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"En mi local hacían copas", declaró la dueña del cabaret

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EL DIARIO digital

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"En mi local las mujeres hacían copas", aseguró este miércoles Nuris Antonia Caraballo Castillo, una de las acusadas en el juicio por trata de personas en un cabaret de 25 de Mayo, que se lleva adelante en el Tribunal Oral Federal de Santa Rosa.

Caraballo, una dominicana de 54 años, que se encuentra trabajando en Añelo, Neuquén, desde hace dos meses, asiste al juicio en forma virtual. Ella estaba al frente del local que funcionaba como cabaret y luego de la clausura se habilitó como un restobar en la localidad del suroeste provincial durante el boom del petróleo. Está imputada por explotación sexual de mujeres en ese negocio. Buscó no comprometer al exintendente Bravo, que también está acusado.

Este miércoles declaró, luego de que se cerrara la ronda de testigos en el debate oral, pero no aceptó preguntas que no fueran formuladas por las defensas. Si bien reconoció que era la titular de la habilitación de la wiskería y que hacía años que residía en la localidad, aseguró que "el negocio estaba cargo de otra persona" porque por aquella época había viajado a su país para asistir a su madre, gravemente enferma en 2008. Negó haber pagado pasajes. "Las personas llegaban a los lugares contactadas por personas conocidas. Como lo hice yo, no siempre tuve un boliche, antes trabajé como cualquiera de las chicas que en ese momento estaban en el que era mi local", dijo.

También negó que les retuviera carteras y documentación a las mujeres. "No es cierto, si bien era un local abierto al público e iban mujeres, las que trabajaban y las que no, normalmente guardaban su billetera en la barra por seguridad. Pero eso no significaba que se los retuviéramos. Nunca lo hice y creo que las otras personas tampoco lo hicieron".

"A partir de 2009 casi nunca estuve en el local que estaba a mi nombre. En ningún allanamiento de la policía está mi firma ni mi foto porque yo no estaba", mencionó.

Consultada por el cambio de habilitación del local, recordó que estaba fuera del país cuando le avisaron del allanamiento y clausura del cabaret. "Lo único que hice fue mandar una carta documento a través de un abogado para que me den una solución porque no me lo habilitaban. No me importaba si no lo abrían como cabaret, yo quería poder seguir vendiendo bebidas y que concurrieran las personas para tener un sostén de vida. Después de tres meses cerrado, ahí fue en el momento que me dieron la solución de abrir como restobar, pude empezar a vender bebidas, agregué pooles, microondas, cosas para hacer salchipapas, panchos", detalló.

En cuanto a la testigo de identidad reservada, Caraballo confesó que la sabe quién es y que la conoce por trabajar en su local. Aseguró que entraba y salía al local libremente para trabajar en distintos momentos en otros locales similares de la zona. Y negó haberle pagado los pasajes.

-¿A qué te referís cuando hablás de que trabajaba en los locales? -le preguntó el defensor Juan Carlos de la Vega.

-En el mío hacía copas. No sé qué hacía en otros lugares ni tampoco sé qué hacía en su tiempo libre. Ella tenía un novio de Catriel y trabajaba y se retiraba.

-¿Qué significa hacer copas?

-Para nosotras, las chicas que trabajábamos, si la copa tiene un valor fijo, de 100 pesos, en el momento en que se pide una copa para ella, se le dobla el valor. Si eran 200 pesos, 100 pesos eran de ella.

El defensor de Bravo, el abogado Gastón Gómez, le consultó si para habilitar el local conversó o tuvo contacto con el intendente. "No, los requisitos para la habilitación se piden en el Concejo, cumplí con todo, me decían que no hubiera menores ni estupefacientes. Si bien sabía que era el intendente, nunca tuve contacto directo con él. Siempre me manejé con la persona que hacía las libertas sanitarias, había que llegar un formulario", concluyó.

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