en el conflicto con el campo, en 2008, el gobernador pampeano mostró su lealtad: se alineó con Cristina y le puso el pecho a los escraches de los patrones del campo y la carpa verde. En ese trance, el "amigo" Marín se alió con Carlos Reutemann y votó en el Senado en contra de la 125 que fijaba retenciones móviles a las exportaciones de soja.  La otra senadora del peronismo pampeano, Silvia Gallego, se alineó con el kirchnerismo. Algunos intendentes vernistas, como Martín Borthiry, apoyaron los cortes de ruta.

Vienen por todo

En el 2009 Verna volvió al ruedo y se despegó abiertamente del gobierno nacional, hizo campaña en tono directamente opositor, formó rancho aparte con el lema de defender los intereses de la provincia, y apareció como un furioso ariete antikirchnerista desde el Congreso. Llegó a la Cámara Alta con María de los Ángeles Higonet, que aunque también era crítica terminaría siendo ultrakirchnerista.

Después de perder una legislativa nacional, Néstor y Cristina salieron del entuerto para adelante y redoblaron la apuesta con algunas de las políticas más progresistas de sus gobiernos.

El 27 de octubre de 2010 se sucedió un nuevo parte aguas en la historia y la política del país: murió Néstor Kirchner. Se dispara en el país, a partir de aquel momento, una ola de militancia juvenil, en La Pampa aparece La Cámpora, con nóveles militantes como Luciano di Nápoli, que le ponen el cuerpo en soledad para instalarla, mirados con desconfianza por la estructura del PJ local.

Al año siguiente el kirchnerismo puro, volcado a la figura excluyente ahora de Cristina, ganó la reelección con un histórico 54%. En ese 2011, Verna tiene su segundo renunciamiento: era el candidato, pero se baja sorpresivamente, cuando la jefa nacional del partido impone a una ignota María Luz Alonso en la boleta legislativa, en desmedro del bendecido por el vernismo, Luis "Cacho" Campo. El marinismo, a regañadientes, le trabajó la campaña a "Luchy".

En aquel trance, Jorge vuelve a ser el candidato de urgencia y en la campaña los jóvenes kirchneristas chiflan a Rubén Marín en un acto en Estudiantes, envalentonados porque creen que llega el turno del espacio por liderar al peronismo pampeano.

Después del triunfo, en los organismos nacionales fueron desplazados algunos militantes marinistas para que recalen los cuadros de La Cámpora, que se ganará la bronca para siempre de Marín.

La grieta que se venía gestando entre Verna y Jorge terminó finalmente en ruptura. Los diputados provinciales del vernismo le hicieron la vida imposible al nuevo gobernador desde la Legislatura provincial desde los primeros pasos de la nueva gestión. Y Jorge se fue de la Plural para crear una nueva línea partidaria, Compromiso Peronista, junto a un nutrido grupo de intendentes.

En 2013 es Marín quien blanqueó su ruptura, esta vez con Cristina. En una interna para definir la candidatura del oficialismo a una diputación nacional, en la que el vernismo se declaró prescindente, enfrenta al kirchnerismo. Espartaco Marín cayó ante el hombre de Jorge, Gustavo Fernández Mendía. Pero en la general, las heridas que dejó la interna se hicieron notar: emergió entonces la figura del "Colo" Carlos Javier Mac Allister, que aprovechó la defección oficialista para colarse en el Congreso Nacional.

Aun así, nunca estuvo tan cerca ese kirchnerismo "sui generis", a la pampeana, de concretar el sueño de conseguir la hegemonía del peronismo local. Y en 2015 fue por todo. Puso toda la carne al asador con Jorge como candidato en Santa Rosa intentando asegurar la ciudad y Fabián Bruna como postulante a gobernador.

En esa interna, Cristina bajó a la campaña pampeana para tratar de darle el golpe de gracia a Verna y, de paso, a Marín. En un acto en Estudiantes tira la frase de que La Pampa es como una calesita porque "siempre están los mismos caballitos".

Sin embargo, Verna salió ganador, por nock out. Su slogan "La Pampa o La Cámpora" se impuso forma contundente. En la general ganó la provincia y después se retiró, le soltó la mano al candidato del kircnherismo en el balotaje, Daniel Scioli, y Macri ganó inclusive en La Pampa, una provincia históricamente peronista. En la interna legislativa, Daniel Lovera superó a Luchy Alonso, que contó con el respaldo de Jorge Lezcano.

Los extremos se tocan

Después de una primavera de un año con el macrismo, Verna se erigió en el gobernador más crítico del nuevo experimento neoliberal. Como dijo Jorge Luis Borges, al vernismo y al kirchnerismo no los unió el amor: fue el espanto.

En 2017, Verna marcó el rumbo de la unidad a un peronismo nacional que lucía atomizado y disgregado. La foto con Luchy Alonso fue postal de una nueva época. Verna hizo un llamado a la unidad en las legislativas, abrió las listas al kirchnerismo, no hubo interna y se puso al hombro la campaña decisiva –después de que el peronismo quedara abajo en las PASO-, acompañando al Ariel Rauschenberger para dar vuelta los resultados y que la lista ganase por 70 votos.

A fines de 2018, Verna se bajó de su reelección al anunciar que le detectaron un cáncer y señaló a Sergio Ziliotto como sucesor, en una lista de unidad incluso con otras fuerzas partidarias. Solo en Santa Rosa se liberó la interna que Luciano di Nápoli capitalizó –le ganó a Jorge Lezcano- para revitalizar al alicaído kirchnerismo pampeano hasta ese instante.

El 17 de octubre de 2019 ocurrió lo que parecía imposible. Cristina y Verna hicieron las paces en un acto inolvidable. Una reconciliación en pos de la unidad y para ganarle a Macri. Ese día dejaron de lado todas sus diferencias y acompañaron juntos el cierre de campaña presidencial con Alberto Fernández encabezando el palco en la laguna Don Tomás. 

Esa unidad y entendimiento, aunque con severos vaivenes y tensiones, ha llegado hasta la actualidad. Relativamente, porque hay alejamientos que se hicieron evidentes en la legislativa de 2021. Pero hoy es el turno de nuevas definiciones. Y, como durante las dos últimas décadas, todo puede pasar. Amores, odios, recelos, rupturas y acercamientos, sobran en esta novela de veinte años.

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