La Pampa

Entre el entusiasmo y las miserias

Avanza a paso redoblado el plan de vacunación y se perciben con alivio los resultados de las restricciones. Ya hay clima de campaña y las sospechas al vuelo parecen habilitadas.

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EL DIARIO digital

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Una de cal...

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El avance del plan vacunatorio en la provincia, como en el país, despierta sensaciones de entusiasmo y cierto alivio, en medio de una segunda ola de coronavirus que impactó de manera contundente en La Pampa, con centenares de personas fallecidas, un sistema de Salud siempre al borde del colapso y la sensación de que nunca se puede cantar victoria porque algún obstáculo está por aparecer.

En ese sentido, la caída de la cantidad de contagios ha representado un claro triunfo parcial en una batalla que se hizo más larga de lo que cualquiera podía esperar, y que ha requerido de algunas personas y actores sociales una conducta solidaria cuyo tamaño es comparable con la miserable desidia de otros espacios y personajes.

La situación demuestra que la aplicación de restricciones -por más incómodas que sean y aunque generen lamentables consecuencias económicas en algunos sectores- tiene resultados positivos evidentes y relativamente inmediatos.

En cuestión de tres semanas, La Pampa bajó su nivel de casos de más de 900 contagios diarios a poco más de 200, con un índice de contagiosidad que se redujo a menos de la mitad (estaba por encima del 40% de las muestras positivas y ahora ronda el 20%).

Para llegar a ese punto fueron necesarias medidas que causan dolor y daños, en algunos casos, y decisiones en las que el Estado tuvo que dar marcha atrás respecto de su posición original (no es nada extraordinario tener que asumir errores y limitaciones, en un contexto literalmente extraordinario, sin antecedentes ni manuales que lo expliquen).

En ese proceso, las vacunas fueron llegando a distintas generaciones y eso produjo comentarios sociales en ámbitos diversos: primero fueron las personas mayores que en la cola del banco o para pagar los servicios pusieron la vacuna entre los temas de conversación, ahora son cuarentones y cincuentones que en sus muros de Facebook e Instagram comparten la alegría del momento, que por más que a veces se presente como un mero trámite personal está cargado de acción política y potencia simbólica.

En las últimas semanas la vacuna llegó especialmente a un ámbito que estaba lógicamente en el centro de la escena: la docencia, que en algunos puntos de la provincia volvió a las clases presenciales aunque todavía es motivo de debate cuándo se generará ese regreso en las ciudades más grandes o más afectadas por los contagios.

A la vez se retoman -es de esperar que con cautela y con los cuidados correspondientes- algunas actividades que estaban directamente prohibidas, sobre todo en el ámbito cultural y mientras se generan expectativas sobre el sector deportivo.

En ese contexto, la tarea que ha tenido que afrontar el personal de Salud es de veras gigante y aunque se entienden algunas coyunturas el Estado tendrá que ponerse en algún momento a la altura de las circunstancias para reconocer de modo completo esa dedicación, amabilidad y disposición permanente, sin pausa ni descanso.

...y una de arena...

una de arena

Justamente esa ejemplar conducta social del personal de Salud vuelve aun más penosos los comportamientos a contramano, desde la dirigencia sacando provecho de la muerte o "denunciando" que la vacuna es veneno hasta integrantes de la propia comunidad transgrediendo cualquier normativa que ponga expectativas en la solidaridad.

No es nada que no se haya escrito ya en estas líneas, y es lo que se percibe con el solo acto de recorrer los ámbitos sociales y contactarse con quienes viven en Santa Rosa.

Se sabe que frente al virus hay algunas pocas medidas que dan resultado (la vacuna, la baja de circulación, los cuidados) y sin embargo frente a una mayoría social que apuesta a ese modo de prevenirse hay quienes sostienen cómo única prioridad sus ansias de "libertad", que básicamente viene a ser hacer lo que se les antoje, independientemente de los resultados de ese accionar.

Más allá de que ella genere amores y odios, son innegables las palabras de Cristina Fernández de Kirchner en el sentido de que sería oportuno que la pandemia y la vacunación queden fuera de la disputa política, en el peor sentido del término.

Así y todo, parece improbable: la presidenta de uno de los principales partidos de oposición, Patricia Bullrich, jugó con fuego en ese sentido hasta tal punto que terminó la semana que se fue sentada en un banquillo, acusada por la difamación de la que hizo objeto al Gobierno Nacional, para saciar su oportunismo y sus ansias de negocio preelectoral.

La derecha porteña, en alianza con corporaciones mediáticas y otros espacios del establishment, parece desbocada en afán de decir y hacer cualquier cosa que pueda perjudicar la marcha del Gobierno, aun cuando eso obligue a mentir, manipular y generar costos y daños a la propia población.

Los éxitos electorales de ese sector, en los últimos años, vinieron de la mano con esa lógica y esa estrategia, y de ahí que posiblemente se produzca un efecto de imitación de lo que dio buenos resultados, aun cuando en el mediano plazo algunas de esas falacias y maniobras hayan quedado en evidencia, y pese a que el contexto actual es infinitamente más complejo y doloroso que el de otras épocas.

La llegada de las elecciones legislativas agita especialmente esos comportamientos, también en nuestra provincia, donde la dirigencia opositora está decidida -según parece- a seguir los lineamientos que le marquen desde la ciudad de Buenos Aires, donde el expresidente Mauricio Macri confiesa sus deseos de manejar la democracia como si fuera Tinder: "Con un botón".

La dirigencia pampeana también se está volcando a esos posicionamientos de exacerbar denuncias mediáticas, agitar el enfrentamiento y profundizar eso que se bautizó "grieta".

Más vale que el rol opositor implica la crítica respecto de lo que hace, omite, dice o deja de decir el oficialismo, pero sería deseable desde el lado del bien común que exista la posibilidad de que una campaña tenga en escena más argumentos e ideas que sospechas al aire o insultos al vuelo.

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